Carlos Velázquez nació en Coahuila, en 1978. Es autor de los libros de cuentos Cuco Sánchez blues (2004) y La Biblia Vaquera, nombrado entre los libros del año en 2009 por el periódico Reforma. Velázquez recibió el Premio Nacional de Cuento Magdalena Mondragón y ha sido antologado en el Anuario de poesía mexicana 2007 del Fondo de Cultura Económica.
Poetripiados tuvo una larga charla con el escritor en el que habla de su experiencia con la cocaína y su paso por la literatura mexicana.
Quienes no te conocen tal vez tengan una imagen de ti como de muy rudo, ¿en realidad eres tan rudo?
Depende de quien se trate. Lo que me llama mucho la atención es cuando la gente se escandaliza por lo que escribo, que la pinche coca y la madre, ¿que esa gente nunca leyó a Hunter Thompson y todos estos autores? Yo creo que después de todo lo que ya se ha escrito, yo termino siendo como light.
Tú eres muy directo con el rollo de la cocaína, ¿es cierto que eres muy cocainómano o es pura publicidad?
Ya no, pero sí hubo un tiempo que estuvo muy cabrón, toda mi vida giraba alrededor de esa madre, y ahora que vine a México me topé con el Benassini y me contaba cosas que yo hacía en Hermosillo y no me acuerdo. Dice que le compraba 3 mil pesos de coca al Cristian y que me encerraba en mi habitación del hotel y ya no salía. Pero desde que nació mi hija le tuve que bajar mucho de huevos, y cuando llegó la guerra contra el narco se acabó la buena cocaína, y yo estaba acostumbrado a probar la original, en Hermosillo estaba riquísima. Por ejemplo, cuando fui a Perú, pues sí, ahí no mames…
Ahí está la mera mata, ¿no?, literalmente…
Sí, y me metí 9 gramos en 3 días, pero no mames, esa coca no tiene nada que ver con la de aquí. O sea que mi nivel de resistencia es alto, porque supuestamente el cuerpo humano no resiste más de un gramo diario o gramo y medio…
Te puede dar un infarto. ¿O cuáles son las consecuencias de una sobredosis?
Te puede dar un infarto, te puede dar un derrame, te puede dar una intoxicación que te conduce finalmente al paro; muchos han muerto de envenenamiento por cocaína.
¿Y no te daba miedito?
Pues fíjate que a diferencia de lo que se consume acá, esa madre es una experiencia totalmente distinta, entonces nunca me sentía mal, no hubo posibilidad de sentir miedo. Todavía me meto, pero ya esporádicamente, la última vez fue en febrero…
Ya no te marraneas tanto, pues…
Ya no me marraneo, porque pues… esa madre te exige demasiado y ya no le puedo dar tanto, en aquellos años no tenía ninguna responsabilidad, ahora tengo que hacer una columna a la semana, escribir para acá, para allá, escribir ficción, sacar el otro libro, ir planeando y la chingada. Me acuerdo que antes de que naciera mi hija, en el 2004, hice un intento por desengancharme, incluso vine a la Ciudad de México al Instituto de Psiquiatría que está en Tlalpan…
Sí, lo conozco bien, cómo no.
Y empecé a tomar terapia con una especialista en adicciones.
O sea que tomaste en serio tu retiro de las drogas.
Sí, pero no pasó, no se consiguió, fue el nacimiento de mi hija lo que me … me tuve que ocupar en otras cosas, hasta que ya no me fue posible sostener las dos actividades. Por ejemplo, cuando yo chupo o me drogo, quiero disfrutar y no estar ateniendo a nadie, no estar cumpliendo responsabilidades, entonces ya fue imposible seguir con ese tren y qué bueno que pasó porque para la cantidad que me metía me pudo haber pasado algo.
Yo siempre te veía en Hermosillo, con la barbilla en alto, lentes oscuros y bien tumbado, el morro (risas)…
Sí, estos cabrones hacían su agosto con nosotros.
Seguro sacaban lana para todo el año con ustedes.
(Risas)… estaba muy buena la pinche coca.
¿Quiénes son los narradores vivos más importantes para ti?
Yo creo que Elmer Mendoza. En general he consumido muy poca literatura mexicana, no por mamón, es que desde chavillo empecé a leer norteamericanos y nunca me he salido de ahí, incluso nunca he leído orientales, ya ves que de repente se ponen de moda, pero no he caído en la tentación. También a José Agustín, pero con Elmer Mendoza entendí muchas cosas; con lo que hicieron Elmer y el Crosthwaite, entendí que mi camino era el pop, wey…
La literatura pop.
Ajá, y ellos fueron los primeros en esgrimir ese estilo o empezar a perfilarlo, porque, por ejemplo, El Amante de Janis Joplin, ya con el título te dice de qué va el pedo, y ellos combinan la mitología pop con nuestra propia lengua y sale una literatura única en el panorama de la lengua española. Nunca me he sentido identificado con los escritores del centro, ni siquiera formé parte de esa generación que quería matar a Fuentes, yo no tenía que cometer ningún parricidio porque yo no tuve padre, nuestra literatura es más reciente, y lo que hace Elmer, sobre todo en las indagaciones del lenguaje, es descubrir una tercera lengua, para mí. Yo siempre hablo del primer párrafo de Efecto tequila, hay al menos ahí 7 u 8 voces en 14 o 15 líneas: es el personaje, el pensamiento, un comercial de televisión, un eslogan en la pared, la letra de una canción, es increíble lo que hace con la lengua, y ese fue el impulso que yo sentí cuando escribí La biblia vaquera, tenía que tratar de trasladar a la página esa lengua norteña que se venía indagando por narradores como ellos. También David Toscana es dueño de un lenguaje propio.
¿Qué me dices sobre la crítica de los del centro a los del norte, porque escriben sobre narco, drogas, prostitución, ese apego a resaltar lo malo de las sociedades norteñas?
Bueno, pero es que, no es una cosa de la crítica, lo que pasa es que es una cosa del mercado. Cuando empieza a emerger la literatura norteña, el mercado ve ahí una veta muy importante a explotar, la novela del narco, la narconarrativa, entonces los libros empiezan a llegar a las mesas de novedades…
¿No será por morbo que los compran?
Sí, lo comenzaron a consumir de manera ávida… La literatura del centro siempre ha estado girando sobre sí misma…y sigue girando sobre sí misma. Entonces, empiezan a llegar estas noticias del norte y están muy interesados, la crítica, pero sobre todo el mercado en tener noticias de lo bárbaros que somos y de cómo nos estamos matando, entonces empieza el mercado a explotar este mercado y empieza a ver una proliferación de novelas sobre narcotráfico, porque, evidentemente, al convertirse en un éxito de ventas, todo mundo tenía que escribir sobre el narco. Fuimos muy pocos los que decidimos decir: “El norte no es sólo eso, hay más cosas”, al grado de que muchos autores del narco han sido relegados y son muy pocos los que se mantienen en primera línea; Elmer, por ejemplo, porque para mí, lo que hace no es novela del narcotráfico, para mí lo que sostiene su literatura, es su capacidad de inventar una nueva lengua, es el lenguaje lo que hace que sus novelas no pierdan vigencia y se mantenga como autor de primera línea. Pero esta corriente ya fue rebasada, si revisamos el mercado, verás que los espacios que antes ocupaba la narconovela, ahora los ocupa la literatura feminista.
Entonces la novela del narco ya pasó de moda…
Lo que pasa es que funciona en base a una fórmula y esa fórmula ya se desgastó, la fórmula del policía corrupto y el narco buena onda. Por ejemplo, tú lees Estrella de la calle sexta, y dices: “que buen libro”, pero no te produce hartazgo. La novela del narcotráfico, quizá no pereció del todo, pero se trasladó a las series, hay Narcos México, Narcos Colombia, el mercado que tenía cautivo la novela se lo arrebató la serie contra el narco. La novela sobre la violencia en México nunca va a pasar de moda, porque somos un país violento, y va a seguir teniendo continuidad.
¿Qué tanto influyen las novelas del narco en la sociedad, que tanto influye en esa sociedad en crecimiento, como lo son los jóvenes?
No sé cómo se pueda medir la influencia directa sobre el ciudadano de a pie, pero lo que sí es innegable es que nosotros como mexicanos, no sólo los norteños, sentimos una fascinación con el narco que nunca se va a agotar. ¿Por qué? porque en un país con una desigualdad tan grande, el morrito que vive en una colonia de la periferia que nunca va a tener acceso a la escuela, que nunca va a poder ganar más de 700 pesos a la semana de chalán de albañil, ve en el narcotraficante un modelo, porque un traficante es aquel que se revela contra la ley y hace lo que quiere, entonces se convierte en una especie de justiciero moral contra la pobreza.
¿Crees que existe una buena crítica dentro de la literatura mexicana?
Evidentemente el papel del crítico ha empezado a desdibujarse de manera alarmante. Cuando yo empecé había críticos que se dedican exclusivamente al campo de la crítica, luego vino una generación de mi edad, nacidos en los 70s que, teniendo una gran capacidad de enarbolar un aparato crítico, comienzan a querer ser actores de la literatura, novelistas, narradores, estrellas, lo que es respetable, pero lo que ocurrió fue que los críticos de mi generación dejaron de comentar para dedicarse a la creación, y en muchos de los casos dejaron un poco tirada la cuestión de la crítica en México. Sin embargo, quedan algunos críticos bastante importantes y algunas voces de autoridad. Una cosa que me llama la atención es que nosotros en el norte nunca tuvimos un aparato crítico, nuestra literatura fue recibida y comentada por la crítica del centro y en ese sentido la crítica siempre ha sido la que ha perfilado cierta idea del canon.
Oye, Carlos, pero ¿qué es la crítica?, porque está como un poco devaluado eso, es muy criticable la crítica.
Desafortunadamente, y este es un fenómeno que pasa en muchos campos de la literatura mexicana, el conflicto de intereses permea sobre lo que se produce, entonces es raro encontrar un crítico verdaderamente insobornable. Pienso en el caso de Roberto Pliego del suplemento Laberinto. Roberto Pliego es un crítico a quien sus amigos le han retirado la palabra, o se han emputado con él porque el wey le ha dado en la madre a sus libros, eso habla de una honestidad insobornable; pero cuando viene el conflicto de interés, cuando viene el crítico que pertenece a un grupo o que tiene encono contra ciertos autores porque son del norte, tienen éxito, porque les caen mal o nos son amigos de sus cuates, entonces es cuando todo se va a la mierda.
¿Qué tan importantes son los premios la hora de definir a un escritor?
Fadanelli dice que los premios son algo que se presenta por una suma de malentendidos. El asunto con los premios y las becas, es que muchos actores comenten un error al suponer que una beca o un premio significa la consagración. En un medio literario como el mexicano, donde no es posible sobrevivir escribiendo, los premios que son como recompensa y tampoco son como un aparato totalmente sano, en ocasiones hay premios que no son transparentes, pero considero que no deben desaparecer, porque no hay aparato cultural que le permita al escritor sobrevivir de lo que escribe.
¿Has logrado vivir de lo que escribes?
Malvivir.
¿Tienes un trabajo formal?
No, nada más columnista, cronista en algunos medios…
¿Entonces sí puedes vivir de las letras?
Con mucho esfuerzo, pero sí. Si yo quisiera conseguir más lana, tendría que dedicarles más tiempo a cosas que no quiero.
Me decía Luis Humberto Crosthwaite que el libro va a desaparecer, ¿tú le ves un futuro a la literatura impresa?
Estoy en desacuerdo porque hace algunos años ya habían decretado la muerte del libro impreso, cuando empezó Kindle y el libro electrónico, pero justo El País sacó un reportaje donde hace un conteo de ventas electrónicas y las ventas del libro electrónico sólo alcanzó el 5% y ese año fue un año récord, nada más en Barcelona se publicaron 100 mil títulos, y en ese momento la popularidad del libro electrónico se fue por los suelos. Y si eso que dice Luis Humberto llega a ocurrir, será algo que nosotros no vamos a ver, no lo descarto, pero no lo vamos a ver. Yo creo que va llegar un momento en el que la gente se va hartar de la tecnología y vamos a volver a los libros.
Habría que pensar si habrá árboles para hacer esos libros, pero igual se hacen de algas marinas o algo así.
Sí, de nalgas marinas, exacto (risas)…
¿A qué hora escribes?
Cuando era muy joven que empecé a viajar a Monterrey y conocí a Arnulfo Vigil que tenía una revista que se llama Oficio, me medio adoptó; yo no era nadie, no había publicado nada y nos conocimos y el cabrón me adoptó, me dio de comer, me llevó a su casa y me llevó a todos los table del centro… (risas)…
Vio algo en ti, ¿no?
Sí, y yo no tenía trabajo, no tenía dinero, y no quería trabajar, por otro lado. Pero para mí Arnulfo fue una figura admirable. Es que la gente que leía en Torreón consumía cosas muy conservadoras, a los autores de siempre, Fuentes, Vargas Llosa, Márquez, y cuando llegué a casa de Arnulfo tenía a Ginsberg, Shepard, libros de Burroughs, tenía libros que jamás en la vida había visto…
¿Qué edad tenías?
Tenía 22 ó 23. Entonces me gustó mucho y me hizo entender que había otras literaturas, y me hizo pensar que yo no quería escribir como escribían todos, que iba a encontrar mi propio estilo leyendo cosas que no pertenecían a lo que comúnmente gira en los circuitos literarios tradicionales. En su casa, Arnulfo tenía la imprenta y siempre había mucha gente, muchísima, siempre, nunca estaba solo durante el día; entonces con ese barullo, de sus hijas, de la esposa, de los asistentes, de la gente que entraba y salía, Arnulfo se sentaba en medio a escribir… Y una vez le dije: “¡qué pedo!”, y me dijo: “lo que tienes que hacer es aislarte de todo y ponerte a escribir en medio de donde sea”, y eso me sirvió mucho en lo sucesivo. Gracias a esa enseñanza, mi proceso creativo es así, donde me agarra la necesidad, ahí me pongo.
¿Cómo es un día ordinario en tu vida?
Me levanto temprano, le hago un licuando a mi hija, me voy a nadar, regreso, me siento a escribir de las 11 de la mañana a las 2 de la tarde…
¿Vives en pareja?
No, soltero.
Eres papá soltero.
Ajá. Luego en la tarde mi hija se va con su mamá a comer y en la tarde paso por ella a la natación, le doy de cenar y me pongo a leer. Los sábados me voy a la cantina hasta donde tope y el domingo crudeo.
¿Qué proyectos tienes?
Acabo de sacar un libro de crónicas de música que es una selección de varias crónicas que publiqué en la revista de Sexto Piso, salió hace un mes.
¿En qué librerías está?
Está en Gandhi, en El Sótano, en El Péndulo.
¿Cómo se llama el libro?
Mantén la música maldita. Y estoy preparando dos libros de cuentos más que aspiro publicar, uno en el 2021 y otro en el 2022.
Así es que, queridos amigos, prepárense para nuevas e interesantes lecturas; los libros de Carlos Velázquez, un escritor con criterio y agudeza, son garantía de calidad y diversión, de eso no hay duda.