Soy muchas cosas en la calle, en mis sueños,
en el camión, pero nadie me quita que Soy Cebra
y temí tanto porque los animales
NO HABLAN
escondí mi piel hasta saturarme de filtros
dramático cálido
busqué el arrullo de fosas clandestinas
globos que inflar en fiestas infantiles
como atracción, un mete y saca,
como poner la cola al burro
Cebra feliz en el tributo diario
porque fui hermafrodita
madre
hermano
hijo que regresó de la cárcel
protagonicé La Patrulla
había Hombres Vaca, Hombres Caballo,
pero nunca un YO CEBRA
y me alimentaron de nombres que regresaban
una y otra vez bajo el alumbrado
público
pero quería una experiencia sobrenatural
un prado abierto donde trotar como unicornia
coser plumas y creerme Pegaso, ninfa,
una banqueta perdida en la calle
escapé de la noche para buscar algo impersonal
un reflejo inmediato y difuso que dibujara
mis contornos sin cerrar las fosas nasales
repulsión de mí
y terminé
feo, viejo, era la ausencia que no se bebe
me amputaron las patas
TENÍA LEPRA
la noche echada a perder
me resguardó atrás de una ventana
sin paisaje
yo era un hombre sin huellas dactilares
en una cabina ausente de luz
pero
nadie quita que Soy Cebra
en mi cabeza decapitada que cuelga,
ahora y for rever and ever,
en una carnicería de Aurrera.
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No me digas que no te ha reclamado nada
Tú y yo susurrándonos a la oreja, cerquita,
calientitos, lo hermosa y fresca que la luna se ve
incrustada en el oscuro papel de fomi donde yace
todas las noches,
como en ésta donde permanecemos, tú y yo
alejados de la mirada de tu esposa:
ella
la que planchó esta camisa, la camisa a cuadros
que él convierte en almohada mientras me tiendo
con las piernas abiertas y mi pene diminuto
en el asiento trasero del bocho;
recién lavado como a él le gusta,
como seguramente a ella le disgusta que
él llegue a casa después de las 6 a.m.
los fines de semana, borracho, con lágrimas en los ojos,
oliendo a perra, disculpándose de no sé qué
-menos de nosotros-, directo a dormir
con los zapatos aún calzados,
indiferente y sin beso de buenos días
en la mejilla izquierda,
la maldita y saludable mejilla izquierda que tú ves
con repulsión al despertar. Pero, prometo
no hablar mal de ella en los siguientes minutos,
y pienso cumplir.
Te lo juro. Por dedito.
Además,
nunca ha sido mi intención hacerle daño.