EPITAFIO DEL ESCRIBA
Qué huesos rotos de la Tierra vendrían a ser estas rocas dispersas
Qué vestigios de incógnitas masacres o de lentas decadencias
Qué serpientes sibilinas desovaron gemas en asépticos desiertos
¿Escuchas?
Míralas reptar en los granos de tu arena
Míralas ocultas en órbitas sin ojos
Míralas envueltas en tu pierna descarnada
Mi señor, ahora lo ves: bajo las dunas hay un reino de palabras vírgenes
Jamás las cantará tu marchita lengua
LEVEDAD
Es Venus del ocaso el fulgor primero, cuando a lo lejos un destello, un estampido que agita viento y tierra, desata un oleaje invisible como grito que alcanza el bosque, y desprende de su tallo una nube de cipselas: esperanzas diminutas en alas de vilanos que vuelan huyendo de la guerra.
DE LA HOJA EN BLANCO
No para cualquiera sino para el orfebre de palabras, la hoja en blanco debe ser una promesa vaga, pero real; no el monstruo que la mira sollozante y pusilánime, pues lo suyo no es oficiar de espejo, ni de pañuelo para trágicos lamentos.
De la hoja en blanco, hay que estar enamorado: tomar con firmeza sus caderas y cabello, deslizar la punta de la pluma como la caricia previa para el río detrás de la cortina, que el sabio amante ha contenido todo el día; y ahora, elevadas las esclusas, lo libera inmaculado y tibio en la pureza de la trama de sus fibras.
ASPERGER
Formé una biblioteca desmedida y me perdí en aquel mar de palabras. Busqué un nombre para mi manía en repúblicas de muertos y de vivos. Busqué consuelo y pasiones que me descuartizaran para sacarme en trozos de la indiferencia.
Con sorpresa, descubrí que mi alma lleva al lado un gemelo fantasma. Él me desvela, él me levanta; es quien dicta cuando el conciliábulo de voces lo conmina y llenan la bóveda de mi cabeza como nube de langostas.
En la ciudad de las corrientes mustias, los venenos saturan riachuelos. No bebo de sus aguas. Los habitantes sospechan: cuando bajo de las colinas a beber un trago, murmuran que mis hábitos son los de un espectro.
Regreso a casa bebiendo lluvia. En el morral llevo protegido un tomo nuevo, mi larga cabellera chorrea agua. Dejan mis botas huellas en el lodo. Diviso el hogar. Frente a la chimenea tomaré libro y pluma. Será la hora del fantasma.
DECÁLOGO
1) Antes que nada, se requiere luz.
2) El objeto viene después.
3) Estúdialo: sin conciencia del objeto, la existencia de la sombra es un azar.
4) Puedes mover la fuente, salvo el sol.
5) Eres dios del paraguas, la luz aguacero: ¿hoy te habrás de mojar?
6) Elige objetos que puedas maniobrar; haz crecer tus manos si no.
7) La sombra es lo que debes mostrar, confía en tu lector.
8) La sombra es una traducción del objeto, una ruta de asfalto que te lleva a él.
9) Descúbrete luz, descúbrete objeto, y apreciarás misterio y oscuridad.
10) No enamorarse de la sombra: te puede tragar.
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Escritor mexicano radicado en Tlaxcala. Premio Estatal de Cuento “Beatriz Espejo” 2015; Premio Estatal de Poesía “Dolores Castro” 2016. Ha publicado en papel el libro A propósito de San Juan y otras miniaturas (2016). Comparte su obra en la página de escritor ceremoniadepalabras.com.mx