Rosario Castellanos (1925-1974) brilló no sólo en la literatura mexicana sino en la internacional. Periodista, maestra y diplomática, supo sumergirse y salir viva de los pantanos de la novela, poesía, la dramaturgia y el cuento, sobre los que flotó y después voló para tratar aspectos que en su tiempo no habían sido tocados: lo indígena y la mujer.
Su trabajo poético abrió grandes caminos a las mujeres poetas, que como ella, buscaban un lugar y un reconocimiento dentro de las letras nacionales.
Ensayistas y conocedores del trabajo de Castellanos, coinciden que fue la primera mujer escritora del siglo XX que utilizó como técnica narrativa la primera persona dentro de sus obras para hablar de otros temas que en su época eran indebidos, como las jerarquías sociales, los blancos, y también para mostrar su postura contra el uso de las armas y la violencia.
Otra de sus aportaciones fue su tejido fino en el teatro ensayístico crítico, protagonizado en los zapatos de una mujer, con el que se burla del tiempo perdido que ellas pasan sacrificando todo, incluso su intelecto, en busca del amor. Fue certera contra la misoginia en varias de sus obras, pero destaca en este tema la de Eterno Femenino.
Hoy en Poetripiadados te presentamos tres datos interesantes y algunos poemas de la escritora mexicana:
1—De niña perdió a un hermano
Rosario Castellanos Figueroa nació en Ciudad de México, el 25 de mayo de 1925. A la edad de siete años, su hermano menor Mario murió de apendicitis, y sus padres murieron en 1948. Ella se quedó huérfana y con medios financieros limitados.
2—Los Lados B de su muerte
Existen muchos rumores acerca de la muerte de la escritora mexicana, ocurrida en Tel Aviv, Israel, en 1974. Aunque los reportes oficiales señalan que fue “resultado de una descarga eléctrica de una lámpara de mesa de mal funcionamiento”. Una agencia de noticias indicó que su fallecimiento se dio en la ciudad costera de Herzliya. “Creo que ella se suicidó, aunque ella ya se sentía que estaba muerta desde hace algún tiempo”, dijo su amiga Martha Cerda en una entrevista. Las especulaciones en cuanto a la muerte por mano propia parecerían indicar que padecía una depresión crónica, pero su esposo desmintió esa versión muchas veces. Otros indicaron que tenían sospechas de que había sido un asesinato, por el inusual tipo de muerte.
3—Tuvo una gran preparación académica
Emigró a la Ciudad de México en 1950, donde se graduó como maestra en filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudió estética en la Universidad de Madrid, con una beca del Instituto de Cultura Hispánica, de 1950 a 1951. Fue profesora en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Universidad de Wisconsin, en la Universidad Estatal de Colorado y en la Universidad de Indiana.
Nolstalgia
Ahora estoy de regreso.
Llevé lo que la ola, para romperse, lleva
-sal, espuma y estruendo-,
y toqué con mis manos una criatura viva;
el silencio.
Heme aquí suspirando
como el que ama y se acuerda y está lejos.
Destino
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.
El hombre es ánima de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
Ah, pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.
El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo del tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
-antes que lo devoren- (cómplice, fascinado)
Igual a su enemigo.
Damos la vida solo a lo que odiamos.
Ajedrez
Porque éramos amigos y a ratos, nos
amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.
Pusimos un tablero enfrente
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.
Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
como dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.
Revelación
Lo supe de repente:
hay otro.
Y desde entonces duermo solo a medias
y ya casi no como.
No es posible vivir
con ese rostro
que es el mío verdadero
y que aún no conozco.