Su música ha aparecido en películas de grandes directores de la talla de Federico Fellini y Pedro Almodóvar. Grandes escritores como Alejo Carpentier y Gabriel García Márquez han elogiado sus composiciones. Jazzistas increíbles como el estadounidense Stan Kenton dedicaron temas en su honor. Permaneció por 10 semanas en el número uno del “Top 100” de la lista de Bilboard en inglés en 1955. Tal vez por tu mente cruzan nombres como Frank Sinatra, o el cantante de Jazz Louis Amstrong, pero en Poetripiados queremos contarte un poco del gran “Caraefoca” Dámaso Pérez Prado.
La mayor parte de su carrera la hizo en México, incluso cumpliendo sus últimos días de vida en este país ya siendo legalmente ciudadano. El músico cubano participó musicalmente en muchas películas mexicanas al lado de figuras del cine como Ninón Sevilla, “Tongolele”, “Piporro” y María Victoria, pero hubo un hecho en su vida que particularmente marcó la historia del autor del “Mambo #5”, su salida abrupta de México.
Existen muchos rumores al respecto y uno de los más fuertes y duraderos fue aquel en el que se decía que Pérez Prado tenía la intención de musicalizar el Himno Nacional Mexicano a ritmo de Mambo, cosa que en su momento encendió el falso patriotismo del pueblo azteca aprobando la inmediata expulsión del músico nacido en Matanzas, Cuba. En una entrevista concedida el periódico La Jornada, el columnista Iván Restrepo y la actriz y cantante María Victoria, contaron que fue un empresario poderoso de aquellos años quien en represalia por no poder contener en su teatro al “Rey del Mambo”, ya que éste tenía mejores contratos, acusó al músico de trabajar ilegalmente en el país, cosa que era cierta y con las influencias necesarias logró que fuera expulsado de México.
Pero un genio así no se apaga fácilmente. El rumor de su intento de musicalizar el himno de México le trajo aún más fama alrededor del mundo, y en Estados Unidos no fue la excepción ya que logró posicionarse en la lista de Bilboard por 10 semanas en el número uno, llegando a tocar en escenarios como el Teatro de las Américas en Nueva York e impresionando a intelectuales de la talla de Alejo Carpentier, quien escribió del “Caraefoca”: “Toda la audacia de los ejecutantes norteamericanos del jazz ha sido dejada atrás por el más extraordinario género de la música bailable de nuestro tiempo”.
El Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, dijo “Cuando el serio y bien vestido compositor cubano Dámaso Pérez Prado descubrió la manera de ensartar todos los ritmos urbanos en un hilo de saxofón, se dio un golpe de Estado contra la soberanía de todos los ritmos conocidos”.
El genio de Dámaso Pérez Prado descansa en México, como él lo quiso, por un arreglo entre María Victoria y el entonces presidente Adolfo López Mateos. Y yo me pregunto, ¿qué diferente sería mi recuerdo de los Lunes Cívicos si aquel rumor hubiera sido cierto y algún héroe de la patria lo hubiera permitido?