Nació en Tijuana en 1962. Ha publicado los libros Estrella de la calle sexta (2000), Aparta de mí este cáliz (2009), Tijuana: Crimen y olvido (2010) e Instrucciones para cruzar la frontera (2011) bajo el sello de Tusquets. En 2014 Cuadrivio le publicó una antología de cuentos, Media Nelson al corazón, y en 2017 Joaquín Mortíz y el Fondo de Cultura Económica publicaron su adaptación para novela gráfica de El complot mongol, de Rafael Bernal, con ilustraciones de Ricardo Peláez Goycochea.
¿Y qué más se puede decir de Luis Humberto Crosthwaite? ¿Que es uno de los mejores escritores del norte? Eso no, porque me dijo que no revolviéramos la literatura con la geografía.
Armé un conjunto de preguntas, que fueron ignoradas por mi entrevistado; pero, para mi fortuna, la entrevista continuó, aunque terminó respondiendo y llevando la conversación a su gusto y ritmo. Por un momento, durante nuestra charla, sentí que éramos personajes de Idos de la mente, quizás su novela más conocida (Tusquets, 2010). No me hubiera sorprendido que de pronto aparecieran Ramón y Cornelio a interrumpirnos con acordeón y bajo sexto. Por suerte no pasó.
A ver, a ver, la neta, Luis Humberto, ¿por qué estás regalando tus libros?
¿De veras quieres empezar con esa pregunta?
Me estás contestando con una pregunta.
Yo prefiero usar “liberar”, estoy liberando mis libros. Se oye más como lo que harías con un pájaro.
¿Tus libros estaban enjaulados, como pájaros?
Me estás haciendo otra pregunta y todavía no he contestado la primera.
¡Ay, okey, okey! Responde la primera pregunta.
¿Cuál era?
Mmm… ¿No te acuerdas?
Yo no, ¿y tú?
Pues… este… (risas)
¡No te acuerdas!
Pérame… sí… ¿por qué estás rega… liberando tus libros?
¿De veras quieres empezar con esa pregunta?
Me está empezando a doler la cabeza, Luis, ya… (risas). Sí, quiero empezar con esa pregunta.
No es una historia muy complicada. Tenía una relación muy linda con Tusquets Editores hasta el 2012. Fue una gran experiencia. Primero, bajo la dirección de Aurelio Major, quien me invitó a publicar ahí en el 2000. Luego con Verónica Flores, con quien publiqué cuatro libros más. Era una de las grandes editoriales en lengua española. Luego vino Planeta y la devoró como ha hecho con muchas otras. Y como todo lo que toca Planeta se convierte en nada, pues Tusquets se convirtió en nada. Fue muy lamentable.
¿Qué pasó con tus libros?
Eran cinco títulos que ya nadie hallaba en las librerías. Con frecuencia, gente me preguntaba por ellos y no sabía qué decirles. Lo que hacía era obsequiarles una versión en PDF de los libros que buscaban. Llegó el 2020 y sucedió la pandemia. La humanidad pasa por un momento crítico. Se pierden trabajos. La gente tiene que confinarse. Mi separación de Tusquets/Planeta sucede en ese momento. De pronto tengo los derechos de mis libros, puedo hacer con ellos, finalmente, lo que yo quiera. Muere un amigo mío muy querido, Hebert Axel González y decidí obsequiar uno de mis libros en su memoria. Luego pensé que todo lo que yo he escrito debería estar al alcance de los lectores, independientemente de si tienen suficiente dinero para comprarlos. Para eso los escribí, para ser leídos. No tener dinero o no hallarlos en librerías no debería ser un impedimento. Se me ocurrió crear una editorial y llamarla Ediciones Cuarentena 2020 y abrí un grupo de Facebook para ofrecerlos. Hasta ahora siete de mis libros están ahí.
El grupo se llama “Libros de Luis Humberto Crosthwaite”.
Sí, perdón por ser tan obvio (risas)…
¿Y tus regalías? Si tus libros no se venden, tampoco recibirás un ingreso por ellos.
Eso me preocuparía si yo fuera un escritor que vende muchos libros y que vive de eso. Yo nunca he vivido de mis regalías. Sin embargo, notaba cierto interés en los lectores, me querían seguir leyendo y yo quería que me leyeran. Era un punto perfecto para encontrarnos.
¿Y cuánta gente ha descargado tus libros?
¡Quién sabe!
¡¿No sabes?!
No sé y realmente no me interesa. Los libros están ahí para quien los quiera leer. Si fueran cinco, quince o trescientos los que se han descargado me daría el mismo gusto. Serían más lectores de los que tendría si los tuviera aún en Tusquets.
Pero, ¿a poco no se interesan en ti las editoriales?
Yo no dije eso. He recibido varias ofertas. Un amigo me llamó, muy preocupado, diciendo que no se podía imaginar que mis libros no estuvieran en librerías. Me puso en contacto con una editorial que se interesaba en publicar mis cuentos completos. También he recibido otras ofertas. Taibo me habló por teléfono para invitarme al FCE, lo cual le agradecí mucho.
¿Entonces?
La finalidad de un libro es leerse. Por lo pronto creo que estoy haciendo lo que debo con mis libros. En el futuro quizás cambie de opinión, pero por ahora es lo que quiero hacer.
¿Y qué piensan otros escritores de lo que tú haces?
Ni idea.
¿Nadie te ha dicho nada? Algunos podrían considerarlo un mal precedente.
¿Mal precedente? (risas) No me imagino a otros escritores siguiéndome en esta locura.
Entonces, ¿lo consideras una locura?
Pues sí, una locura muy personal. Sólo los locos hacen cosas que los demás no harían. Y no dudo que haya gente que me critique por hacer algo que estoy en mi derecho de hacer. No dudo que haya gente que le vea un lado negativo, sería muy mexicano eso, ¿no crees?
Yo creo que un libro impreso le da prestigio a un escritor.
Supongo que tienes razón. Pero es algo que tendrá que superarse. Los libros, como objeto, desaparecerán tarde o temprano.
¿Tú crees eso?
Es innegable. Así como han desaparecido muchos periódicos y revistas que ahora conocemos sólo por su versión digital.
No me quiero imaginar un futuro sin libros.
No habrá un futuro sin libros. Habrá un futuro sin volúmenes impresos como ahora no hay libros en pergaminos. Los métodos de comunicación evolucionan. El libro impreso ha servido fielmente a la literatura durante muchos años; las palabras y las ideas continuarán manifestándose aún después de que el papel deje de ser un medio viable para trasmitirlas. Claro, habrá oposición al cambio como la hubo hacia la imprenta de Gutenberg, como la hubo cuando los escritores dejaron de usar la pluma y empezaron a escribir en máquinas. A veces el futuro es difícil de imaginar, pero eso no detiene los avances tecnológicos.
Entiendo, pero tú de plano sí te pasas. Estás escribiendo cosas nuevas, cuentos, y eso también lo tienes gratis en tu grupo de Facebook.
Oh, sí. (Cantando): Mi gusto es y quién me lo quitará…
(Cantando): Solamente, Dios del cielo me lo quita, mi gusto es…
Me he preguntado últimamente si no les pasará lo mismo a los libros de cuentos que a los discos.
¿Cómo?
Hoy en día nadie compra álbumes, compran rolas, las rolas que más les gustan. A lo mejor ya no habrá libros de cuentos sino sólo cuentos. Y los lectores podrán comprar los cuentos por separado.
O piratearlos.
Pues sí, es también parte de la evolución.
Espero que eso no suceda. Me refiero a que ya no existan los libros de cuentos.
Yo tampoco. El cuento es un género fundamental, enorme en su singularidad. Pero un libro de cuentos debería ser un concepto total como sucede con esos grandes álbumes de los sesentas y setentas.
Como el Sargento Pimienta.
Sí.
Y aún así, hay gente que sólo conoce un par de rolas de ese disco.
Así es. Confiemos en que los libros de cuento sobrevivan porque serán indivisibles, cada cuento conservando su independencia, pero alimentado al conjunto.
¿Tú escribirías algo así?
Me encantaría. Pero no es fácil.
Además de tus cuentos que aparecen en Facebook, ¿estás escribiendo otra cosa?
Trabajo en una novela…
¿Y qué vas a hacer cuando la termines?
Pues…
Mejor no me digas. Eres capaz de regalarla también, ¡una novela inédita!
Lo he pensado… pero tienes razón, mejor no te digo.
Y así cerramos la sesión entre bromas y recordatorios. ¿O colgamos el auricular? No me acuerdo, ya era muy tarde. Pero ahora lo saben, Luis Humberto Crosthwaite está regalando su obra en PDF, en Facebook. Habrase visto.