Poco sabemos de esta joven poeta que nos dejó a los 28 años, pero su presencia aún se siente; sus anteojos gruesos, su corte de pelo peculiar y su mirada ausente, que parece buscar respuestas en el infinito, siguen brillando.
A diferencia de muchos de sus contemporáneos, Elise Cowen no publicó ni un solo poema en vida, ni en libros ni en revistas. Sin embargo, su obra —efímera y fragmentaria— se condensó en Elise Cowen: Poems and Fragments, una recopilación editada por Tony Trigilio y publicada por Ahsahta Press en 2014. Estos textos, recuperados casi como tesoros robados, son los únicos vestigios autorizados por sus herederos, luego de que su familia intentara borrar su legado.

Nacida en el seno de una familia judía de clase media, Elise Cowen fue hija única, cuyo destino parecía marcado entre las notas de un músico frustrado y las labores de una madre dedicada al hogar. Sin embargo, su vida pronto tomó un giro inesperado, signado por un episodio traumático que dejó cicatrices invisibles en lo más profundo de su ser.
A los trece años, un accidente mientras cocinaba brownies para sus amigos desencadenó una serie de eventos que la acompañarían toda su vida. Las quemaduras en su rostro se convirtieron en un recordatorio constante de su supuesta fealdad, alimentando una oscuridad interior que la sumergió en un torbellino de emociones turbulentas.
Fue en Barnard College donde Elise encontró refugio en la poesía, un universo paralelo donde pudo explorar los rincones más oscuros de su alma y dar voz a sus angustias más profundas. Inspirada por autores como T. S. Eliot, Ezra Pound y, sobre todo, Emily Dickinson, Cowen halló en las letras la calma que su alma atormentada necesitaba.
Pero fue en el tumultuoso mundo de la Generación Beat donde Elise encontró su verdadero lugar, entre mentes inquietas y corazones rebeldes que desafiaban las convenciones sociales y literarias de su tiempo. Su relación con el poeta Allen Ginsberg se convirtió en un eje central de su existencia, una pasión intensa y sincera.
Sin embargo, el camino de Elise estuvo plagado de obstáculos y tragedias. Desde intentos de suicidio hasta internamientos en instituciones psiquiátricas, su vida fue un constante vaivén entre la luz y la oscuridad. La pérdida de su útero tras una histerectomía marcó un punto de inflexión, sumiéndola en una espiral de dolor y desesperación de la que nunca logró recuperarse por completo.
El destino, ese enigmático maestro de tragedias, tenía otros planes para Cowen. El 27 de febrero de 1962, tras haber estado internada en un hospital psiquiátrico, la autora escapó y viajó en tren al apartamento de sus padres en Manhattan, Nueva York, en el barrio de Washington Heights. Allí se escuchó su trágica sinfonía final: en un gesto desgarrador, cerrando la puerta a la esperanza, se arrojó desde una ventana cerrada con llave, dejando que su espíritu volara libre hacia los confines desconocidos del más allá.

Tras su partida prematura, una oscura sombra de censura se cernió sobre su legado literario. La mayoría de sus cuadernos, testigos mudos de su angustia y su éxtasis, encontraron un destino ardiente en las llamas del olvido, consumidos por el fuego del prejuicio y la intolerancia de su familia.
Sin embargo, la llama de su genio poético no se extinguiría tan fácilmente. Leo Skir, amigo y confidente, custodio de los versos clandestinos de Cowen, se erigió como el guardián de su memoria. Con valentía y determinación, desafió a los vientos de la adversidad y llevó la voz de Cowen a las páginas de las revistas literarias más prominentes de la época, desafiando así el silencio impuesto por aquellos que temían la verdad cruda y sin censura de sus palabras.
Así, en medio de la oscuridad, el eco de la poesía de Elise Cowen resuena todavía con fuerza. Es un eco eterno de la lucha por la verdad y la redención en un mundo marcado por las sombras del dolor y la desesperación.
A continuación, te presentamos algunos de esos poemas rescatados:
Quise un coño de placer dorado
más puro que la heroína
Para honrarte dentro
Un espacioso corazón donde quitarte
los zapatos y estirarte
La Anatomía del Amor
Oh, que fuera yo un
coño de placer dorado más puro
que la heroína o el cielo
Para honrarte dentro
Un corazón de cama doble como un
prado en Yosemite
Para que en él descansaras
Imaginación clara y activa como
pozas de marea soleadas
Para servirte buena charla con la cena
Un alma como tu rostro antes
de nacer
Para glorificarte dentro
pechos, cabello, dedos
toda la ciudad de mi cuerpo
En tus brazos toda la noche
****
Querido Dios de los árboles inclinados de la Quinta Avenida
Tan solo vierte mi polvo obstinado hasta saciar tus venas
Y yo apisonaré tus mundos de vientre plano
Alabando pequeñas agonías
Succiona monstruos marinos de la Tierra del Fuego
Jode tu único sueño de cobalto engendrado
Para que se filtre placer dorado por el cielo ahíto de manzana
Que se filtre a través del pecado sin circuncidar mi corazón
****
VIEJOS SUEÑOS
Camino llorando
Voy y vengo entre los cuerpos de los hombres muertos
Camino llorando entre los verdes soldados en la pradera de hierba
Enhebrando cuerpos muertos
Sola
Llorando
Me desperté llorando
Sola
En el negro parque el la cama
****
Muerte, ya llego
espérame.
Sé que estarás
en la estación de metro
con tus botas, gabardina, paraguas, pañuelo en la cabeza
y tu única respuesta simple
a cualquier significado.
Institución incorruptible
Atenta aguafiestas de huellas dactilares
Escucha lo que ella dijo
“Hay un pasadizo entre las coles blancas”.
****
Dos semanas al mes
loca a medias y libre a medias
Dos semanas al mes
ahogada en mí a medias
****
¿Me volví loca en el útero de mi madre?
Esperando
A salir
Mientras me muevo inquieta por los bordes
del punto perfecto del huevo
el diente mascado de un segundo
Esperando
A morir
El suelo nunca se levanta
y sale andando
En mi cerebro hay heridas del
movimiento que nunca se mueve
En mi cerebro hay heridas
de la incesante quietud
No quiero entonar
“Mira cómo sufre”
“Mira cómo sufre”
(La punzada en los ojos lo recuerda)
Eso no es exactamente, o solo, lo que
quiero decir – entre otras cosas no se me
permite sentir tanto
Tick tock
Pero que la verdad que intuyo
(Incluso si la SUPIERA)
es de TODO EL MUNDO
Y lo que no es, es un trapo a veces agitándose
con el viento en la ventana
de enfrente del patio de ventilación
Esperar aún más tiempo, con entusiasmo
Y que la Verdad, ¿no es solo el HECHO
de ESPERAR, el destello al final
de un striptease cósmico?
El yo
quiere alguna cosita para sí mismo
especial, una única palabra
tesoro
acto
perfección
belleza verdadera
que sea solo suya
Aunque solo sea para dar
solo para “Él esparce
en la calle las flores de sangre”
¿Amor? ¿Es esto dónde, qué, por qué
el amor, el amar ha estado todo este tiempo?
(No—pero algo hay de ello…
continuará)