Jack Kerouac, un apasionado del béisbol y ferviente seguidor de los Red Sox, amaba tanto a los Medias Rojas que, en una visita al Fenway Park, decidió crear su propia liga imaginaria.
Nacido en Lowell, Massachusetts, en 1922, Kerouac fue uno de los pioneros de la Generación Beat, junto con sus amigos William S. Burroughs y Allen Ginsberg. Conocido por su influencia en la literatura estadounidense, sus obras marcaron un quiebre en la narrativa de su tiempo. Aunque sus letras fueron inicialmente incomprendidas y rechazadas tanto por editoriales como por críticos, hoy se reconocen como fundamentales en la evolución de la literatura contemporánea.
Se hizo famoso por su novela En el camino, que puedes leer haciendo click aquí, escrita entre el 2 y 22 de abril de 1951, y mecanografiada sin márgenes ni párrafos diferenciados en un largo rollo de papel al que simplemente llamaba el rollo.
Pese a que existe una leyenda literaria sobre el uso de drogas y alcohol durante la escritura de la novela, el autor afirmó que solo utilizó altas dosis de cafeína. El 21 de octubre de 1969, falleció en el St. Anthony’s Hospital Emergency Center, en San Petersburgo, Florida, Estados Unidos.
Aquí te presentamos algunos detalles de su vida y obra que quizá no conoces.
Su torneo imaginario
Durante su adolescencia, escribió una novela corta sobre béisbol titulada Raw Rookie Nerves. Su imaginación desbordante, presente desde la niñez, lo llevó a inventar una serie muy completa de estadísticas que incluía perfiles detallados de cada uno de sus jugadores. Realizó reportajes y crónicas sobre juegos que existían únicamente en su mente, organizando todo en un archivo de tarjetas y cuadernos de colores.
2. Inspiró a The Doors
Tuvo una gran influencia en otros autores y en diversas disciplinas artísticas, como la música. Ray Manzarek, teclista de The Doors, afirmó que sin Jack Kerouac, The Doors no habrían existido.
3. Medio conservador
A pesar de su vida marcada por los excesos, era un conservador, católico y no simpatizaba mucho con la onda de los hippies. En una fiesta, alguien le colocó una bandera de Estados Unidos a modo de capa, y él la recogió, la dobló cuidadosamente y la guardó.
4. El borracho del pueblo
Sus últimos años fueron tristes y pasados en la calle, como los de cualquier otro alcohólico. Sus amigos recuerdan que comenzó a beber un vino muy barato, consumido comúnmente por quienes se encuentran en la última etapa de la enfermedad. En las últimas comunidades donde vivió, siempre fue conocido como el borracho del pueblo.
Desgraciadamente, la vida le pasó factura cuando el escritor tenía solo 47 años. Falleció con un bolígrafo y un cuaderno en las manos. No solo fue el alcoholismo, sino también los estragos de los golpes sufridos durante su carrera deportiva. En su juventud, practicó fútbol americano y sufrió varias lesiones, las cuales se agravaron con las caídas que tuvo al estar borracho en bares. Algunos estudios indican que su depresión pudo haber sido potenciada por un daño cerebral, algo muy común entre los boxeadores.
En agosto de 2007 se publicó una edición sin censura de la novela En el camino para conmemorar el 50 aniversario de su publicación original. Esta versión incluye partes que fueron consideradas inadecuadas en su primera edición, además de sustituir los pseudónimos utilizados por Kerouac por los nombres reales de los personajes.
A continuación te compartimos algunos de sus poemas:
El último hotel
Yo puedo ver la pared negra
Yo puedo ver la silueta en la ventana
Él está hablando
Yo no estoy interesado en lo que dice
Sólo me interesa el hecho de que éste es
el último hotel
El último hotel
Fantasmas en mi cama
Hombres lascivos de los que me aproveché
El último hotel
Cómo meditar
—luces fuera—
caída, manos unidas, hacia instantáneo
éxtasis como una vacuna de heroína o morfina,
la glándula interior de mi cerebro descargando
el buen fluido alegre (Fluido Sagrado) mientras
me bajo y sostengo todas las partes de mi cuerpo
hacia un trance de inactividad —Curando
todas mis enfermedades —borrándolo todo —ni
siquiera un fragmento de un “Espero que tú” o un
lunático globo quede dentro, sólo la mente
en blanco, serena, sin pensamiento. Cuando un pensamiento
brota a resortes desde lejos con su manifiesta
presencia de imagen, lo soplas lejos,
la espantas, la pretendes, y
se desvanece, y el pensamiento nunca vuelve —y
con alegría comprendes por primera vez
“Pensar es justo lo mismo que no pensar-
Así que no tengo que pensar
nada
más”
A cualquier lugar a donde vaya
A cualquier lugar a donde vaya
arboles iluminados
luces de la calle brillando en la oscuridad
Quiero correr hacia los transeúntes y besarlos
pero hay demasiado ruido
los hombres se matan unos con otros
Estoy enfermo y cansado de ver caras tristes
paren esa maldita máquina
todos son Dios y santos
una espiga me desgarra la garganta
Huelo la fragancia de una rosa,
donde quiera que vaya hay belleza
Sólo las cosas raras crean
Cuando el amor crea,
cuando la sensibilidad crea,
es el más grande de todos los sonidos
Cuando un hombre y una mujer crean, un bebé nace
Cuando el miedo crea, nace el odio
Cuando la soledad crea, nace la desesperación
Cuando los negocios crean, nace la exageración
Cuando galerías de arte crean, nace el dinero
Los cementerios no crean
Los museos no crean
Los hospitales no crean
Las prisiones no crean
El poder no crea
Sólo el amor crea
y es lo más raro de todo
A mi abuelo
Louis Silver Lipinsky
Te sentabas en tu habitación
en medio de las torres de la ciudad
y leías tus libros de hebreo
absorbiendo siglos de sabiduría
y cantos sagrados.
Mechones blancos cubrían tu cabello de vejez.
Cuando caminabas por las calles
los chicos te seguían.
Les contabas cuentos de hadas
y sus ojos brillaban
sueños del país de las maravillas.