Claudia Islas obtuvo el Premio de los Juegos Florales Margarito Sández Villarino, San José del Cabo, en 2016. Es poeta, editora, promotora cultural, diseñadora y chef. Tiene estudios en Comercio Internacional por el ITESM, estudió Creación Literaria en la Escuela de Escritores de SOGEM, se graduó de chef por ASPIC y tiene un Master en Marketing digital.
– Platícanos un poco sobre Las Correcaminos, ¿de qué se trata el proyecto?
Es un podcast temático que tiene como hilo conductor la poesía y la literatura. Lo ideamos y conducimos entre Anja Aguilera y yo. Se graba mediante sesiones por zoom en las que invitamos a autores o lectores para platicar con relación a un tema en específico que se define para cada sesión. Luego lo edito para usar solamente el audio y lanzarlo al mundo en forma de podcast.
Surgió durante la época del confinamiento por el Covid-19, ya que nos hacía falta el contacto que se genera en los encuentros y ferias literarias con nuestros colegas y amigos escritores. Encontramos una forma de vernos aun en la distancia y crear algo que pudiera acompañar a los demás mientras hacen otras actividades. Preferimos usar solamente el formato de audio porque entonces nos sentíamos saturadas de tanto video que circulaba, pretendemos que siga así pues nos han comentado que, al ser audio, les permite realizar otras actividades sin la necesidad de estar pegados a la pantalla como es el caso del video.
– Si un niño de cinco años te preguntara qué cosa es la poesía, ¿qué responderías?
Interesante pregunta. Pienso que, quizás, debería preguntarle yo a ese niño cómo se siente la vida y descubrir la poesía en sus palabras. Pienso que, de niños, todos tenemos la capacidad de hacer poesía cuando empezamos a nombrar el mundo y que, quizá el afán de pertenecer a la sociedad, de subsistir en el mundo consumista, nos orilla a ir perdiendo esa manera poética de observar y experimentar la vida. Quizás, le pediría que me describiera algo que experimenta por primera vez y le contaría que la poesía está allí, en su manera particular de ver, de sentir y luego nombrar. Le diría que la poesía es eso que nos ayuda a ponerle palabras a las emociones que no sabemos nombrar y queremos compartir.
– ¿Qué piensas de los concursos literarios y las becas? ¿Crees que estén arreglados o vale la pena concursar?
Uff, buen tema. Creo que concursar es como apostar a la ruleta, donde la entrada es hacer tu mejor esfuerzo y escribir tu obra maestra (al menos en ese momento). Una vez en la partida, lo demás dependerá del azar, de que sea el proyecto correcto, de que sea el momento indicado para tu propuesta, de que al jurado le hable o le mueva el tema y estilo que propones; y por supuesto, de que ninguno de los jurados tenga a alguno de sus pupilos-amistades entre los concursantes y quiera otorgarle el premio.
Pienso que los concursos de poesía y arte en general, siempre tienen un carácter subjetivo. Aun así, pienso que vale la pena concursar ya que sirve para aprender, para experimentar con las formas, también como fecha de entrega para un trabajo al que hay que ponerle todo el esfuerzo. Claro, siempre hay que tener en cuenta que enviar el trabajo es apenas el impulso para girar la ruleta y tener siempre la esperanza de que un día caiga en nuestro número.
– Como editora, ¿cómo ves el futuro de la industria editorial en México?
Uff, pienso que seguirá creciendo la brecha entre los monstruos editoriales y las editoriales independientes. El mercado de libros de autoayuda/coaching/superación personal seguirá creciendo mientras que la literatura y la poesía cada vez se irá más hacia las editoriales independientes, salvo algunas excepciones que se deriven de premios otorgados por las grandes editoriales o los influencers que ya tienen su público cautivo. Como autores, quizá tendremos que empezar a pensar también en crear nuestros «seguidores» y aprender los medios de autopublicación.
Creo que hay una buena oportunidad para llegar a más lectores en los libros digitales (bien editados), quizá también es tiempo de pensar en ese formato.
– ¿Qué opinas del uso de la Inteligencia Artificial para escribir narrativa o poesía?
Pienso que pueden ser buenas herramientas, sin embargo, el hecho de sentir, de imaginar, todavía no se logra replicar con IA: aún es necesario dar la orden, idear o imaginar lo que se quiere crear. Partiendo de allí, me parece una buena herramienta para lograr dar formato o estructura.
Personalmente, trabajo algunos diseños con IA y me entusiasma crear ilustraciones e imágenes que antes no podía lograr. Aun así, siempre implica trabajo y aprender un nuevo lenguaje.
Actualmente las herramientas de IA que existen para crear textos, todavía están muy limitadas en nuestro idioma, pero estoy segura que seguirán avanzando. ¿Que nos quitarán el trabajo? Ojalá, ojalá realmente nos quiten los procesos que implican trabajo y nos den más tiempo para aplicarlo en crear.
Su trabajo ha sido incluido en revistas y antologías tanto nacionales como internacionales. Ha participado en diversos encuentros literarios y presentaciones alrededor del país, desde Tijuana hasta Yucatán, así como en Cuba, Copenhague, Münich y Estados Unidos.
– ¿Cómo fueron tus presentaciones en Münich y Copenhague?
Una aventura maravillosa, fui parte de una caravana de 4 poetas mexicanos, invitados al Festival de Literatura en la Universidad de Copenhague y a dictar una lectura en el Instituto Cervantes en Münich. Una experiencia muy especial leer para auditorios llenos, con mucho interés por nuestra cultura y trabajo como poetas.
Mi ponencia fue acerca de las mujeres poetas en México, recuerdo que incluí el dato estadístico de 9 feminicidios por día en México (en 2018), les sorprendía pensar que en este país las mujeres nos sentimos inseguras al caminar por las calles.
– ¿Qué necesitas para escribir y cuál es tu rutina diaria?
Necesito un espacio tranquilo para poder concentrarme, a veces un poco de música.
Mi rutina comienza escuchando el canto del “piscui” que me avisa que ya es hora de despertar. Luego enciendo la computadora y leo un poco mientras desayuno. De ahí a darle a la agenda, a veces hay mucho trabajo de diseño, otras hay que editar podcast, otras hay que preparar material para alguna lectura o maleta para viajar. Todos los días son diferentes, soy enemiga de la rutina y trato de evitarla lo más que puedo.
Es autora de los libros de poesía: La hebra que teje el mar, Ojos de obsidiana, Vuelos de barlovento, Frágil y Sueños de plumas negras. De los cuentos infantiles: Las nubes nunca pasan por cangrejos, Los asustadores del ruido y El día que el mundo se puso raro; así como del poemario objeto Koinobori y de Abril en sus tobillos -un performance poético gastronómico.
– ¿Qué representa el mar para ti?
Junto al mar me siento en paz, en mi casa. Eso, representa sentirme en paz.
– ¿Cómo definirías tu poesía?
Me gusta creer que la poesía que me habita es un sentir que nace a partir de una mirada particular que quiere compartirse. Es un intento honesto por compartir lo que soy y lo que vivo.
– ¿Qué planes tienes a futuro y dónde te visualizas dentro de diez años?
Por lo pronto, terminar mi próximo poemario, ya casi está listo. Tengo planes de seguir viajando, llegar a lugares diferentes para compartir mi poesía, a donde me inviten. Seguir con el podcast de Las Correcaminos, me gusta pensar que con el tiempo irá ganando más seguidores.
En 10 años, quisiera estar cerca del mar, en un país donde la gente se atreva a leer poesía. Y claro, me encantaría haberle pegado al número ganador de la ruleta de vez en cuando.
Ahora escribe mientras diseña y estudia bajo alguna amapa de la inquieta ciudad de Culiacán, regresando intermitentemente al principio del mar en Cabo San Lucas B.C.S. y a la interminable Ciudad de México cada que la vida se lo permite. Nunca ha pisado el rincón del mundo donde nació, pero está segura que cuando sea el momento, volverá para leer algunos versos bajo la falda del Citlaltépetl.
¡Respira! Es la primera palabra que recuerda y está pensando seriamente en tatuársela en un lugar visible, por si algún día se le olvida.