En el México del siglo XVIII, antes la Nueva España, existieron algunos relojeros dedicados a la reparación y construcción de relojes de sol y mecánicos. Entre ellos destaca el profesor de matemáticas Diego de Guadalajara y Tello, quien fue el “relojero oficial” del virreinato de la Nueva España y director del periódico Advertencias y Reflexiones conducentes al buen uso de los Reloxes y otros Instrumentos Matemáticos, Físicos y Mecánicos (1777).
El educador de la Academia de San Carlos se interesó en todo lo referente a la elaboración de las maquinarias de relojes y eso lo llevó al uso de la mecánica newtoniana, convirtiéndose en seguidor del matemático inglés en suelo novohispano. Su importancia radica que, al emplear los relojes ingleses, los astrónomos obtuvieron mejores resultados, midiendo el tiempo de los fenómenos celestes como un eclipse, un cometa y el paso de Venus por el disco solar, entre otros.
Su contribución a la ciencia en México
De Diego de Guadalajara y Tello no se sabe demasiado, apenas que nació en 1742 en la Ciudad de México. Y de sus actividades científicas, su labor con Antonio de León y Gama con quien construyó un observatorio personal para sus investigaciones astronómicas. Asimismo, por su talento en la reparación de instrumentos científicos.
Por ello mismo participó en la Expedición de Malaspina o Malaspina-Bustamante, financiada por la Corona española en la época de Carlos III, siendo en realidad un viaje Científico y Político Alrededor del Mundo ocurrido entre 1789-1794. Ahí, Diego se ocupó de reparar aparatos, dejando vestigio de ello en sus memorias y de las que se tiene referencia a través de otros textos.
Concluido el viaje, los participantes regresaron a España con un inmenso patrimonio de conocimiento sobre historia natural, cartografía, etnografía, astronomía, hidrografía, medicina, que en su conjunto crearon una visión geopolítica del orbe de aquel entonces: aspectos económicos, etc. Fue de tal proporción su contribución que aún en la actualidad siguen siendo objeto de estudio por parte de historiadores y biólogos.
Su labor como relojero y técnico
También hay constancia de los instrumentos que reparó: un círculo de Adams, un péndulo de Hellicot, un acromático de bronce y un reloj de Arnold; brújulas, cuadrantes, telescopios para sus observaciones astronómicas y relojes solares.
Uno de ellos se localiza en la Universidad de Oxford y pertenece a la colección del Museo de Historia de la Ciencia, el otro está ubicado en el Museo Franz Mayer de la Ciudad de México. Estos son del tipo Ausburg. El que se encuentra en el Museo mexicano es un reloj horizontal con equinoccio, su autor fue Johann Martin Augusta y data del siglo XVII, fue traído a tierra mexicana desde Augsburgo, Estados Germánicos (hoy Alemania). Puede verse en él grabados y tallados en bronce, lo que constituyó otra aportación a la técnica de la época.
En cuanto al diario que dirigió Diego de Guadalajara, está reconocido por la Royal Society de Londres como el primer periódico especializado en relojes del mundo. En la publicación se mencionan casas relojera como Huygens, Hautefeville, Le Roy, Huberte, Elicot, Cabrier, entre otros.
Las matemáticas de Isaac Newton en el ingenio mexicano
De los relojes, Diego de Guadalajara supo aplicar la geometría para obtener la exactitud de las medidas; la mecánica para la potencia motriz; la analítica para la resolución de los diversos problemas en la relojería; el dibujo para dar proporción y simetría y, por último, la música para brindar un sonido de campanas y flautas. Todas ellas, ramas dominadas por el inventor.
Por supuesto, todos esos conocimientos técnicos de origen inglés requerían la aplicación de la matemática newtoniana en lo específico a la energía motriz del reloj; en lograr un sistema oscilatorio que permitía las transformaciones de energía motora a energía activa. Los primeros en usarlo fueron Fromanteel, Tompion y Quare, cuyos relojes tienen manecillas, marcan la hora, los minutos y en ocasiones los segundos.
Ahora, cada vez que veas la hora en tu reloj de pared o manecillas, recuerda que hubo en México quien fue capaz de aplicar lo abstracto de una ciencia revolucionaria (la de Isaac Newton) a insumos de la vida cotidiana. Sin un objeto que nos marca el tiempo (orden en la vida) este mundo no sería el mismo.