Mujer
ojos de nocturno y de mirada oceánica
¿En verdad descansé en tus ojos
o es la nitidez del horizonte
quimera de mis sentidos?
Una limpidez hecha de aire cubre al cielo
tenue claridad que alcanza al sigilo de la noche
Oscurece y mi soledad es como las sombras
que contienen la modorra de las nubes
Camino
y mi recuerdo
es un viajero
el anhelo de un sitio
de un hogar como un luar
o un lugar como un hogar alado
Estoy contento
tengo la suavidad del horizonte
y me complace la compañía de otros pasos
Respiro la alegría sencilla de este instante
No es la de tenerte al alcance de mi mano
cuando la lluvia lubrica el ritmo de la noche
donde una mujer otra
me ofrece su cuerpo con la oportunidad del sueño
Me repliego en su pecho y
mi fragilidad hecha de su pulso
se abandona y deja una tristeza sola
el deseo de que esta orografía
anuncie los linderos de tus senos
y el valle de tu sexo
mas no el vértigo de otro cuerpo
que me quiere tanto tanto pero tanto tanto
como una asfixia.
Hay días en la vida
cuando los amantes se miran y
las ciudades enmudecen
Hay días en la vida
cuando las madres arrullan a sus hijos y
el horizonte se suaviza
Hay días en la vida
cuando los amigos se convidan y
las noches se consumen en su éxtasis
Hay días en la vida
cuando los sueños de los niños se realizan
En fin
hay días en la vida
en que la vida resplandece
Pero hay días en la vida
que son el grito de un loco
desde el fondo de algo
que ya no es vida
Vidas como espuma
en los labios de un rabioso.
PARA SALVAR LA PENUMBRA
Nadie me habló de esto
de cómo estorba para el viaje
o de la manera que consume
la piel o las entrañas
Tras la búsqueda en la altura
las noches son miradas dilatadas
en lo real de la tiniebla
los pies no se ciñen a la tierra
la sombra no fluye
con el cuerpo tiritando
algo enceguece no ilumina
cada parpadeo trae más dudas
saetas que desgarran
Ojo que se descubre así mismo
no basta la mirada
para salvar la penumbra
hace falta más que un rostro
gesto vuelto un vacío
al momento de la contemplación
proyectada menaza
de fantasmas y su estela
herrumbre de cicatrices
vueltas hacia dentro
rastro anegado en maleficios
instauración de signos falsos
en lo humano que alimenta
Sin un sitio en la raíz
ya no quiero un rostro
no preciso un cuerpo
me basta la certeza
de saberme vivo
más allá de la fetidez en la cloaca
me impulsa el atisbo
el hallazgo de lo ígneo
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Yuali Olvera nació en la Ciudad de México el 22 de noviembre de 1977.
Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de Ciudad Universitaria, UNAM, donde se licenció en 2010.
El poemario Maneras de negar la dicha (Ala Ediciones, 2022), de donde se extraen Mujer, Hay días en la vida y Para salvar la penumbra, es su primer título publicado.
En la actualidad radica en el Estado de México y combina la escritura con la docencia.
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