Anizus Zaman es originario de Maniganz, Bangladés, nacido en 1962. Es un músico, traductor y escritor que ha establecido un estrecho vínculo con América Latina y el Caribe. De su trabajo como traductor podemos destacar sus versiones al bengalí de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, El Pozo, de Juan Carlos Onetti, Pedro Páramo, de Juan Rulfo y Arráncame la vida, de Ángeles Mastretta, lo mismo que de las novelas Desde hace mil años, de Zahir Raihan, y Pescador del río Podma, del escritor clásico bangladesí Manik Bandopadhyay, al idioma español.
Como músico, Anís ha incursionado con éxito en los géneros de salsa y balada pop, sus preferidos, donde ha compuesto, interpretado y realizado experimentos, en ocasiones con géneros tales como la timba. Su pasión musical no la desliga de su trabajo literario, pues concibe la música como una forma de traducción, en la medida en que, afirma este artista, “la música interpreta los sentimientos y las emociones”.
-¿Qué es la poesía?
La poesía, podría decir que es el camino más bello para expresar el más fuerte sentimiento, todo tipo de sentimientos; eso es poesía para mí. Es lo que entiendo: el camino más bonito, en la literatura, no estoy hablando de las otras artes.
-¿Cómo llegaste a México? ¿Cuál es tu relación con nuestro país?
Qué bonita pregunta. Soy de Bangladés y me fui a Japón a estudiar en 1985. Ahí conocí a una gran persona que me envió a una escuela para estudiar inyección de plástico y metal. Después, en 1988, me mandó a Tijuana para iniciar su división, así fue como llegué. Desde niño me atraía la literatura. Mi abuelo materno era una gran persona, hablaba cinco idiomas y nos traducía a Yalal ad-Din Muhammad Rumi, Las mil y una noches, etc., traducía de una manera muy fluida, de una manera muy automática, no sé cómo obtuvo ese don. Desgraciadamente, en aquel tiempo no pude grabarlo y se perdió con él todo lo que sabía. La atracción por la literatura me nace desde niño; mi madre escribe, un tío que falleció, escribía; mis tías escriben, pero ellos son muy tímidos, no quieren que se publique nada. Mi mamá sigue escribiendo, a veces en Facebook. Mi hermana escribe también. Llegué a México a trabajar en la industria y me retiré de todo tipo de arte, de las canciones, porque cantaba también, en mi niñez fui a la escuela de canto. Después, cuando ya más a menos las cosas estaban bien en mi familia, me casé con una mexicana, y nacieron tres niños de ese matrimonio. Y cuando estaba más estable, resurgió lo que estaba dormido en mí: el amor al arte. Mi esposa, por un lado, empezó a pintar y yo a escribir, traducir, hacer música, componer, todo lo que nos gustaba, porque ya teníamos tiempo, los niños ya estaban grandes. Esto es, de manera muy corta, para darte a entender, cómo es mi vida y mi relación con la literatura, y sobre todo con México y Latinoamérica. Hablando de México, tengo que hablar de toda Latinoamérica, porque mi país tiene gran interés en la literatura latina, por varias razones, porque en Europa y Estados Unidos las cosas sólo se sienten con los cinco sentidos, aparte de los cinco sentidos, no tienen los sentimientos que nosotros tenemos, y los tenemos también en la India. Conozco a los chinos y a los coreanos porque viví en Japón, ellos no son tan sentimentales, son más carnales. En Europa también las relaciones son más carnales y más formales. Nosotros, en el Este, todavía tenemos relaciones platónicas, podemos amar sin tener contacto. En Latinoamérica es una mezcla de las dos, amor platónico y carnal, pero es más sentimental, y se mezcló bien bonito con el amor carnal de Europa, eso me gusta, es una cosa maravillosa. Del lado indio encuentro algo cien por ciento parecido, ¿y sabes qué?, no hacemos el amor y cada quién por su lado, no es como en Europa y eso me encanta. Estoy hablando en general, no en específico. Y esta relación humana, persona a persona, me atrae mucho la de Latinoamérica, sobre todo en México.
-¿Cuál es tu opinión sobre el papel de la literatura en la sociedad actual? ¿Crees que los escritores tienen una responsabilidad social en su obra?
En la sociedad actual y en el pasado y el futuro, la literatura, las artes, juegan un gran papel. Los escritores, los artistas, no tienen ninguna responsabilidad social en su obra. Yo pienso que, si alguien toma una responsabilidad y trata de hacer arte, eso no es arte. El arte es sacar la emoción, el sentimiento, y eso se saca por diferentes medios, eso es el arte para mí. Llega a ser arte cuando esa expresión toca el corazón de otra persona, ahí sucede el arte, si no, todas las expresiones fueran arte, y no es así. De manera insistente he buscado yo la definición de la Estética, y hasta ahora he rascado y rascado y nadie me ha podido dar una definición concreta. Yo trato de hacer arte dentro de mí. Entonces, como te digo, si uno primero siente responsabilidad y trata de hacer el arte porque es responsable, no funciona y no es arte; pero si alguien sí siente esa responsabilidad hacia la sociedad y está molesto porque ahorita están matando estos hijos de la chingada a la gente, si yo siento y creo algo por los cabrones de los altos niveles en Estados Unidos e israelitas, no matarían a los niños. Si ese sentimiento lo llego a expresar por medio de mi pluma, eso llegará a ser arte. No sé si eso tocaría a los cabrones de arriba, los que están peleando, tal vez no, pero en la siguiente generación no habrá otro monstruo como Biden, ni otro monstruo como Netanyahu o como Putin. Tal vez las siguientes generaciones, quienes lean mi literatura, mis escritos, ya no van a crear a uno de estos dirigentes; tal vez la gente de las siguientes generaciones va a ser más sencilla en su corazón. Eso es lo que esperamos, por eso lo creamos.¡
-¿Cómo beneficia la inmediatez de la publicación y la lectura de las redes sociales a la literatura en general?
En mi opinión, sí beneficia bastante, porque uno cuando crea algo, sobre todo en la literatura en general, se puede publicar y no tienes que esperar, y eso motiva a quien está tratando de producir. Obviamente, junto con esto llega mucha basura, que realmente no es arte, pero con eso uno se anima, y empiezas a practicar y practicar. De ahí salen buenas cosas, se motiva la gente, pero, por otro lado, eso también hace algo de daño, porque hay mucha basura dentro de más basura. Entonces hay ventajas y hay desventajas, según yo.
-¿Quiénes son los escritores más fuertes de las letras mexicanas en la actualidad? ¿A quiénes lees?
Fíjate que no conozco mucho a los escritores mexicanos, a los más fuertes de las letras, pero creo que Eugenio Partida es uno de ellos, lo estoy leyendo. También estoy leyendo a Elena Garro, la estoy disfrutando muchísimo. Estoy leyendo mucho, pero aún no llego a los contemporáneos, espero llegar pronto. Para mí no va a ser posible leer a todos los grandes, no tengo tanto tiempo, entonces, soy muy selectivo. Creo que a finales de este año voy a leer a más contemporáneos y voy a trabajar con ellos.
-¿Te interesa la trascendencia? ¿Para qué escribes?
¿A quién no le gustaría trascender? Yo creo que, aunque alguien diga que no, en realidad siente que sí, porque nuestra vida en este mundo es muy corta. El mundo es muy bonito y queremos dejar algo de huella en él. Pero, ¿para eso escribo? No, no escribo para eso. Uno nunca piensa en qué va a quedar y qué no. Yo escribo porque siento la necesidad; quiero expresar lo que hay dentro de mí; no sé qué fuerza sea, pero siempre está dándome lata cuando tengo un sentimiento, de una u otra forma. Algunas veces sale como música, o como un cuento, o como una novela, pero nunca escribo para dejar huella, eso es un proceso que sale solo.
-¿Cómo fue el proceso para la traducción de Cien años de soledad? ¿Qué fue lo más difícil?
El proceso de traducción de Cien años de soledad, fue un trabajo de mucha lucha, fueron cinco años de traducción y dos años de edición. Pedir el permiso para la publicación, fue un proceso muy largo, pero lo disfruté muchísimo, y todavía lo sigo disfrutando. Disfruto los retos. Varias veces fui a Colombia para investigar cosas que no entendía, porque es muy diferente la cultura mexicana y la cultura colombiana; no nada más en las palabras: los pensamientos, las comidas, los rituales; todo es muy diferente. Colombia está mucho más cerca, yo diría, de Bangladés, porque es gente de agua; en México no hay tanta agua como en Bangla. Entonces, yo me siento mexicano, pero también encuentro con Colombia una semejanza, un amor, no sé, una atracción. Entonces, Cien años de soledad fue una experiencia muy bonita. Pedro Páramo no me dio tanta lata porque soy casi mexicano. Juan Rufo es de Jalisco, y ya sabes que en 1990 me pasé a Jalisco y lo encuentro más dentro de mí, aunque fue mucho más difícil Pedro Páramo, pero siento que es mío. Cien años de soledad también, pero soy más cercano a Pedro Páramo, en ese sentido.
-Mohsen Emadi me platicaba de las similitudes entre Irán y Jalisco en Pedro Paramo.
Por eso son obras universales, se cruzan las garitas, no hay garitas en ningún sentido; no nada más geográficamente, hay semejanza en casi todos los lugares. En Cien años de soledad me encuentro a mi abuela con Úrsula, y en la última parte, a mi suegro, en muchos caracteres. Y claro, no pude haber traducido la obra de Gabo sin conocimiento de su maestro Juan Rulfo. Gabriel García Márquez decía que podía recitar Pedro Páramo de la A a la Z. Y si te das cuenta, Cien años de soledad empieza con una línea de Pedro Páramo, y te puedo decir en que línea empieza Cien años. Pedro Páramo lo traduje en Bangladés, y Pablo Rulfo el pintor, el hijo de Juan Rulfo, es muy amigo mío. También traduje otros relatos de Rulfo. No creo traducir más de Rulfo, por lo pronto. Tal vez más adelante.
-¿Qué tanto puede un traductor intervenir un texto? ¿Puede poner ideas propias en base al texto o tiene que ser ciento por ciento fiel al original, aunque esto implique poca estética en el idioma al que se está traduciendo?
No, nada, cero, para eso son traducciones; pero te voy a explicar por qué: la traducción significa que yo estoy trasladando de un lenguaje a otro, nada más eso, la emoción, lo que nace de ese lenguaje; cada palabra lleva un sentimiento junto a lo que se quiere expresar, y lo que quiero expresar al traducir, primero es lealtad al texto. La manera en la que yo traduzco es cien por ciento fiel al original, lo que quiere decir el escritor. Lo siguiente, después de ser fiel al sentimiento del autor, es respetar la manera como lo quiso decir, la forma en lo que lo quiso decir. La tercera lealtad es la musicalidad, cómo suena, eso es muy importante en la traducción. Y, por último, son las palabras, pero sólo ahí es donde tengo la libertad de la que hablas. Si yo traduzco directamente de un leguaje a otro, es probable que no se entienda, entonces tengo que cambiar las palabras.
-¿Cuáles son las características de un buen traductor, según tu experiencia?
Creo que en la anterior pregunta te respondo esta también, pero para entender el sentimiento de un autor, no es suficiente saber su idioma, tienes que vivir estos sentimientos, tienes que conocer su cultura, religión, la manera que la gente piensa, el ambiente, todo eso; por ejemplo, yo fui varias veces a Aracataca.
-¿Qué esperas de este año que comienza? ¿Cuáles son tus deseos?
El año 2023 salieron tres traducciones del español al bangla, El reino de este mundo de Alejo Carpentier, Elogio de la madrastra, de Vargas Llosa y La invención de Morel de Bioy Casares. Aparte, publiqué cuentos cortos en blangla y una traducción del bangla al español de un libro de cuentos contemporáneos, y salió, Mil años de asentamientos. Fue un logro de seis libros, ninguno de gran tamaño, pero está bien para la productividad, y este 2024 espero rebasar el 2023 en publicaciones.
Retirado en gran medida de las obligaciones laborales incursiona, a partir del año 2016 en el ámbito de la literatura, primero como traductor del español al bengalí y viceversa, y casi al mismo tiempo como escritor de cuentos. En la actualidad adelanta la escritura de su primera novela.