Caravana de sombras, de Rubén Rivera, es un diálogo vivo, un viaje cuyas huellas son el rastro de la poesía. Este recorrido, reconstruido por Rubén Rivera, desemboca en el oasis de las palabras y nos muestra la ruta trazada por Arthur Rimbaud. Se trata de un conversatorio reconstruido con cirugía estética que solo la poesía puede fusionar; hay pausas descriptivas donde la narrativa se integra al lenguaje poético y viceversa. Antes de internarme en las sombras y replegarme en la destiladora que refresca las emociones, voy hacer una confesión, solo una, la poesía de Rubén Rivera me parece fascinante, me gusta cómo la estructura nos adentra en un mundo opuesto a lo convencional, a una cúspide desde la cual uno solo quiere continuar flotando. Hecha la confesión, parto desde ahí para sumergirme en el desierto, me subo a una Caravana de sombras y encuentro un aire fresco en dos tiempos: el de Rimbaud y el de Rivera.
El acercamiento más pertinente es un diálogo constante donde Rivera recrea el viaje. Dos voces que se pierden en la creación de una sola, como el cauce de dos ríos que confluyen para formar otro, con un resultado inigualable en lo que se desborda, como sucede con el río Culiacán.
Con la narrativa como hilo conductor y con el manejo de las imágenes fotográficas como registros de la memoria, se ilustra la ruta, la complejidad del trabajo y el propósito de transformarlo en una sola voz, en un monólogo o en un soliloquio de reflexiones. Un trayecto que da cuenta y nos acerca a una de las figuras más importantes de la poesía —por cierto, una de las especialidades de Rivera—, con trazos para ir y venir con un diálogo permanente. Esta fusión nos permite escuchar una misma voz que nos conduce al universo de ambos.
Rubén Rivera aprovecha otra de sus pasiones, la fotografía, y pareciera reconstruir esta jornada mediante una serie de postales, propias de un viajero, y desde ahí logra —y ésta es una suposición muy personal— hacer una interpretación con base en la narrativa de las memorias y los archivos en los que profundiza.
El itinerario se abre con un mapa gráfico que ilustra la ruta y comienza en Adén, “El pueblo alberga a Rimbaud. Supervivencia en el relámpago”, con esto, nos muestra la belleza que construye la poesía, la metáfora, esa mirada luminosa del relámpago. A partir de ahí se entabla una conversación íntima, donde Rivera logra que Rimbaud vuelva a contarnos la travesía.
¿Qué encuentra Rimbauden Zeila? Las olas le avivan los recuerdos, le cuentan de su niñez en presencia del viento. Ese hallazgo, creo yo, es un bálsamo que lo cura todo, “madre la hiena divina, y al mismo tiempo el olvido”.
Qué belleza viajar al lado de Rimbaud. En este sentido, el libro se vuelve un documental involuntario, en cada una de cuyas páginas encontramos una imagen cinematográfica, apuntalada con una historia llena de sensaciones, de opiniones, de sabores, de deseos, que simultáneamente se convierten en las sepulturas del pasado.
“Las nubes son tan bellas que dan ganas de llorar”, Rimbaud siempre quiere ir más allá, es una libertad que se marcha. Es evidente que hay una investigación exhaustiva sobre el personaje, del que se siguen cada uno de sus pasos. La narrativa corre en el desierto como viento que se filtra en las arenas y recoge los testimonios de quienes estuvieron con Rimbaud. Es también una introspección, donde Rivera hace hablar al amigo, a la ama de llaves y a Miriam.
Hay belleza en la voz de Miriam, compañera de Rimbaud: “en silencio, yo le bordo el cielo en su camisa y miro pasar las nubes cargadas de pesares”. Éste un libro de confesiones, altamente recomendado, con el que las nuevas generaciones podrán incorporar un lenguaje que se expresa más allá de los límites de la comunicación actual. En este sentido, la poesía siempre será una caravana de esperanza para desbordar límites; Caravana de sombras es un dátil que endulza lo árido de las sociedades atrapadas en el desierto de sus propios mares. Como un fino detalle borda el final con el poema titulado “En su cabeza”, que resume una vida, un viaje a otra dimensión en el lenguaje excelso de la poesía, el lenguaje propio de Rubén Rivera.
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Óscar Manuel Quezada. Originario de San Jerónimo de El verde, Concordia, Sinaloa. Actualmente vive en Coyoacán, CDMX. Escritor, poeta, Académico del IPN y de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Su poesía ha sido traducida al árabe y publicada en la prestigiosa revista de literatura Dubái, además de ser musicalizada e incluida en el Danish World Music Award, Dinamarca 2011.
Editor de la revista de literatura “Las letras del burro”
La casa siempre viva, novela, su más reciente publicación 2022.
Crédito de foto usada en el diseño principal: Antonio Rembao (Sinaloa)