El asesinato del poeta chihuahuense Enrique Servín, ocurrido 9 de octubre de 2019, todavía le duele a las letras mexicana. Con su partida no sólo se fue la defensa aguerrida de los idiomas indígenas, sino su humildad y generosidad para enseñar todo lo que sabía.
El autor nacido el 28 de enero de 1958, se destacó como abogado, políglota, poeta, defensor de los derechos humanos de la diversidad sexual y por su trabajo de capacitación, revalorización y difusión de los idiomas indígenas de Chihuahua, que le llevó a obtener premios y reconocimientos a nivel estatal, nacional e internacional.
Entre sus últimas actividades profesionales, Servín asesoró a maestros de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en el diseño y elaboración de textos escolares indígenas, con la esperanza de que los mestizos aprendieran a apropiarse de la sabiduría atávica y trascendental de los pueblos milenario.
Lo hizo por acuerdos institucionales, aunque él consideraba, de acuerdo con Gabriel Ortiz Servín, maestro y fotógrafo, al sistema educativo como una extensión del colonialismo o de las políticas asimétricas con la endoeducación de los pueblos indígenas.
El poeta es reconocido por todos sus allegados como un hombre solidario con las personas en situación vulnerable.
Su labor con las lenguas indígenas fue un nuevo paradigma en la incondicional entrega para salvaguardar la precaria condición de los grupos étnicos, sea ésta por el complejo desplazamiento lingüístico, o por la erosión del lenguaje por múltiples factores.
“Luly Carrillo tuvo el proyecto insensato y apasionante de publicar una revista literaria en la ciudad de Chihuahua, allá por 1975 o 1976. Palabras sin arrugas convocó a los jóvenes interesados en la literatura, y en uno de ésos encuentros lo conocí. Yo siempre esperaba su presencia pero no siempre aparecía. Desde el principio lo vi como un hombre de luces, erudito hasta el enciclopedismo, políglota, buen poeta y buena persona”, me dijo el escritor Alfredo Espinosa, una semana después del asesinato de Servín.
Otros de los poetas que conocían bien a Servín, era el tijuanense Roberto Castillo Udiarte.
“Conocí a Enrique hace unos diez años, en el encuentro de escritores ‘Lunas de Octubre” en la ciudad de La Paz, Baja California Sur. Lo primero que recuerdo es que comenzamos a platicar, durante un desayuno, sobre traducción literaria y la literatura de los nómadas tuarégs del Sahara y el libro “Cantos del oasis del Hoggar”, de la literatura erótica escrita por mujeres chinas y japonesas de los siglos III al XII, de los cantos anónimos de los esquimales, de la literatura nativa de las Américas, y brincamos a los poemas de Alí Chumacero, Francois Villon, y otros autores. Así iniciamos nuestra amistad”, manifestó.
Uno de sus amigos más cercanos era el autor mexicano Noel René Cisneros, quien en uno de sus artículos para Tierra Adentro, recordó que aunque Enrique publicó únicamente dos libros de poesía, era un gran poeta.
“Enrique fue un poeta, aunque sólo publicó un libro de poesía —en sentido estricto fueron dos, pero El agua y la sombra (UACH, 2003) recopila los poemas que publicó en Así de frágil será el pasado (UAZ, Dosfilos Editores, 1990) y Sin dolor de por medio (Onomatopeya, 1997)— esa obra es suficiente para considerarlo poeta. “Un poeta no tiene más de siete poemas perfectos”, nos citaba a Rilke y en El agua y la sombra es posible encontrar esos siete poemas, de hecho se encontrarán más, pero también ya es cuestión de gustos”, escribió el 21 de enero de 2021.
Tiempo atrás, en julio de 2012, uno de los presentadores del libro El agua y la sombra, Jesús Chávez Marín, retrató muy bien a Servín en un texto que escribió para la ocasión:
“Es tan vasta la información que maneja, tanto de nuestra época como de tiempos remotos, que la gente se queda durante horas escuchando su palabra, su conversación siempre animada y sorprendente; su memoria resplandece en poemas completos y largas frases literales dichas o escritas en un pasado que se vuelve en su voz tan viva como en el momento original. Resulta difícil de creer que un hombre de tanta sabiduría conviva entre nosotros con naturalidad y sencillez, camine por las calles de esta ciudad y trabaje a nuestro lado todos los días, y que todo lo ha haga “sin pizca de infatuación ni de soberbia”, tal como en dos de sus versos lo expresa él mismo al referirse a sus ancestros”.
Precisamente para mantener viva la defensa de las palabras y su recuerdo, familiares amigos y académicos del poeta trabajan actualmente en la creación de una página web en la que se dará continuidad a su labor realizada en materia de rescate de lenguas y culturas de los pueblos originarios del estado de Chihuahua y de otras partes del país.
En el sitio web www.enriqueservin.org se podrá acceder a todo el material de investigación, traducción y exposiciones académicas realizadas por Enrique Servín durante su larga trayectoria como promotor cultural, indicaron en un comunicado distribuido a medios en las últimas horas.
Además se pondrá a disposición del público cibernauta las obras literarias traducidas a idiomas originarios que hizo Servín Herrera, así como sus trabajos de investigación y promoción de lenguas que se encuentran al borde de la extinción, propias de comunidades indígenas de Chihuahua.
La asociación civil Enrique Servín, integrada por familiares, amigos y personas que estudiaron de cerca la obra del maestro, estará a cargo del mantenimiento del sitio web, así como de su promoción y de la difusión de nuevos materiales literarios y académicos.
Hoy en Poetripiados, igual que sus familiares, amigos y lectores, le extrañamos, pero mantenemos viva su voz literaria con los siguientes textos de su libro El agua y la sombra: