Poesía contra las elecciones
No hay arreglo con la Historia Oficial
Rodolfo Hinostroza
ambos ojos han sido extraídos
para hacer la vista más imparcial
Iván Argüelles
Charles Bukowski escribió que la diferencia entre demócratas y republicanos era “hot shit” o “cold shit”. Mierda caliente o mierda fría. Al final, pura mierda, sólida y obtusa. Eso son las elecciones. Una simulación, un caos de apariencias y desapariciones. Un sol negro con viento en sentido contrario. Tengo doble nacionalidad. Soy mexicano-americano, literalmente. Y no voy a votar este domingo 2 de junio en México ni el 5 de noviembre en USA. En la nebulosa de mi angustia, siento que un telescopio me apunta como un revólver. A través del lap-top, en el i-phone o en el whatsapp. Conocen mis secretos más secretos, mas nada saben de Luján, el chamán chino que depuró los viajes de peyote a finales del siglo XVIII. Dejaré de ser paranoico, cuando dejen de perseguirme.
No me interesa la política ni afecta las pinturas de Daniel Palestino. “Descreo de la democracia, ese abuso de la estadística” Borges dixit. Mi política es no tener política, lo que también es una postura (o impostura) política. Soy miembro del Partido Anarquista Espiritual, que radica en un hoyo negro del universo en expansión. En el ombligo del Hunab-ku. El Uno-Pie. Rudolf Steiner y su medicina antroposófica, George Gurdjieff y sus filósofos/as del bosque, y Carlos Castaneda con sus iguanas y el humito verde, fueron algunos de sus fundadores. Osho los sexualizó. Y se lo despacharon con una cicuta tras las rejas. Esa es mi política: fluir a destiempo en el Tiempo sin tiempo, diacrónico, y sin implicaciones políticas. Visualizar el resplandor de Antares, la estrella más brillante de la constelación de Escorpión. El código geométrico 18. Vaso comunicante y antiguo. No os engañéis: ganará quien quiera el Big-Brother. ¿Quién el el Big Brother? El Gorila. Los Reptilianos. El Dinosaurio. Y sus amantes.
Dar un sentido más puro a las palabras de la tribu. El dictum de Mallarmé sigue siendo mi dictum y mi dictamen. Mi lucha se concentra en el lecho. Y que todos los guaruras, los lacayos del poder televisivo, y los orangutanes-locutores deportivos, sigan eructando aceitunas en almíbar. La poesía es el Tao. El poema es el único producto (artístico) que no se ha convertido en commodity, en mercancía. El lápiz y el papel. Nada más. Poesía: talismán, the artífice of eternity. Ligera como aceite de olivo y densa como agua oxigenada. Versos como relámpagos en cámara lenta. Otra vez Pound: News that stays news. Caballería andante sempiterna, tragafuegos cosmopolitas, guerilleros y guerrilleras sonámbulos con su AK 47, disparando metáforas contra la muerte. Terminar como fray Luis: ni envidiado ni envidioso. Los lunes de la verdad. El viento se eleva, hay que tratar de sobremorir. El adagio de Rilke tatuado en la frente: Wer spricht von Siegen? Überstehn ist alles. ¿Quién habló de victorias? Sobreponerse es todo.
Poesía apolítica y apolírica. La única forma de vida. Nada le aunque. Om. Leve el ancla. Y hasta la huesa. Que estos poemas lo atestigüan, con su diéresis y su umlaut bifrontal.
Poemas apolíticos y apolíricos
Los imbéciles han renunciado al Poder:
yo me confieso imbécil.
Rodolfo Hinostroza
Pachakuti: El mundo al revés
Así están las cosas, Tácito,
así están:
un borrego se come al lobo
y en el cielo vuela un pez
el sapo y la serpiente duermen juntos
y de una gata nace un ratón
el león huye del chacal
y el venado ya es cazador.
¡Qué tiempos son estos
en que los perros guían a los elefantes!
Toda la noche truena
pero la lluvia no cae.
Los profetas de Kaliyug
enredan al mundo en sus redes,
lo hechizan y lo destruyen:
un hombre sin devoción
es llamado devoto
el mercader aparta la miel
para hacernos beber veneno
un hablador se vuelve profeta
y un cobarde es general
los policías son ladrones
y el juez es un criminal
el doctor nos trae la muerte
y un gorila llega al poder
la televisión es nuestra iglesia
y la usura es la moral.
Por eso te pregunto, Tácito,
aunque sé
que tu silencio me responderá:
¿Si el dueño de la casa es un carnicero
qué importan los inquilinos?
*
Poética apolítica
Me criticas, Romualdo,
porque renuncié a la política,
y me citas al gran Charles
(Baudelaire, que no Marx):
Avis aux non-communistes:
Tout est commun: même Dieu.
De acuerdo,
Romualdo, de acuerdo,
es tiempo de evocar al fantasma
que ahora recorre los 5 continentes
muda de estrellas
y muda de constelaciones.
La hora del combate está cerca
y ¡ya basta! es el grito de victoria.
El fin de la utopía no justifica,
me alegas,
ni el triunfo del neoliberalismo
(i.e. del capitalismo salvaje)
ni las privatizaciones de los bienes públicos,
ni los lavados de dinero de los banqueros,
ni los monopolios de las corporaciones,
ni los asesinatos de los narcopolíticos,
ni los negocios ilícitos del Tirano.
El Fondo Monetario Internacional
nos aprieta el pescuezo,
y Wall Street es una cueva de ladrones.
Vaya panorama que me pintas:
mejor vámonos muriendo todos
que están enterrando gratis.
Pero yo me aferro
a mis ideas
como un perro.
Leo y releo el Bhagavad-gita,
y me instalo en el absoluto;
pienso en pasadas reencarnaciones
(apócrifas)
en el puro nonsense de la abstracción,
me tiendo en la hierba a soñar con las musas,
a meditar sobre la ilusión de la vida,
y a fluir en el río incesante del tiempo.
Te repito, de nuevo, lo que ya te repetí:
ni capitalista ni comunista,
sólo el sentido común, compadre,
soy un sentidocomunista
o más bien
un zentidocomunista.
Sólo eso, Romualdo,
sólo eso.
La lucha y el lecho
Que otros escriban poemas épicos
y hagan videos y películas
de la guerra del momento;
que otros entrevisten
a los héroes de la historia
y nos mantengan “informados”.
Mi musa no es más que una muchacha.
Cuando sus ojos brillan en la noche
hay constelaciones de poemas que escribir;
mientras se aburre y bosteza,
se entreteje una elegía
(y largas noches de insomnio);
y si baila desnuda frente al espejo
inspira elevadas odas.
No mandes a tus guaruras, Gorila,
para que me convenzan de que escriba
en el Diario Oficial
ni me ofrezcas un programa de televisión
o un “hueso” en el gobierno.
Mi lucha se concentra en el lecho.
Y la electricidad de un cabello
de mi amada
basta para escribir
otra Suave Patria.
*
Las Ratas Ricardas y el enriquecimiento inexplicable
Tienes autos,
mansiones, yates,
20 sirvientes (o más)
5 choferes,
miles de aduladores,
y en el aeropuerto hasta un par de jets.
Eres el hombre más rico del país,
Próspero,
y antes nadie te conocía.
Dicen que hasta eres socio del tirano.
Comentan los periódicos
que el año pasado estuviste en Houston
y que la grasa de tu corazón se expande.
Tan joven y con infartos.
Pero los dioses no perdonan,
los pueblos no olvidan,
la historia es la gran justiciera,
y como todos sabemos,
“no se puede servir a dos amos”,
nadie se lleva el dinero a la tumba
y la naranja exprimida cae del oro al lodo.
Los gusanos te están guiñando el ojo,
Próspero,
en las playas de Aqueronte
te esperan los palos del barquero,
y el calcio de tus huesos,
finalmente,
se mezclará bajo tierra
(en el lúgubre Orco)
con el excremento de los animales.
Sobre el origen de tu fortuna
(más claro que el chocolate)
malhadado Próspero,
mejor es no preguntar:
unos
(cagatintas y testaferros)
alaban las virtudes de tu ingenio
y tu destreza para invertir en la Bolsa;
otros
(tinterillos, leguleyos,
y hasta tus más feroces y feraces enemigos)
te acusan de “enriquecimiento inexplicable”.
Pero más bien,
como decía mi abuelo:
Negocios de puercos dan mucho dinero
negocios de dinero dan muchos puercos.
*
Poética apolítica (again)
Los tentáculos del Poder
cooptan todo y a todos
y hasta el más mísero poeta subversivo
se inclinará ante el Sistema.
“Sexo, poder o dinero,
–me informa Pitesio, tu esquirol–
ya encontraremos tu debilidad”
y blande ante mí
las pantaletas de una rubia oxigenada,
un cheque al portador sin cantidad específica
y me promete
un puesto de agregado cultural en el extranjero.
El marinero, de los vientos,
el soldado, de heridas,
el campesino, del arado,
nosotros trataremos del amor
y el lecho de plumas
será nuestro campo de batalla.
El camino hacia las musas es estrecho,
pero tenemos nuestros files en orden
y basta una muchacha para subir a las estrellas.
Así que no alabaré tus “batallas en el desierto”
ni tus matanzas en la selva de Chiapas
ni las gracias de tu democracia fingida;
tampoco saldrá de mi pecho un sonoro rugir
ni me importan tus estrellas porno
ni el cañonazo de $ 50 000 dólares
con que quieres untarme las manos.
Deseo
(nada más)
una ligera corona de laurel
entre las sábanas blancas,
para que las llene de olor
y no me aplaste la cabeza.
Sólo unas trenzas azules
y las vibraciones
de una cintura de miel delicada
me harán temblar;
y en la cama
(sin televisión,
ni noticias de guerras o guerrillas)
cumpliré mi servicio militar obligatorio.
Mis versos serán leídos
por vírgenes impacientes
(si todavía queda alguna),
aunque hoy sean causa de desprecio
entre tus generales.
Holgaré desnudo
(entre cuatro paredes desiertas)
recorriendo las dunas de mi amada,
acampando entre sus curvas,
protegido y amparado
en la iglesia medieval de su cuerpo,
como si tú
y
tu Sistema
y
los ladridos de tus obtusos cancerberos
no existieran.
*
La paz de los desiertos
Basta de ácido y elogios
la sátira se gasta y el panegírico no paga.
Si los llamo brutos,
rebuznan,
si necios, bostezan.
Otros han cantado al amor
(y al desamor)
en versos dulces y delicados,
dignos del terciopelo
y de ediciones privadas;
plumas más refinadas
escribieron con música loable
y línea noble y sonora:
El mes era de mayo, un tiempo glorïoso. . .
Oh más dura que mármol a mis quejas. . .
Si os partiéredes al alba. . .
En crespa tempestad del oro undoso. . .
Detente, sombra de mi bien esquivo. . .
Ufano, alegre, altivo, enamorado. . .
¿Y ahora?
Todos son pazianos y borgescos
rodeados de espejos y de laberintos,
todos son poetas al nerudeo
escribiendo sus versos más tristes esta noche:
percusiones de hielo
versos en almíbar
ritmos sin armonía.
Ladridos, alharaca y alaridos.
Cada sueño una profecía
cada imbécil un campeón.
¿Acaso se puede aprender
si todo es farsa y mentira?
Yo me retiro
a la paz de los desiertos
(y de las playas azules)
con pocos, pero doctos libros juntos
(y unos cuantos videos)
y con dientes amarillos
a esperar
el oro del atardecer.
Marcha en el Zóicalo (de cualquier partido)
Cuántas personas en la plaza,
Esperanza,
y yo buscándote a ti,
por todas partes,
hasta que me quedé solo,
en medio de la multitud,
como si fuera un fantasma
buscando a otro fantasma
en una plaza fantasma.
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Arturo Dávila (Ciudad de México, 1958). Trabaja en Laney College, Oakland y es Profesor Invitado en la Universidad de California en Berkeley. Ha obtenido tres premios de poesía: La ciudad dormida (Premio “Sor Juana Inés de la Cruz”, México, 1995); Catulinarias (Premio “Antonio Machado”, España, 1998), y Poemas para ser leídos en el metro (Premio “Juan Ramón Jiménez”, España, 2003). Autor de “Tantos troncos truncos”.