Existen varios autores mexicanos que nadaron en las aguas del microrrelato. Alfonso Reyes (1889-1959) y Juan José Arreola (1918-2001) lo hicieron con bastante soltura y éxito. Antón Chéjov, decía que la brevedad era hermana del talento. El autor ruso no se equivocaba, no todos pueden sacarle provecho a la contundencia de la brevedad.
Sin más preámbulos que esta brevísima introducción, Hoy en Poetripiados te presentamos nuestro primer mano a mano entre estos dos escritores mexicanos que triunfaron en la carrera literaria en las épocas en las les tocó vivir.
De Kelserling
Alfonso Reyes
—Conocí a un hombre que recibía noticias del cielo. Un día me comunicó las últimas novedades que se contaban en el cielo. ¿Saben ustedes cuales eran? Que puede ser que Lucifer se redima con un acto de arrepentimiento; que Lucifer puede redimirse, pero no sus criaturas.
Camelidos
Juan José Arreola
El pelo de la llama es de impalpable suavidad, pero sus tenues guedejas están cinceladas por el duro viento de las montañas, donde ella se pasea con arrogancia, levantando el cuello esbelto para que sus ojos se llenen de lejanía, para que su fina nariz absorba todavía más alto la destilación suprema del aire enrarecido.
Al nivel del mar, apegado a una superficie ardorosa, el camello parece una pequeña góndola de asbesto que rema lentamente y a cuatro patas el oleaje de la arena, mientras el viento desértico golpea el macizo velamen de sus jorobas.
Para el que tiene sed, el camello guarda en sus entrañas rocosas la última veta de humedad; para el solitario, la llama afelpada, redonda y femenina, finge los andares y la gracia de una mujer ilusoria.