Roberto Castillo Udiarte, nació en la ciudad de Tecate, Baja California, en 1951. Estudió Letras Inglesas e Hispanoamericanas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Comunicación en la Universidad Iberoamericana Tijuana (UIA). Ha sido profesor, corresponsal, traductor, periodista cultural, editor, tallerista, promotor cultural y realizador de radio. Sus textos han sido traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, portugués y braille.
-¿Qué es la poesía?
“La poesía es un estado momentáneo”, escribió el poeta brasileiro Ferreira de Loanda a mediados del siglo XX. Poesía es una epifanía que emerge, de súbito, de la realidad objetiva o del interior de uno mismo y que es percibida por una persona (poeta) que siente la necesidad de materializarla en palabras (poema) y que, a su vez, puede ser recreada por un lector al leer el poema y, así, revivir esa experiencia estética. Los poemas son testimonios pasionales de nuestro paso por el mundo. Puede ser.
-¿Cómo te clasificarías como escritor?
Como un aprendiz en constante búsqueda de nuevas formas de expresión, pues la realidad está en eterno movimiento. Mi escritura, más que una expresión de mis mundos internos, se centra más en captar lo que sucede en la realidad social, en aquello que es común a los integrantes de la comunidad: guerras, migración, la pobreza creciente, la violencia cotidiana y las muertes, así como también la búsqueda de la felicidad, aunque sea momentánea. Más que una visión protagónica de autor, mis textos expresan el punto de vista de un testigo sensible y sufriente de la vida.
-¿Quién es el Lobo de Playas?
A partir de las temáticas que trato en algunos libros que he escrito, como La pasión de Angélica según el Johnny Tecate, Blues cola de lagarto, El amoroso guaguaguá y Cuervo de luz, los lectores me han bautizado con varios sobrenombres: el Johnny Tecate, el Róber de Playas, y en algunas regiones del noroeste me han rebautizado como “El Lobo”, “El Lagarto” y “El Cuervo”, todos animales totémicos, o naguales, que representan a un espíritu protector para un mismo oficiante de la palabra.
-¿Qué significa ser poeta en Tijuana?
Algunos dicen que en Tijuana hay tantos poetas como OXXOs, lo cual es un acierto. Cada poeta tijuanero tiene una visión diferente de la ciudad y, cada poema, es una pieza de un enorme rompecabezas que se inserta en el mapa expresivo de una ciudad complicada, laberíntica, anárquica. Tijuana es una metrópoli con millones de habitantes nortenses, con migrantes de otros estados del país, pero también con migrantes de China, Japón, Italia, Alemania, así como ingleses, norteamericanos, centroamericanos, haitianos, nigerianos, etc., lo cual construye un mosaico viviente de expresiones acerca de la realidad de frontera.
Ser poeta en Tijuana es un oficio tan digno e importante como ser mecánico, mesera, líder comunitario, bailarina, panadero, arquitecta, etc.
-¿Cómo ves la administración institucional de la cultura en el país?
Mal. Si bien hay concursos, becas y premios y algunas publicaciones, no son las suficientes. Esa es la obligación de las instituciones de cultura, para eso tienen un sueldo. Sin embargo, argumentan falta de recursos y apoyos para los creadores y la promoción y difusión de las obras artísticas, sobre todo a partir de la pandemia. Parece ser que los sueldos no afectaron mucho a los administradores de la cultura.
Por otro lado, hay ciertos escritores y escritoras de la Ciudad de México que ganan, año tras año, las becas, apoyos, los premios y las publicaciones a pesar de tener buenos empleos y bien remunerados cuando, al mismo tiempo, hay un buen número de poetas y narradoras, sobre todos jóvenes, que sí necesitan el apoyo económico para continuar con su creación, sobre todo en la provincia, aunque no posean un gran curriculum.
Leo las quejas de escritores que no pueden asistir a encuentros literarios, incluso en sus propios estados, porque no hay apoyos para transporte, hospedaje y alimento, mientras los reconocidos escritores de la metrópoli acuden en avión, los hospedan en buenos hoteles y les dan sus comidas. Estos son algunos de los viejos vicios que no se han eliminado, estas prácticas de favoritismo centralista continúan.
Sin embargo, a pesar de estos inconvenientes provocados por la burocracia centralista, los artistas provincianos, o “del interior”, continúan produciendo obras artísticas fuera de los cubículos académicos, universidades e instituciones, y así encontramos obras artísticas que son producidas por los internos de cárceles, centros de rehabilitación y de salud mental, refugios de migrantes, cantinas, hospitales, barrios, asilos. El arte existe antes y después de cualesquier institución cultural.
-¿Cuál es el aporte de la poesía mexicana a la poesía latinoamericana?
Desconozco cuáles poetas mexicanos son conocidos en Latinoamérica, aparte de los nombres como Alfonso Reyes, Paz, Sabines, etc. Uno lee que hay muchos poetas que viven en la Ciudad de México, mujeres y hombres, que reciben premios y reconocimientos por su obra transcendental en la cultura mexicana, casi siempre apoyadas por instituciones oficiales de cultura y las empresas editoriales, y que seguramente su obra llega a lectores del norte, centro y sudamericanos. En lo personal, y basado no en la objetividad, sino puramente por mis gustos, creo que hay poetas y obras, no sólo del centralismo, sino de provincia, que vale la pena leer por su calidad literaria, su profundo humanismo y su fuerza poética: Abigael Bohórquez y su Poesía reunida e inédita; Enriqueta Ochoa, Poesía Reunida; Guillermo Meléndez y la Ciudad del náufrago; Rosina Conde y Bolereando el llanto; Dorsal de Nadia López García; de Balam Rodrigo el Libro centenario de los muertos; de Huberto Malina, Piel de tierra; Cómo ser un buen salvaje de la poeta Mikeas Sánchez; y Enrique Servín y etcétera, etcétera, etcétera.
-¿Qué opinas de la inteligencia artificial para escribir?
Tanto la inteligencia artificial como la estupidez humana, la liga mexicana de futbol y la escritura de autores onanistas, no están en mi agenda personal.
-¿Para quiénes escriben los poetas? ¿Tiene algo que ver la trascendencia?
Algunos poetas creen que la trascendencia es ganar premios, reconocimiento y publicar sus obras y pasearse por la alfombra roja de las empresas editoriales. Otros escriben para comunicar sus mundos interiores y encontrar un sentido a sus vidas. Algunos para ser famosos mientras otros lo hacen por necesidad espiritual. La trascendencia no la determina el autor o la autora, sino la fuerza de la obra, la lectura a través de la historia y un poco de suerte, tal vez.
– ¿Qué te gustaría hacer que no hayas logrado aún?
Mi mayor aspiración es ser, algún día, el poeta más chingón de mi barrio.
-¿En qué proyectos trabajas actualmente?
Durante la pandemia escribí un libro, ya publicado, que lleva el título de Notas desde la pandemia. Aparte participé en tres libros colectivos: Lectura para ciegos, junto a Alfonso Caballero y Gabriel Adame; y dos títulos publicados por Pinos Alados, junto a Alejandro Aguilar Zeleny, Francisco Luna, Waldo López, Tomás Di Bella y yo, titulados Perros y Crónicas perras.
Actualmente leo, traduzco y escribo un diario con ilustraciones que inicié durante la pandemia.
Tiene 16 libros publicados de poesía, crónica y narrativa, entre los que destacan: Nuestras vidas con otras, Blues cola de lagarto, La pasión de Angélica según el Johnny Tecate, Banquete de pordioseros, Cuervo de luz, La esquina del Johnny Tecate, Arrimitos y Canciones que no son. En inglés se han editado sus libros de poemas: Crows y Smooth-Talking Dog.