Desde Buenos Aires, Argentina, traigo esta propuesta de lectura de poetas contemporáneos de mi país con su diversidad de voces. Australes en nuestra región, decidores de sensibilidad sin que pueda yo construir una clasificación por zonas o pertenencia alguna. Acá se escribe voseando (aunque nada niegue el “tú” cuando aparece porque “yo” , quién sería). Y con sintaxis académica o con el lunfardo o el coloquialismo, neologismos, marcas de época. Y los inter-textos de gente en la multiplicidad del mundo. Una cofradía e individualidades del léxico, ritmo y sentidos.
Síganles el rastro para extraviarse. Ya dijo nuestro poeta argentino Edgar Bayley (1919-1990): Es infinita esta riqueza abandonada.
Iniciamos con tres poetas: Alberto Cisnero, María Belén Aguirre y Alicia Silva Rey
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Alberto Cisnero
DE RAYOS NEGROS (Barnacle, 2024)
4-
cuánto tiempo resiste una palabra. hay cosas
que no haríamos por amor ni por dinero
y que no tendrían existencia fuera de las páginas
de un libro. hay versos que quisiéramos repetir
en una noche cualquiera, cuando la luna no ciñe,
no precisa, y sólo nos restituye su desgastado frío.
vente y reposa, decimos. dónde estará nuestra vida.
una palabra es la mejor equivocación
de una palabra.
15-
hace muchos años que nos defendemos
de nosotros. hablar de causas sería mentar
un hábito. procuramos incidir en los mismos
errores y salir de ellos. amigos, viandantes
y especialistas escriben libros geniales todo
el tiempo. acaso porque no tengan otros.
por un acto de fe nos basta una ambición
modesta, urdir oraciones anónimas
o simplemente inconclusas. y practicar
el mal, admitirnos por nuestros defectos.
19-
qué cerca y qué lejos de nosotros
haber estado juntos allí sin que nada
tuviese que confortarnos. tantos días
hace ya. como se sale de un sueño
o como suele llevarse un recuerdo,
lo pondremos en nuestros corazones.
y lo mismo haremos al día siguiente.
simple fragmento de caliza; cada cual
tendrá su parte bajo la ropa limpia.
21-
sólo esperábamos la medianoche. con nostalgia.
antes de que se convirtiese en estrépito, calenda,
en cualquier otra cosa a nuestra salud. íbamos
a decir algo pero cambiamos de idea. alzamos
la cabeza y miramos las estrellas. a no sé cuántas
horas de lo último que recordábamos entonces.
ya no podemos recuperar nuestro pasado
y cada cual huirá hacia su propio sueño.
es lo que nos separa de la especie.
24-
resultaba muy sencillo cambiar una letra
o una palabra mendaz por otra, destinar
al lector solitario algo que ya existía antes.
por la línea punteada, como se admite la luna,
el sol y la caída de las hojas durante el otoño,
de una sola vez, tras un solo acto. algún día,
si pudiéramos, haríamos lo mismo con nosotros,
para recordar cuanto olvidamos (creíamos,
buscábamos, pero que al fin destruimos)
en tantos domicilios repetidos y precarios,
en sus patios umbríos, en cada sopa de fideos
instantánea, en todos los chinos del mundo.
Alberto Cisnero (La Matanza, Pcía. Buenos Aires 1975). Poeta y editor. Publicó “El límite de la materia” (2012); y otros libros. En 2024 publicará “De rayos negros”, en 2025 “Román paladino”, en 2026 “Clase 75”; y así sucesivamente.
Sitio web: https://albertocisnero.wixsite.com/home
@acbmlp
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María Belén Aguirre
PATER DIXIT
«—¿Papá?—He soñado que tu damajuana
está crecida como el Tupungato;
aún contiene tu cólera y mis versos»
ALFONSINA STORNI
1
AFASIA DE WERNICKE
Habiéndome comunicado con mi padre
a través de un médium espiritista
pude
por fin
veinte años después
establecer con él una conversación
antes impedida
por la incredulidad
o el miedo.
Transcribo
a continuación
para quien quiera oír
el idioma de los muertos.
2
PERDUTA GENTE
Las fuerzas me abandonan,
me dijo, como las minas. Y yo
he dejado a las fuerzas irse
por donde vinieron.
Era Miguel
robusto y débil. Un oso
polar en medio de la selva subtropical
de esta provincia de canículas anuales.
Hace mucho que no lo hago,
me aclaró.
Ni intermediar con los muertos, ni teletransportarme,
ni levantar muebles con la mirada. Hago, sí, otros trabajos.
Les doy de comer a los espíritus en un descampado:
yerba mate, azúcar, tabaco y vino. A ellos
les gusta eso.
Se relamen.
Yo supe ser,
me contó, el profesor Roger. (Ese era
mi seudónimo en un libro de antropología
que escribió una profesora de la Universidad. Ella vino
a consultar por la amante de su marido y terminó escribiendo
un ensayo sobre el peso
del pensamiento mágico en la mente subalimentada del proletariado. Pero
aquí venían todos: políticos de las más altas cúpulas, empresarios,
mujeres con guita, minas lindas o alindadas por la ciencia estética; los
que perdieron / a sus parientes y no sabían dónde hallarlos. Yo les decía
con precisión de perro de la yuta: “Buscala en tal o cual cañaveral”.
“Buscala en tal o cual basural”. A veces, las partes estaban desperdigadas
por un montón de lados. O no estaban. Habían sido
incineradas en hornos de ladrillos. O devoradas por las aves carroñeras
y vueltas excremento en algún azaroso lugar. Los desaparecidos (más
mujeres que hombres) eran como rompecabezas que nunca se terminaban
de armar. Por cada parte que hallaban, venían y me decían: “Che, Miguel,
encontramos la cabeza. Pero falta el corazón”. Y yo
les respondía: “Buscala debajo
de la cama. No sobre el piso,
adentro de la tierra. Ahí
está”.
Y estaba.
Miguel
ocupó la cabecera
de la mesa rectangular.
Miguel
sobrepasaba
los bordes de la silla y de la mesa.
Me senté en la silla de al lado.
Descruzá las piernas,
me ordenó.
Poné las palmas
de tus manos sobre la mesa
bien separados losdedos de los dedos,
precisó.
La casa olía a encierro.
A humedad, a morfina vencida, al mortuorio hedor
de un arreglo floral que conservaba de souvenier. A cáncer,
a metástasis trepándose por las paredes como hiedra, como
enamorada del muro. A esposa de Miguel por la que sus poderes
no pudieron hacer nada. A impotencia. A resentimiento de su hija
tarotista. A odio por su padre recién casado con otra. Padre
rehecho o maltrecho por un vínculo marital nuevo
que lo envejecía. La otra. Una
mujercita linda y demandante
que no entendía de otros
poderes como no fueran
los de este
mundo.
Se necesita fealdad y anorexia
para atravesar el ojo de la aguja de la fe.
Se necesita pobreza. Y un estómago ventrílocuo que te hable
con lenguaje gutural.
Se necesita tristeza y desesperación.
Se necesita un as enguillado en la manga
con que jugarse el último candor que se tiene. (Antes
de que cualquiera, en el menor descuido,
te lo arrebate).
Yo reunía todas esas cualidades.
Miguel aceptó recibirme por una simple y sencilla razón.
Me dijo:
Cuando me llamaste por teléfono
yo estaba en medio de una riña de gallos. El mío
venía perdiendo. Y no te podía atender.
Cuando cortaste, ganó. Nos trajiste
suerte. Por eso
te recibo.
Un talismán
pasé a ser. Un pensamiento
mágico.
Yo que hasta entonces era yeta.
3
PATÉ DE FOIE
Padre: Entro a vos
como se entra de noche a un país extraño
del que todo en absoluto
se desconoce
: idioma / costumbres
religión / supersticiones / caducidad
o vigencia del tabú.
Todo, Padre.
Un país
donde lo primitivo
se impone. Y es preciso darse
a entender como los mudos.
Por señas, Padre.
*
Padre: Eres
la llama ígnea que ondula
en mí y no se apaga
Aunque
sobre vos la tormenta
se precipite.
La media asta de una bandera
expuesta a las inclemencias
de una patria
desolada.
El viento rajó
en jirones tu bandera, Padre.
Percudido y mohoso
persistes.
Cuando tu última hilacha
caiga
serás
reemplazado por otra. Así
como si nada.
*
Padre: Inventaremos
un argot para nosotros solos
donde todo signifique lo contrario
A contrapelo, Padre, del lenguaje.
A contrapelo, Padre, de la cultura.
A contrapelo, Padre, de la ergástula.
Entonces podré
con libertad decir:
He caído, Padre, en el cielo. Y el cielo es
más blando y más dulce que el algodón de azúcar
celeste que me regalaste en el precámbrico
pasado de mi infancia.
María Belén Aguirre (Tucumán, 1977). Escritora y compiladora. Su obra consta de más treinta títulos. Y han sido traducidos al portugués, francés, alemán, italiano, inglés, al ruso y catalán. En 2020 obtuvo el Primer Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes, por su obra Siamesas. Siamesas fue publicada la Argentina y en España (2021- 2023). Su obra integra el acervo cultural de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno desde 2012. Ha reconstruido los guiones cinematográficos de Enrique Santos Discépolo.
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Alicia Silva Rey
MOLESKINE
ARCHIVO I
1- Desconcierto
Los que llamaron bárbaros
traían el incienso y la mirra
de los nuevos sentidos
(miríadas, constelaciones
de significados).
Y fuimos
sin saberlo
la mutación en curso,
plegamientos de una conciencia
disipándose.
Nuestra meta es el movimiento (la incertidumbre)
nuestra vigencia depende de la intrusión
a las viejas aldeas
por los sistemas de pasaje
que somos.
Te digo amor a ti.
El procedimiento es veloz, un impulso
en el que soy y no soy
a excepción de que, por un instante
la impaciente realidad nos orbite.
No será el vértigo de una revolución
sino el hambre en su punto exacto
de saciedad sin nada que interrumpa
la fluidez del alimento.
Te amo te pierdo como
la intensidad fluvial de
la seda en
la sirga.
Animal mío, amigo mío, eres sin extinguirte
y sin mí.
/
Desconcierto 2
Querida, sueño
con las piedras preciosas
de tu alhajero.
Por aquí pasan los caños del agua
y los murciélagos
las palabras son conceptos
los tópicos son conceptos
los asesinatos en Chile en Hong Kong son conceptos
la arquitectura, el arte, la locura contemporáneas:
túmulo de conceptos
los fetiches, mi bien, brillan como conceptos,
la cobardía política, los arrancadores de ojos
mi alhaja, mi musguito, mi residuo, mi speculum,
mi tejido mental, mi larva, mi cieno, mi estanque,
mi perro que sale del estanque.
BAUTISMO
Duermo de ojos abiertos.
Mi almohada tiene la dureza esperada,
es una piedra plana
y no hay mantas que cubran
el cuerpo (el cuerpo)
sino la roja hiedra
trepando las axilas violáceas
y sus ganglios carneros de la desolación
alguien, un adivino, grabó esto mismo
sobre mi lápida,
“Infinitos carneros de la desolación, folio 49”
es lindo y también misterioso
ser alguien bajo tierra
cuando las lilas florezcan, amor mío
que nadie sepa
Dialecto I
el hueco de los hombros,
luminiscencia de las clavículas,
la noche que cedía
su plusvalía: frases
desprendidas de un alfabeto raro
como un grano de polen o muchos
granos de polen
tan blanco el arroz
en el cuenco de la mano al roce
el beso en la comisura
de los labios los dientes el paladar devenires
en el cuenco de la mano mutante
lengua secreta en la oscuridad
de las voces brilla como saben brillar
los cuerpos amables las herramientas
apropiadas.
/
Traducción II.
/
¿Es posible considerar que una cabra
no se adapte
sino que se mixture con su espacio?
¿Como el lenguaraz espiando
desde la espesura, una lengua
sin red esa lengua
para el ranquel aquél
que parlando rescata
la vida de Mansilla?
¿Quién sabrá a ciencia cierta
de la confianza entre una cabra
gramófona y el mundo?
Alicia Silva Rey (Quilmes, Pcía. Buenos Aires, 1950)Lectora. Poeta. Bibliotecaria. Habita en Ezpeleta, provincia de Buenos Aires. Ha publicado 8 libros de poesía entre 2014 y 2019, tanto en papel como e-book. Sus poemas han sido traducidos parcialmente al coreano y al portugués. Gran parte de su obra (poesía, narrativa, ensayo) permanece inédita. Reseñas bibliográficas suyas sobre poesía argentina contemporánea, circulan por distintos medios gráficos y digitales.