LA VIDA EN EL ABISMO
No sé si la existencia empieza o termina
en la fina punta de una aguja.
La vida vino sin opciones:
una carrera, una hipoteca, una frustración.
La heroína decidió que yo escogiera
no escoger.
Desde que el filo toca mi vena
siento alivio,
no es esa jeringa,
son mis venas que desde dentro
luchan contra un torrente
que nubla mis nervios
y me pulveriza los músculos.
Desde que el caballo me recorre
ya estoy buscando el próximo pinchazo.
Un pinchazo de camaradas,
un pinchazo que veo a lo lejos desde el televisor
y me llama con la euforia de un gol.
Mi cerebro pide otro coctel
en casa de la Madre Superiora,
un supositorio de opio que se pierde en el váter.
La desintoxicación no llega,
no me busca,
nunca me ha querido.
El amor es una cápsula de orgasmos
que inyecto en mi brazo.
LA HISTORIA DEL GOL MÁS BELLO DEL MUNDO
El Negro Enrique le entrega el balón.
Diego está a seis metros de la media cancha,
con una granada blanca,
esférica,
hecha en Alemania.
Enfrente, todos ingleses,
once mil soldados
cubren una copa.
El “diez” de espaldas
amaga con regresarla.
Respira hondo,
el pecho caliente
y aguanta la respiración.
Imagina que la pelota es una mina,
la mina más bella que ha conocido,
gira tres sesenta con ella,
deja a Hoddle y Reid.
Sale corriendo,
la bomba en la zurda.
Se quita a Sansom, el tercer inglés,
y Maradona piensa:
“Si les hubieran dado a tomar mate a los ingleses
la guerra de Malvinas no hubiera existido
o si lo hubieran decidido en una cascarita de fut,
el resultado habría sido más justo”,
Dos mil muertos,
y él, ahora,
en un campo que se abre entre trincheras de la Royal Navy.
Seguí, boludo, seguí.
Nadie te va a alcanzar.
Butcher espera al filo del área
el “Pelusa” ya ha corrido kilómetros,
desde Patagonia
hasta el extremo de Latinoamérica.
Nadie parpadea.
Engancha a la derecha,
y Maradona tiene tres segundos
que pasan en un aleteo.
Peter Shilton
un obús que no deja nada atrás.
Piernas abiertas,
brazos de Cristo,
barrido,
suicida.
Un drible muy corto,
deja al portero tendido.
Fenwick le patea el tobillo derecho,
y con apenas un hilo
la zurda de guante blanco empuja la bola.
Sin tocar el suelo
cruza la línea.
Y explota,
explota en un millón de gritos,
Maradona corre,
y le ha roto las pelotas a los ingleses,
a la Reina,
a Thatcher,
a 242 mil metros de una isla cuadrada.
Se han liberado once mil prisioneros.
Hay pequeños triunfos
que son más importantes que una guerra.
Dios es albiceleste.
César Durón AKA Chícharo (Saltillo, Coah. 1978). Sushero profesional. Formado en los Talleres Literarios de la UAC coordinado por el escritor José Carlos Mireles Charles y posteriormente por el escritor Jesús de León, también en el Taller Literario de la Casa de la Cultura de Monterrey. Primer lugar en el primer concurso de poesía María Narro 2000. Formó parte del Café Literario la Biblioteca Pública Carlos Pereyra en Sabinas, Coah. Sus poemas están en diversos facsímiles. Ha publicado en tres libros con obras ganadoras en el Estado de Coahuila. No confía en las personas que no tienen chorizo en su refrigerador.