(Primera de dos partes)
Federico Bonasso (Buenos Aires, 1967) es fundador del grupo mexicano de rock El Juguete Rabioso, en 1988, banda que se desintegró en 1999, después de su segundo disco profesional. Su canción “La memoria en donde ardía”, inspirada en la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo en Buenos Aires, deja constancia del espíritu de activismo y compromiso de sus integrantes con las causas sociales de la época.
Te quería preguntar, ¿te has sentido alguna vez exiliado en México?, porque llegaste muy joven, pero ya consiente, a los 12 años.
Muy buena pregunta. La primera etapa de adaptación que exige el exilio, yo sí le diría exilio, fue bastante dura, pero no tiene nada que ver con el país que te recibe, al contrario, México la hizo menos dura de lo que hubiera sido en otros lugares. Pero, fíjate, es al día de hoy que, si yo publico, después de vivir 40 años aquí, alguna opinión política desde mi trinchera de Facebook, por ejemplo, no falta quién me tache, a pesar de lo mexicano que soy, que me lo he ganado a pulso. Entonces, a veces sí me siento exiliado en México, pero es muy excepcional, porque la inmensa mayoría de la gente con la que yo interactúo me sigue dando ese primer calor que recibí siendo muy chavito, recién llegado, y no tengo mayor problema.
Ni de aquí ni de allá…
O de aquí y de allá. A mí me gusta decir: “Soy de aquí y soy de allá”. También tuve que renegar de mi argentinidad, fui como un argentino de closet muchos años, para lograr eludir todos los prejuicios que hay, algunos ganados un poquito, porque los argentinos, los porteños, sobre todo, son más pedantes o sangrones, a veces.
Como los chilangos aquí en México, ¿no?
(Risas)… Como los chilangos, exacto, o quizás un poco más. Hay cierto argentino de clase media ilustrada que es profundamente pedante, o porteño de clase ilustrada, psicoanalizado, que te cuenta la verdad, que es dueño de la verdad; es un estilo, no es un calificativo moral. Entonces me protegí de que se me consideraran uno de ellos, ocultando a veces al cien por ciento mi argentinidad o mi origen. Luego cuando crecí, dije: “Es absurdo, a mí me compone también un pedazo importante de mi origen, ¿por qué lo voy a andar negando?”, y me asumí como el híbrido que soy. Por eso me gusta el término ‘argenmex’.
Sí, lo leí, buscando cosas sobre ti me encontré con ese término.
Sí, me gusta; a Mónica Maristain no le gusta, siendo ella una ‘argenmex’ (risas)…
¿Qué recuerdas de tu niñez en Argentina?
Recuerdo mucho porque a los 12 años ya tienes una colección de recuerdos importante, pero están tan lejanos en el tiempo para un tipo de 50 como soy ahora, que están investidos de un aura medio mágica, medio onírica, a pesar de que vivimos la persecución política de mis padres y el horror de la muerte de sus compañeros de militancia y el horror de la fuga o del encierro. Nosotros vivimos clandestinos un año antes de poder escapar del país y encontrar refugio en México, y aun así, yo tengo un recuerdo luminoso de esa ciudad mía, Buenos Aires, de sus bellísimos parques, en fin…
¿A qué se dedicaba tu padre?, ¿cómo fue que de pronto se convirtieron en…?, bueno, casi todos los que estaban en contra del gobierno se convirtieron en perseguidos políticos, ¿no?
Correcto. Bueno, mi padre, que es un conocido periodista y escritor argentino y luego diputado nacional, Miguel Bonasso, es un personaje conocido de la izquierda latinoamericana, amigo de Fidel Castro, es un personajón mi jefe. Él, en ese momento, militaba en el peronismo de izquierda. Antes del golpe militar, el peronismo ya estaba dividido en peronismo de derecha, con la Alianza Anticomunista Argentina, que empezaba ya a actuar, incluso antes de que los militares hicieran el golpe de estado, contra los militantes de izquierda y a poner bombazos y a matar gente, entonces nosotros tuvimos que empezar a protegernos por la militancia de mi padre, y de mi madre, que lo acompañaba de manera muy crítica. Luego mi padre ingresó al Montoneros de la guerrilla peronista y ya decididamente entramos a la clandestinidad y él escogió la lucha armada para pelear contra la dictadura militar. Nosotros estuvimos un año y pico adentro, no fuimos como tantos otros exiliados, no salimos antes del golpe o con el golpe, salimos mucho tiempo después del golpe. Fue un año durísimo, encerrados, con los militares ya gobernando.
¿Cuántos hermanos tienes?
Una sola hermana, Flavia, que es 11 meses más chica que yo, pero en todo lo demás es más grande que yo: más madura, más inteligente (risas)…
Cambiando un poquito de tema, he leído alguna de tus opiniones en Facebook sobre el actual gobierno mexicano. Hasta ahorita, ¿cómo lo has visto en el aspecto cultural?, ¿lo están haciendo bien?, ¿mal?, ¿cómo ves?
Si la pregunta se ciñe solo en el aspecto cultural, pues ahí hay sentimientos encontrados. Primero, apoyo a este gobierno, creo que es una oportunidad histórica para que México empiece a cambiar y empiece a sobreponerse a ciertos lastres que se han venido acentuando desde que llegué como refugiado. Creo que el gobierno está decididamente combatiendo la corrupción y me parece una oportunidad para que empiece a mejorar la relación entre el gobierno y la sociedad, y que recupere el estado de derecho que había perdido.
Y está pasando, ¿no?
Yo creo que está pasando, pero una cosa es tomar el poder político y otra es poder realizar cambios profundos, porque tocas muchísimos intereses. Creo que el presidente tiene talento político y hasta ahora lo ha manejado con talento, salvo, quizás, por esta tendencia de él de provocar, un poco de estigmatizar, que creo que no ayuda. Me parece muy bien que se diga en las Mañaneras, públicamente, de lo que ocurría hace muy poco tiempo con los otros gobernantes y se desnuden las redes de corrupción, pero muy diferente me parece andar calificando cualquier tipo de crítica al gobierno, poniendo en la misma bolsa a gente que hace una crítica inteligente, profunda y con ánimo constructivo, y a los que son los delirantes que quieren que el gobierno caiga. Pero volviendo al tema de la cultura, creo que es muy pronto para juzgar, vamos a ver todavía cómo se desenvuelve esta depuración de los fideicomisos, de las instituciones. Yo no creo que sea una buena idea renovar las instituciones borrándolas, yo creo que todo gobierno necesita instituciones fuertes, porque cuando no esté este presidente, una institución mal diseñada, puede caer en manos de cualquier otro gobierno que la utilice mal, es decir, me parece que hay que reinstitucionalizar en vez de borrar de golpe, de tajo o de manera muy abrupta. Me parece muy bien que se democratice la cultura, lo que no creo que sea bueno para nadie es estigmatizar si la cultura es buena porque apoya a la 4T o es mala porque está integrada por algunos que son críticos; creo que la cultura tiene que ser evaluada como algo completamente ajeno, eso no se debe tocar.
Platícame, ¿por qué El Juguete Rabioso?
El Juguete Rabioso es el título de una novela de un gran escritor argentino, Roberto Artl, es un escritorazo de principios del siglo XX, una suerte de Dostoievski porteño. A mí me gustaban varios de sus títulos para el nombre, otro era Los Lanzallamas o Los Siete Locos… pero no éramos siete…(risas).
¿Cuál fue la trayectoria de El Juguete Rabioso? Porque ustedes fueron de los grupos que más sonaron en los noventas.
Sí. Pertenecemos a una generación bien padre del rock mexicano, la que viene inmediatamente de Caifanes, que es una generación que empieza a abrevar en otro tipo de influencias musicales. Pertenecemos a esa generación que empieza a conocer la libertad que se le da al rock cuando la industria convence al sistema de que levante la proscripción, ese sistema autoritario que había a finales de los 80tas. Cuando yo empecé a hacer rock, todavía proscribía el rock, le tocó al Juguete Rabioso la censura, de hecho, teníamos una rola sobre el temblor del 85 que se llamaba De nuevo septiembre, y por tocarla una vez en la discoteca Rockstock, nos sacaron a patadas, porque había un diputado priísta que no le gustó, pero la gente estaba super prendida con la denuncia de la rola. Yo creo que El Juguete Rabioso siempre estuvo politizado y pagó un precio por esa visión política, además, estaba formado por unos personajes muy extraños y era un grupo raro que la gente decía: “Ustedes no son mexicanos”, “pero cómo no, somos una banda chilanga a morir” (risas)… El primer Juguete Rabioso, la primera versión de la banda tenía un nicaragüense como cantante…
Porque tú eras el baterista, ¿no?
Yo empecé como baterista y después salté a cantar. Y bueno, El Juguete fue parte fundamental de mi mexicanización, con el Juguete conocí cada rincón de la República Mexicana; también viajamos a España y fuimos a tocar a Estados Unidos. El Juguete fue la apuesta personal más importante.
¿Y cómo fue dejarlo?
Fue muy duró romper con El Juguete. Yo creo que el Juguete se separó antes de tiempo, cuando hicimos un segundo disco que considerábamos un paso de madurez y de calidad muy importante que no tuvo el primero, pero no se escuchó tanto y sentimos una profunda desilusión y éramos muy jóvenes aun para entender, y no tuvimos un padrino suficientemente sabio que se acercara y nos dijera: “Aguanten, aguanten, les pasa a muchos grupos, es la crisis del segundo disco, tienen que pasar por el segundo y el tercero y el cuarto”. Tiró la toalla antes de tiempo el Juguete, yo creo, a finales del 99. Si hubiéramos seguido yo creo que nos hubiéramos afianzado.
Entiendo que ese disco lo produjo la Warner Brothers.
Si, ese disco fue ya firmado con una trasnacional, que fue otra desilusión, porque pensábamos que el paso a una trasnacional significaba el éxito inmediato y para nada, no lo significó. Además, el Juguete seguía con su militancia, nosotros hicimos cosas muy graciosas como, por ejemplo, agarrar la lana de promoción del primer disco que nos dio Warner para usarla para la consulta juvenil zapatista. Nosotros éramos muy apegados al movimiento zapatista y no le gustó a la compañía. Teníamos un sentimiento, un mandato de militancia que nos impedía también ser una banda frívola o insensible de lo que nos pasaba socialmente y esto es muy lindo y siempre lo recuerdo con enorme gusto y orgullo, fuimos parte de un enorme bloque de grupos de rock que se unieron con estudiantes y teatreros, con creadores de varias disciplinas, para hacer apoyo a las comunidades indígenas chiapanecas para enviar alimento y recursos, y eso fue de las cosas más lindas.
Actualmente tienes un negocio para hacer soundtracks de películas o música original para películas…
Yo vivo de la música para imagen, de eso vivo, de música para cine, documentales. Fíjate todo lo que duró el trauma de la separación del Juguete, desde el año 2000 hasta el 2017, 17 años me separé de los escenarios. Me dediqué a hacer música de estudio.
¿Y qué es La Subversión?
Es el nombre de mi proyecto solista. He vuelto a sacar canciones y he vuelto a los escenarios, no con el covid, pero lo había hecho en el 2017. La Subversión existía en la época del Juguete, era mi grupo privado donde yo componía y hacía cosas. Rescaté ese proyecto y lo puse como nombre de mi proyecto solista.
Leí en internet que era algo como misterioso eso de La Subversión.
(Risas)… Sí, hay todo un misterio que me gusta alimentar. En realidad, lo formó un cuate que se llama F Boss y son sus rolas y F Boss es un loco total, que en teoría me dio autorización para usar esas rolas, no se sabe si soy yo o no. Los de La Subversión son una banda más libre en un sentido creativo, donde yo no tenía que compartir las opiniones de los otros chavos del grupo, hacía lo que se me salía del… del corazón, voy a decir, para no decir otra parte… no usar otros eufemismos anatómicos (risas)… y a veces el resultado era bueno y a veces no. Entonces sí me gusta alimentar que era una banda que nació en la colonia Roma, que este cuate me heredó sus rolas y me permitió usarlas. Era un grupo muy under, medio punketo, raro, y bueno, sí, es el nombre de mi proyecto solista.
Pronto vas a regresar a los escenarios.
Sí, estaba en ese proceso bastante difícil de generar un público para La Subversión, de autovenderse, de autopromocionarse, que a veces me gusta, pero a veces me da cierto pudor, porque uno es su propio promotor, y quedas como muy vanidoso (risas)… En realidad, soy vanidoso, para qué ocultarlo. Todos los que hacen algún tipo de arte y lo muestran tienen una vanidad importante.
El ego es importante a veces, alimentarlo.
(Risas)… Qué hubiera sido de la humanidad sin los ególatras. Es como decirle a Beethoven: “¡Pero usted es un ególatra!” (Risas)… Guardando las distancias, pero sin ególatras no hubiera arte.
Claro, de acuerdo. ¿Qué trabajo hiciste para Guillermo del Toro y para González Iñarritu?
Guillermo del Toro fue de los productores de uno de los primeros largometrajes que hice, Asesino en serio, que fue un largometraje de Antonio Urrutia que fue el primer largo de ficción al que yo le puse música en México, porque también he trabajado mucho para Tristán Bauer que es un director argentino. Colaboré con González Iñarritu en Beatiful, en unas cositas extras que él pidió, pero ya había colaborado con su productora, Z Films, en otros proyectos audiovisuales. Y he trabajado mucho con Martin Hernández, que es el socio de Alejandro. Pero nunca he sido quien les ha hecho la música principal como directores, salvo estas colaboraciones en Beatiful, pero nunca he hecho el score.
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Pero ya haber estado ahí con ellos y ayudarles en algunas cosas, es una gran ventaja, ¿no?
Sí, sí, sobre todo con Guillermo; él trabajando como productor, un gustazo, porque eso me permitió conocerlo. A mí me gusta mucho la literatura y el cine de terror y de fantasía y me parece que él tiene una sensibilidad oscura, en el buen sentido. A mí me gustan mucho estos monstruos que a la vez son frágiles, y encontrarme con él y conocerlo… Igual con Luis Mandoki que es un excelente director mexicano.
Trabajaste con Mandoki en esta película de los…
Voces inocentes, pero no hice el score, hice la música de los trailers de la película. Me hubiera encantado, pero no resultó. Espero alguna vez trabajar más asiduamente con Mandoki.
Podrías hacer un disco con los personajes de Guillermo del Toro.
Esa es una muy buena idea, ponerles música a los personajes. Muy buena, sí; te voy a tomar la idea. Lo que pasa es que tengo tantos proyectos… Además de que he vuelto a mi primera y más antigua pasión que es la literatura y estoy como loco, no quiero salir de ahí, estoy feliz.
A continuación, te presentamos la segunda parte de la entrevista: