Diane Arbus fue una fotógrafa que resplandeció en el mundo del arte por captar el lado inusual de los neoyorquinos y el sufrimiento que retrataban sus personajes al captar la brecha social que supone ser diferente.
La excéntrica fotógrafa judía que nació en 1923 en la ciudad de Nueva York con el nombre de Diane Nemerov (hermana del poeta Howard Nemerov), contraería nupcias a sus escasos catorce años con Allan Arbus, quien le dio su apellido, sus primeras lecciones de fotografía y clases de autoplacer. Con él procreó dos hijas y fundaron un exitoso estudio con el que hacían campañas publicitarias para revistas como Vogue.
En aquellas décadas ser mujer significaba tener un rol determinado en el matrimonio, y aunque Diane trabajaba asistiendo a su marido, su espíritu libre se deprimía ante la perspectiva de acabar sus días fregando platos y cocinando para su familia. Un día decidió dejar de ayudar a Allan en el estudio y comenzó a trabajar por su cuenta. Así fue que su vida se cruzó con Lisette Model quien influyó en su visión del mundo, y particularmente de la fotografía.
Para ese entonces su relación matrimonial con Allan ya estaba resquebrajada: Diane salía a correr todos los días en busca de paz e inspiración por las calles más marginadas de Nueva York. Sus pesquisas se centraban en hallar seres considerados deformes por la sociedad, ya que Diane nunca estuvo conforme con ese frívolo mundo de la moda y la high society. En su camino conoció a enanos, discapacitados, gigantes, y un sinfín de personajes circenses que vivían al margen de aquel primer mundo donde ella se desenvolvía.
La obra de Diane Arbus es lo que el Realismo Sucio de Bukowski a la literatura americana: un stock de fotografías donde se retrata en primer plano a todos aquellos seres expulsados del Sueño Americano. En su ingente obra retrató a gentes en asilos psiquiátricos, transexuales, personas de raza negra, siameses, nudistas, etc. Logrando con ello un realismo descarnado que no dejaba indiferente al espectador: ella, detrás del obturador, era una provocadora nata.
Al margen de su arte, su vida artística no fue menos escandalosa: practicaba una sexualidad desenfrenada, compartía su cuerpo lo mismo con hombres que con mujeres (se cuenta que se acostaba con sus “monstruos”) y llegó a cultivar un exquisito estilo para retratar orgías. Su introspección y rechazo a la vida refinada del Nueva York de aquellos años, fue tanta, que se la veía caminando vestida con harapos por las calles, incluso llegó a pasar días con la misma ropa.
Esto debido a que, aunque era admirada y conocida en el medio artístico, las revistas de moda se negaban a publicar sus fotografías por considerarlas inapropiadas, lo cual derivó en una precaria situación económica de la fotógrafa neoyorkina. Esto era una paradoja, ya que en vida fue admirada por sus fotografías en blanco y negro donde el retratado te miraba de frente, con lo cual intentaba transmitir temor y vergüenza al espectador, además ella había sido una de las primeras fotógrafas en experimentar con el flash de relleno, lo cual producía en sus tomas un efecto lumínico nunca visto.
Sus múltiples problemas anímicos y su precaria situación económica le pasarían factura un 27 de julio de 1971 cuando, tras una larga depresión, Diane se suicidó. Como dato curioso, hay un libro del poeta Balam Rodrigo llamado: Braile para sordos, donde éste hace una compilación de las mejores fotografías de Diane Arbus, las cuales van acompañadas de sendos poemas inspirados en dichas tomas. Vale la pena leerlo y saber más acerca de esta genial fotógrafa judía.