P R I M E R C Á N T I C O D E P R O S E R P I N A
Afuera llueve, asfalto: luz mojada.
Agónica sombra en la mirada.
Música de espadas y alfileres.
Y la lluvia duele muy adentro cuando cae.
Fruición de carnes como palmeras.
Dormición de nieve.
Alerta siempre el fuego en el abismo.
Uno mismo es un bosque y no lo sabe.
Talar es el oficio perpetuo de la muerte.
A L G U N A V E Z C R E Í
Alguna vez creí que el amor era un bálsamo de viento,
que recalar en la sombra de tu herida
o en el fragor de luna que enluta tu corpiño
era como llegar a casa en viernes,
como tomarse un oporto.
Pero el vértigo
me puso los estigmas en las manos,
me dijo que detrás del azogue del ojo
hay humeantes espejos
que no reflejan nada, que no miran a nadie.
“Es triste la carne”, dijo.
Y agregó: “siempre está agujerada de deseos”.
U N A M U J E R A R D I E N D O
Una mujer ardiendo está desnuda;
sola como un diamante,
tallada por los labios que la sueñan.
Lista para la sed de la cosecha.
Esta mujer en sí tiene paisajes:
incendios tan profundos como la lluvia tiene;
es una antorcha de miel en noches largas;
un mascarón de proa, una tormenta,
una plomada de sombras
en carnavales lúdicos de aromas,
su sexo es un abismo de caoba y de menta
y su lengua es una lluvia de cuchillos.
Sin máscara, sin velo,
sin molduras de cobre en la mirada
es sólo una mujer queriendo ser amada:
una mujer ardiendo.
RETRATO DE UN POETA VISTO DE COSTADO
Hidrantes rojos junto a caminos blancos
y una señalética de oscura
orfandad, que le recorre la mirada.
Llamarada de anís sobre las manos firmes,
y la piel como un mapa que al crepúsculo
frente al mar abre sus ventanas grises.
Animal encapsulado en una lágrima:
el poeta no sabe lo que nombra,
no sabe lo que ignora,
nunca sabe
a lo que aporta luz, como una lámpara.
Su voz es pozo
donde el agua silente guarda el ímpetu
de río juvenil que lo recorre siempre,
y resuenan
las vocales del mundo en sus honduras.
El poeta es un puente
de temblorosa luz sobre un abismo.
Y ni él mismo conoce sus orillas…
—————————-
Daniel Baru Espinal Rivera (DANIEL BARUC ESPINAL) nació en Sánchez, provincia de Samaná, en República Dominicana, el 23 de abril del 1962. Es Licenciado en Filosofía y Licenciado en Ciencias Religiosas. Actualmente tiene nacionalidad mexicana.
Escribe Cuento, Poesía, Novela, Ensayo, Teatro y Crónicas. Ganador de múltiples premios literarios en República Dominicana y en el extranjero.
Ganador de un Premio Internacional de Cuento en Puerto Rico, en el año 2007, dos Premios Letras de Ultramar de Poesía (2010 y 2012) en Nueva York, el Premio de Poesía Doctor Enrique Peña Gutiérrez de Sinaloa, en México (mayo del 2017), y un Premio Letras de Ultramar en el género de Cuento (2017) en la ciudad de Nueva York.
Además es Premio Anual de Poesía de la República Dominicana en 2017 con el poemario “HORMIGAS DENTRO DE UNA GOTA DE ÁMBAR”.