“Equivocar el camino
es llegar a la mujer,
la mujer que no teme a la luz,
la mujer que mata dos gallos en un segundo”
Federico García Lorca
I
Y escaparon
Ella se sacudió el polen del pelo
el perfume azul de los ruiseñores de neón
en la esquina de la cama
una prisión
donde la luna callada es un incensario de la neblina cosida a la boca
Él hizo lo mismo con su pistola
el mustio rugido de la bala que le pegó a la puta de la esquina
el pálido cáliz de su útero regado como un naipe
con el aroma de las rosas apagadas con el ronquido del corazón
cuando se muere en los burdeles
y la sangre es un panal que palpita
Escaparon y la página en blanco era semen cansado al final de la noche
II
Ella te ata
esperando que tu esqueleto se convierta en arpa de pan
que cruje estrellas mientras te la chupa
Te ata para que te conviertas en una barca de plata
el lucero perdido entre sus piernas
que bulle salino como un cuento de abuelo
Te ata y te pega mordidas
te deja un pueblo entero vestido de hielo en la carne
un villancico de plata colgado en los ojos
estrechas calles en las venas
el bostezo del hacha de su boca en cada parte de tu cuerpo
Derrama agua en el andamio más alto del corazón
Te ata y te muerde el culo
quiebra nubes cargadas de agua
las madura con las uñas
Te ata y aprieta el tallo del sol con cada nudo
En la madrugada ella te habrá asesinado
con la piedra del rocío de su clítoris manso como un astro apagado
III
La conocí en el bar de “Los Helechos”
Lo usual
Vestía un bosque completo
En su boca estaba el espejo del silencio
que humeaba como una linterna todos mis pecados
Me pidió un reflejo de arena
y no pude apagar las luciérnagas en el azogue de sus ojos
Metí mi huesudo poema entre sus piernas
mis disecados dientes de hollín bajo su falda
me pidió ese reflejo y nos fuimos al baño
Ahí olimos la orina
el iris blanco de los muchachos muertos
Hicimos el amor sobre las palabras que nos sofocaron
rompí el búho oscuro de su pubis ronco
Ahí olimos el miedo esquilando el tiempo en cada arteria
-Era una estrella con párpados de hielo para el cansancio-
lo olimos con todo peso del invierno en cada labio
Hicimos el amor
y mi corazón era una bandada de moscas antes de mi muerte
IV
En mi bolsillo llevo el ángulo de la tierra
dos dólares sueltos parecidos a mis molares
Entro al burdel para cerrar de un portazo la noche
a la lasciva hiedra del miedo
a las humedad de este verano que se acerca
Yerto el corazón
tibia la verga
mientras hurgo por esos dos dólares
y enciendo el fósforo de mis retinas por un pubis
un culo flácido con la sintaxis de un mal verso
un clítoris con el reflejo del acero en las ganas
Pago y el placer es un trapecio binario
un enlosado temblor con el sudor de las manos
Ella me dice que me ama con el balastro de la luna
y su caries menguante en la orilla de la cama
Yo veo de reojo sus piernas como un libro viejo que me dicta
que el algodón de los mares solamente son fantasmas
Mientras la penetro
le digo que a los poetas no se les puede amar
que tenemos en el pecho el horizonte de la prudencia
una higiénica bala en la nuca para sobrevivir al mármol
de las avenidas que tosen semáforos y olvidan a sus muertos
Mientras la penetro su cara se convierte en un pañuelo sordo
La penetro duro y el paisaje se refugia en sus ojos como un animal tembloroso
y relumbra como una pecera la cicatriz de su cesárea
Me siento como una mosca aplastada en medio de la cama
V
CLITORIS
El poeta puede compararlo a un balazo
-yo mismo lo haría sin ser poeta-
a un ruiseñor cansado
ardiendo en la cabina de papel
que encierra un poema
Podría
serlo
también puede ser un helecho
una duna hiriente
con piel de primavera eterna
puede comparársele a la misma muerte
a la medida de la nevada mordida del sueño
podría serlo
además si le medimos los latidos
al tamaño del mar
de los crines del sol
en cada tormenta
yo lo comparo
a la cintura estrecha de los espejos
todos
donde puede reflejarse mejor un grito
a una campana menguante
para humedecer las palabras
en su corazón de agua.
NOÉ LIMA. (Ahuachapán, EL Salvador; 1971). Poeta y artista plástico. Fue miembro fundador y director de los talleres literarios Tecpán de la Universidad Dr. José Matías Delgado y del Taller del parque (Ahuachapán). Fue miembro del equipo coordinador del suplemento cultural Altazor, del diario El Mundo, de El Salvador. Ha publicado Efecto Residual (2004), Erosión (2015), Un insecto empalado en tu seno (2015), Zumbido (2017) y, recientemente, Gula (2020). Ha participado en diversos festivales celebrados en países centroamericanos y poemas suyos se han difundido en revistas de Guatemala, Costa Rica, España, México y Chile, y en las antologías Tecpán (Lugar donde duerme la campana del amor) y Subterránea palabra (El Salvador).