Libertad
Íbamos a tocar el viento
pero salieron a nuestro encuentro árboles
y nos dijeron:
“No se puede tocar el viento con las manos”.
Las manos fueron hechas para tocar el barro.
Para tocar la tinta.
Las hojas fueron hechas para ser tocadas por el viento.
Tengo una voz
Tengo una voz oscura y triste
por la ausencia del mar.
La palabra llega y sucede otra palabra
que nombra las cosas tangibles de este mundo.
Las deshace al pronunciarlas
y el agua se vuelve gota.
Una lágrima surca el rostro de la roca
y esa piedra adentro de mi pecho se conmueve.
Algo de humanidad habita en lo que nombro.
Y me llaman las cosas ajenas a este mundo.
Aquéllas que parecen no estar nunca
cuando todo se derrumba.
Un susurro palpita en mi pecho,
se desvanece y surge.
Es una estancia breve
esa vibración en este cuerpo.
La voz viene de la profundidad
desplegándose como las alas de un ave desconocida.
Alguien se aproxima a ella:
no existiría la voz sin un oído.
Algunas letras cortan flores, las desangran.
La lengua es un látigo para domar la lengua.