Jackson Pollock fue un artista estadounidense que ganó terreno en la fama a partir de 1950 gracias a sus pinturas innovadoras y creativas. Su rebeldía se reflejó desde la ruptura con su educación artística tradicional, hasta el desarrollo de un estilo único, en el que utilizaba cuchillos, corbatas, pinceles y tenedores para realizar sus obras, aunque también esa rebeldía se plasmó en su vida personal.
Creció en una familia de presbiterianos y de ascendencia escocesa-irlandesa, en la que su padre, un granjero convertido en un proveedor del gobierno, razón por la que tuvieron una vida más o menos decorosa y por la que se vieron obligados a vivir en varias partes de Estados Unidos, entre ellas Arizona y California, en cuyo estado comenzó a estudiar en la Preparatoria de Artes Manuales, de la que fue expulsado.

Debido a los viajes realizados junto con su padre durante la edad adolescente, comenzó a covertirse en un admirador de la cultura de los pueblos nativos estadounidenses, hasta que a los 18 años, en 1930, se estableció con su hermano en Nueva York, ciudad en la que estudió. Fue discípulo del pintor Thomas Hart Benton (1889-1975), quien figuró en el arte por sus obras en las que proyectó las escenas cotidianas del Medio Oeste estadounidense.
Cuando llegó a Nueva York, la gran depresión económica en Estados Unidos iniciada en 1929, se extendía por toda Europa, mientras que en su país, Al Capone era sentenciado a 11 años de cárcel por evadir el pago de impuestos. En ese 1930 el mundo se convulsionaba con eventos que cambiarían la historia como el final de la Guerra Civil Española y la invasión de Alemania a Checoslovaquia: era apenas el inicio de la terrorífica Segunda Guerra Mundial.

Mientras eso sucedía, Pollock empezaba a conocer algunas técnicas en la pintura. Entre 1938 y 1942, Jackson tuvo varios trabajos, uno de ellos para el Federal Art Project Works Progress Administration, un programa de subsidios creado por el Gobierno Roosevelt y que le ayudaría mucho a dedicarle todo el tiempo disponible al arte.
En esos seis años, Pollock desarrolló la enfermedad del alcoholismo, contra la que luchó por el resto de sus días. Se sometió a varias psicoterapias, hasta que un especialista lo alentó a salir adelante utilizando lo que más le gustaba hacer: pintar. Fue el doctor Joseph L. Henderson, quen lo somentió a un tratamiento junguiano, que buscaba iluminar esas áreas oscuras de la psique para favorecer la autorrealización del artista.

Esta terapia había sido creada por Carl Jung, quien llevó a otro nivel muchos de los conceptos heredados de Sigmund Freud. Fue así como Pollock encontró en el arte la explicación de su inconsciente, casi siempre colvulso, en el que subyacían todos los conflictos que lo empujaban a beber y beber.
Dentro de la psicología de los procesos inconscientes, la psicología analítica ofrece un campo privilegiado para la investigación del arte por su interés en la función simbólica. En la psicología de Jung, el arte se revela como un proceso en parte de naturaleza inconsciente. La experiencia artística no es una experiencia racional, ni tampoco absolutamente consciente en todas sus dimensiones. Desde un análisis fenomenológico parece más bien que la visión del arte captura al que la contempla y también al artista que lo crea, siendo ambos incapaces de explicar esta vivencia.

Los estudios realizados por Jung afirman que existen dos tipos de arte, que en 1922 llamó arte introvertido y extravertido o simbólico, pero ocho años más tarde utilizará otra categoría: arte psicológico, y arte visionario. Existe un tipo de obras artísticas que se crean por la voluntad del autor que para realizarlas parte de sus dimensiones más conscientes. Estas obras surgen de la decisión del artista que somete la materia de un modo u otro, persiguiendo diferentes efectos. Él decide y cambia, sopesando y midiendo en cada trazo lo que quiere conseguir.
Por eso el médico Henderson, dicípulo de Jung, fue vital para que el mundo conociera la obra de Pullock, pues éste empezó a experimentar una recuperación, aunque lenta, muy segura, aunque el artista tuvo una recaída en el alcohol de la que nunca se levantó, y fue precisamente durante una sesión de pintura que volvió a beber.
El artista, apoyado por el doctor, desarrolló el dripping o chorreado, que consistía en gotear y salpicar la pintura sobre una tela sin tensar colocada en el suelo.

Esto de colocar la tela sobre el suelo lo aprendió de una comunidad indígena del oeste norteamericano. Estaba obsesionado con mantenerse alejado de las técnicas tradicionales, hasta que así dio a luz al Expresionismo Abstracto, rama artística afamada entre la década de los 40 y 60. La intención de esta técnica era buscar el surgimiento de diversas emociones sobre el público expectante.
Seis años después de que el artista empezara a sobresalir, el 11 de agosto de 1956, tuvo un accidente automovilístico en Springs, Nueva York, que le causó la muerte. Los últimos tres años de vida la pasó enfermo y había dejado de trabajar como lo hacía antes.
Las autoridades indicaron que conducia un Oldsmobile convertible, y que manejaba bajo la influjos del alcohol. En el accidente hubo otra persona muerta identificada como Edith Metzger. Los medios publicaron que Ruth Kligman, artista y amante de Pollock, salió ilesa del incidente vial.
El artista fue enterrado en East Hampton, para dar paso a una leyenda.
A continuación te compartimos este cortometraje animado, como tributo a la obra de Pollock: