Las primeras imágenes de los efectos de la nueva guerra iniciada por Rusia contra Ucrania han revelado los devastadores efectos de los bombardeos. Es evidente el drama vivido por un pueblo que sufre tras la decisión del Kremlin de anexar el país a la esfera rusa.
A lo largo de la historia los escritores han jugado distintos papeles frente a los conflictos internacionales. Hoy en Poetripiados recordamos las posturas de dos intelectuales que cambiaron desde sus frentes, la historia de las letras en sus respectivos países: uno es Jorge Luis Borges (1889-1986) y el otro Octavio Paz (1914-1998)
Aunque al escritor argentino se le asocia alejado de posicionamientos como la ´literatura comprometida´, durante el período de la Segunda Guerra Mundial publicó en la Revista Sur y en el diario La Nación, entre 1937 y 1946, decenas de textos relacionados con el nazismo, incluso escribió el cuento Deutsches Requiem (Requiem alemán) en el plasmó las diferencias entre el pensamiento de los nacionalsocialistas con la filosofía de Friedrich Nietzsche (1844-1900), para evidenciar que el nazismo era una mala interpretación del filósofo alemán.
“¡Peores dislates acontecen en Rusia! oigo a mi alrededor. Estoy infinitamente de acuerdo, pero Rusia no puede interesarnos como Alemania. Alemania –con Francia, con Inglaterra, con los Estados Unidos– es uno de los pueblos esenciales del occidente. De ahí que nos sintamos desgarrados por su oscurecimiento y por su discordia”, escribió en un artículo en octubre de 1938 en Revista Sur.
De acuerdo con el historial de ensayos difundidos en esa época, Borges escribió “Yo, judío” (abril 1934), “Ensayo de imparcialidad” (oct. 1939), “Definición de germanófilo” (dic. 1940), “1941” (dic. 1941), y “Anotación al 23 de agosto de 1944” (oct. 1944), entre otros, con los que el autor de El Aleph aludía a la censura y a las manipulaciones que los nacionalsocialista alemanes realizaban en el campo cultural.
Borges solía repetir que aunque no eludía los temas internacionales que afectaban a su país, prefería dedicarse a la literatura.
“No lo digo desde ningún punto de vista político porque no soy político, pero la situación argentina es muy triste. Lo era antes de la guerra de las Malvinas y lo es ahora”, le respondió al diario español El País el 6 de julio de 1982, cuando el periodista José F. Beaumont, le preguntó sobre el conflicto de las Malvinas.
Otro escritor que tocó el tema de la guerra, pero desde una posición muy diferente, fue el autor mexicano de Piedra de Sol. En 1937, invitado por el poeta chileno Pablo Neruda, acudió al segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, llevado a cabo en España entre el 4 y 17 de julio. A ese viaje se sumaron Juan Pellicer, José Mancisidor y Elena Garro. El autor de El Laberinto de la Soledad fue apoyado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para viajar al viejo continente.
“Ahora me doy cuenta de que el deber del escritor no es solamente mostrar los crímenes de los enemigos, sobre todo si esos enemigos son también los enemigos de la libertad. No se deben ocultar los crímenes del propio partido o del propio país”, dijo durante su estadía en ese país, donde se libraba La Guerra Civil Española (1936 a 1939), un conflicto sangriento que Europa occidental había experimentado desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918.
Paz estuvo en un frente de guerra, incluso intentó unirse a la batalla con las Brigadas Internacionales, pero sus amigos se lo impidieron.
En 1984, cuando cumplió 70 años, la televisión mexicana transmitió una serie de veintiún programas titulada Conversaciones con Octavio Paz. Uno de ellos trató sobre sus vivencias en la Guerra Civil española. En ese episodio, el escritor argentino Luis Mario Schneider (1931-1999), le preguntó: ¿ La vivencia de la Guerra Civil española fue determinante en la formación de su pensamiento político, ¿no es así?
“Indudablemente, la guerra de España me enseñó muchas cosas. Ante todo, que sí hay causas que se deben apoyar en el mundo. Cuando Xavier Villaurrutia y otros poetas amigos míos a los que admiraba y respetaba me decían «todo es lo mismo», yo pensaba: no es verdad, no todo es lo mismo, hay causas, no todo es relativo. Es evidente que nada es perfecto en la tierra, pero tenemos valores que defender. Esos valores para mí son, sobre todo, los valores de la libertad y de la democracia. Ahí donde el régimen ?por más injusto que sea, por más graves que sean las diferencias sociales o de clase?, ahí donde hay libertad, hay posibilidades de cambiar a la sociedad. Ahí donde no hay libertad, no hay posibilidades de cambiar, sino simplemente de reforzar la injusticia y la tiranía. Esto me parece a mí un axioma. La segunda enseñanza, más íntima, más para escritores, es que el deber del escritor es ser independiente. La idea que está ahora de moda, del gran filósofo italiano Antonio Gramsci, del intelectual orgánico, a mí me parece terrible. Yo creo que al escritor orgánico ya lo conocemos: es el escritor medieval, es el escritor de la época absolutista?”, respondió el mexicano.