Charles Bukowski es, sin duda, uno de los escritores más importantes de la contracultura desarrollada en Estados Unidos a partir de la segunda mitad del siglo XX. Genio, extravagante, prosaico e irreverente, plasmó una literatura nihilista con toques de fatalismo y humor negro que ha cautivado a lectores de varias generaciones.
Se retrató a sí mismo en algunos de sus personajes, como Chinaski, el protagonista de la novela El cartero, inspirada en uno de los múltiples empleos que tuvo y que le permitió deambular por las calles y dar vida a su creatividad a partir de todo lo que observaba.
Aunque le gustaba relatar períodos de su vida a través del reflejo de su alter ego, también vivió muchas anécdotas que bien pudieron formar parte de otra de sus novelas, pero prefirió encarnar a ese personaje en la realidad.
Una de esas historias fue la famosa entrevista que le realizó el periodista y crítico literario Bernard Pivot en Apostrophes, un mítico programa literario de la televisión francesa cuyo formato fue replicado en varias partes del mundo.

El autor de Factotum aceptó la invitación en 1978. Eran tiempos en los que ya había moderado el consumo de bebidas de alta graduación alcohólica, aunque conservaba su afición por el vino.
Según Linda Lee, su segunda esposa y compañera hasta la muerte, el escritor aceptó, pero puso una condición: beberse dos botellas de vino francés antes de salir a escena. Llevó varias consigo y se tomó dos en el estudio de televisión.

El programa trataba sobre literatura y marginalidad, y participaron otros cinco escritores. Hay que imaginar a Bukowski mientras lo maquillaban, poco antes de que iniciara la transmisión. Luego le colocaron el chícharo en la oreja, y hasta ese momento todo marchaba bien.
Quienes conocían al autor de Pulp sabían que, tarde o temprano, algo podía salirse de control. Y así fue. Cuando comenzó el programa, ya estaba ebrio: se había tomado dos botellas de vino y llevaba consigo otras dos, con las que empezó a hacer de las suyas.
Primero le preguntó a Pivot si quería tomar vino, pero este intentó ignorarlo, sin imaginar lo que provocaría su actitud. Luego, Bukowski comenzó a interrumpir a los demás, y en uno de esos sobresaltos soltó una frase dirigida a una escritora que enfadó al conductor: “Súbete la falda y te diré si eres una buena escritora o no”. El francés lo calló.

El programa versaba sobre literatura y marginalidad, y contó con la participación de otros cinco escritores. Basta imaginar a Bukowski mientras lo maquillaban, poco antes de que iniciara la transmisión. Luego le colocaron el chícharo en la oreja, y hasta entonces todo parecía estar bajo control.
Quienes conocían al autor de Pulp sabían que, tarde o temprano, algo podía salirse de cauce. Y así fue. Cuando el programa comenzó, ya estaba ebrio: había bebido dos botellas de vino y llevaba consigo otras dos, con las que continuó su desenfreno.
Primero le preguntó a Pivot si quería tomar vino, pero este trató de ignorarlo, sin prever las consecuencias de su actitud. Luego, Bukowski empezó a interrumpir a los demás participantes y, en uno de esos arrebatos, soltó una frase dirigida a una escritora que indignó al conductor: “Súbete la falda y te diré si eres una buena escritora o no”. El francés lo hizo callar.
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