Natal
La ese de tu columna
se debe a tu Saturno.
Esquivabas cosas
el futuro era
levadizo. Te hiciste
equilibrista, luna en libra.
Tu casa está en el fondo del mar, número doce.
Estás llena de aire, un tiempo antiguo en que sabías volar.
Después Saturno devoró tu espalda. ¿Qué es la tierra?
La tierra es una cosa que se cava
donde poner un hueso
y en tu carta no hay tierra salvo un hombre con cabeza de toro
abrazado a Quirón.
Lo primero que hicimos fue colgar nuestro helecho.
Una vecina apareció de golpe tras la puerta de enfrente:
Hay correntadas
fuertes
en este piso, el viento
puede arrojar macetas por el aire.
Repasé las camperas que había traído, los gorros, las frazadas. Sufro el invierno como un animal al que le falta su pelaje. Imaginé al helecho atravesando cada piso hasta la planta baja, deshaciéndose. Vos dijiste
La maceta es de coco
puede volar y no lastima.
Buenos días.
Y cerraste la puerta de nuestra casa nueva. La vecina rapaz, su mirada siguiendo el movimiento de tu brazo.
Vivimos frente a la torre espacial del Interama.
Doscientos metros de diseño futurista que por la noche se cubren de luces rojas. Nuestro barrio se construyó sobre el cementerio de un parque de diversiones, esta torre es lo único que todavía funciona. Ilumina los juegos oxidados con el extraño tono que tenían las cosas en los años ochenta. Sillas voladoras detenidas en lo alto, trenes fantasía atravesados por dientes de león y margaritas. A veces algo como la sombra de una niña subiéndose a los juegos. Termino de moler garbanzos con ajo y llevo la reposera al balcón. Me esperás sosteniendo un vaso repleto de hielo que emite sonidos. A un mismo tiempo miramos la luna y la torre. Vos decís somos dos astronautas. Yo digo
¿Hubo
existió algún momento
todavía en los comienzos cuando vos
mirabas un costado de tu hombro para hablarme
y yo saltaba de un tema hacia otro
atragantándome
por llenar el vacío de mi propio
silencio hecho de símbolos
mientras tu entorno desaparecía
borrándose como en la polaroid
que sostiene McFly en la segunda parte
de Volver
al Futuro había entonces
pudo haber, existió
un momento en que hayamos
o hubiéramos podido
ser
otra cosa?
Apoyás un codo sobre el hierro de la baranda y seguís con la vista perdida en las luces de la torre que te iluminan parte de las cejas. Giro hacia la izquierda y ahí están, como un mar de planetas insomnes, los monoblocks de Lugano I y II.
…
¿Y si esta fuera una ciudad desconocida?
Quizás estemos en un departamento que se transporta.
Después de todo, qué lugar es un balcón.
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Pola Gómez Codina (Buenos Aires, 1982) es profesora de Castellano, Literatura y Latín egresada del Joaquín V. González, especialista en Literatura y Lenguajes Audiovisuales por el Instituto Mariano Acosta y Magíster en Escritura Creativa (UNTREF). Participó en las antologías Ellas por ellas (Clara Beter Ediciones, Argentina, 2019), Sayana: voces del agua (Sombragrís, Ecuador, 2019), Martes verde (2020). Algunos de sus poemas fueron traducidos al francés (para la revista FRACAS) y al portugués (para la revista Felisberta). En 2020 publicó su primer libro, De fondo suena siempre Whitney Houston por la editorial Salta el Pez. En 2021 obtuvo una beca de creación literaria del Fondo Nacional de las Artes para la realización de una obra en torno al idioma guaraní. En 2022, su libro Guarania, editado por el sello Años Luz, obtuvo el primer premio del Concurso Nacional de Poesía Inés Manzano. El mismo año, obtuvo una mención en narrativa del Premio Estímulo a la Escritura Creativa: Todos los tiempos el tiempo, por su work in progress de no ficción Teoría de los erizos. En 2023 fue seleccionada para integrar la antología Poetas argentinas 1981-2000, Ediciones del Dock y la editorial Salta el Pez publicó su libro “Vuelta al mundo” (Julio, 2023). Trabaja como profesora de literatura en contextos de encierro con jóvenes privadxs de su libertad y coordina, junto a Karina Ardizzone el espacio de escritura creativa “La estrella”.