Kenia Cano nació en Cuernavaca, Morelos, el 21 de junio de 1972. Es poeta y pintora. Fue becaria del FOECA-Morelia 2002. Ganó el Premio Iberoamericano de Poesía Carlos Pellicer (2010) por Las aves de este día.
-¿Qué cosa es la poesía mexicana?
-Lo más lógico, porque así es, es la poesía que se escribe en todo el territorio mexicano. Por ejemplo, podemos mencionar voces tabasqueñas y pensé en Beatriz Pérez Pereda, que es una voz muy íntima, muy fuerte. Creo que la poesía mexicana también se trabaja mucho de forma independiente; el territorio es vastísimo. Sí tenemos oportunidad de encontrarnos, pero es una gama muy amplia. Decir qué es la poesía mexicana, me obliga a recorrer todo esto. Pensando en el sur está Álvaro Solís, o el trabajo de Chico Magaña, que es de una poesía como devota, de complicidad con la oración en la oscuridad, como con un lenguaje muy específico. Entonces la poesía mexicana está llena de paisajes, puedes tener desiertos; ahora me voy al norte y pienso en la poesía de Claudia Luna, también tienes a Claudia Berrueto, que me encanta su voz.
-Dentro de eso, ¿crees que haya grupos de poder en la poesía mexicana?
Claro que sí los ha habido. Hay, obviamente, editoriales concentradas en publicar sólo a algunos autores y que tendrías que estar muy conectado para meterte en ellas. Finalmente, también es una cosa muy centralizada en la Ciudad de México, y hay voces muy interesantes ahí, pero a veces son grupos más cerrados.
-Gracias al Internet, ya todo está más descentralizado.
-Sí, es cierto, pero como que también sigue habiendo estos circuitos de referencia, que obviamente están dados por las becas, por la participación en los encuentros de poesía. Entonces, si bien es cierto que ves muchas más voces por internet, también hay una especie de borramiento, por lo mismo. Es como… sí estás ahí, pero, ¿cómo estás?, ¿quiénes te están leyendo y quiénes te están siguiendo? Es algo complejo.
Kenia ha sido incluida en las antologías Anuario de poesía del Fondo de Cultura Económica, recopilación de Pura López Colomé, FCE, 2007; El sol desmantelado, W.H. Auden revisitado, Albatross Press, 2007; Antología de letras, FONCA, 2004/ Les lieux de l’écriture, Arcade, Quebec, 2003; Árbol de variada luz. Antología de poesía mexicana actual. Universidad de Colima, 2003; Espiral de los latidos. Conaculta, 2002 y Efraín Huerta: el alba en llamas. Raquel Huerta-Nava. Fondo Editorial Tierra Adentro, 2002.
-¿Crees exista solidaridad entre poetas?
-Yo, la verdad, desde mi experiencia, te podría decir que sí somos muy solidarios, yo sí he encontrado una comunidad de apoyo, por lo menos te puedo hablar a nivel estatal. Yo vivo en Cuernavaca, Morelos, como tú sabes, y te puedo decir que sí tratamos de ayudarnos, por lo menos esa es mi percepción. Te puedo hablar de poetas como Iván de León, Denisse Buendía, que está de lado de una poesía muy fuerte acerca de la violencia en el país y del feminismo, y tiene una voz muy particular, muy suave; Davo Valdez de la Campa, muy interesado en el campo intermedial de la literatura y el diálogo con el cine. Todos, la verdad, sí nos ayudamos, nos pasamos contactos. Por supuesto que a veces hay grupos más celosos que otros, pero de esos no hay ni qué hablar, ¿no?
-Hablando de los más jóvenes, ¿Qué tan válido te parecen a ti esas herramientas como los emojis, stickers, poesía visual?
-Pues a mí me parece que la poesía tiene que tener siempre su parte experimental, si no, no hubieran existido ni siquiera los caligramas de Apollinaire. Me parece que mientras más experimentación exista, se puede llegar a momentos más profundos, no es como casarse nada más con una forma. Ahora, que lleven eso a un lenguaje que trascienda al medio, eso se me hace más difícil, que esa es la apuesta. Imagínate un poema con emojis que te hiciera… no sé, que te preguntara qué es el universo y por qué estamos aquí (risas)…
Kenia considera que la poesía mexicana sí ha influido mucho en la poesía latinoamericana, pues se lee mucho a los mexicanos en los encuentros internacionales, hay conocimiento de lo que se está haciendo en México y de lo que se ha hecho. Ya sabes, mencionan a los clásicos, pero me gusta que también estén leyendo a los de este momento, como nosotros los estamos leyendo a ellos, como a los poetas colombianos Nelson Romero, Rómulo Bustos, o de Argentina a María Negroni.
Tiene publicados los libros: Hojas de una sibarita indiscreta, (1994); Tiempo de hojas (1995); Oración de pájaros, (2004); Del amor ileso, (2008); Un animal para los ojos, (2009); Poemas, (2009) y Las aves de este día, (2009).
-¿Me puedes mencionar a cinco poetas vivos que sean esenciales para ti?
-Justo estaba pensando, querida Fidelia, que yo pienso más en poemas. Ahorita se me ocurre uno de Pura López Colomé, un poema que quiero mucho, Letanía en el huerto, ese poema me encanta porque es como la suma de buena parte de su trabajo, con la memoria, la forma externa del poema, porque ella juega ahí con un verso libre y prosa poética, en siete estancias donde le canta a árboles, observándolos desde su propio jardín; tiene al níspero, al limonero, al aguacate, entonces es uno de mis poemas queridísimos, pero porque aprecio toda la obra de Pura, pero en ese poema veo como una conclusión de su trabajo.
-Rosina Conde me decía algo muy curioso, decía que a ella se le dificulta muchísimo escribir verso libre, que está totalmente acostumbrada a la métrica.
-Tiene razón, porque un verso libre bien hecho sí es más difícil. Pienso en un ensayo de Josu Landa que es como muy… nos abre una reflexión sobre el verso libre, más allá de T. S. Elliot que nos decía qué no es el verso libre, Josu Landa en ese ensayito que se llama Aproximaciones al verso libre en español, dice que es mucho más difícil porque tiene que seguir patrones internos que ni siquiera se deben de ver, pero de que las reglas están ahí dentro, están, pero se las pone el propio poeta.
Te quería platicar de Elsa Cross. Para mí es muy querido su trabajo, es la poeta que, cuando me pongo a leerla, realmente me transforma la respiración, me hace entrar en un estado meditativo y lo siento en mi cuerpo, lo cual es algo extraño. Como que está incluso más allá de sus palabras, aunque reconozca sus palabras. Obviamente todo este intercambio que ella tiene con Oriente y Occidente es riquísimo, pero es más el trabajo que hace con el aliento. En ella pienso así. Luego en lo de Eduardo Hurtado, no sé si conoces su poema El Comensal; bueno, ese poema me fascina, es como un poema vórtice, centro del mundo, y está nada más contando la comida familiar, la comida en Campeche con el papá, están todos comiendo puchero y es una delicia de poema. Jorge Fernández Granados, que siempre me ha gustado también, su poema Higuera, es una maravilla y el de La perfumista, es una belleza, no solamente como la descripción de una mujer que trabaja en una perfumería antigua de la Ciudad de México, no sabes cómo viajas con ese poema. Y Marco Antonio Campos, Arles 1996-Mixcoac 1966, es uno de estos poemas que comprime el tiempo y es un poema de amor, pero de amor que no se logró, es una cosa muy linda, muy triste, pero a la vez con su belleza. En fin, un día nos ponemos a platicar de todos los poemas que nos gustan, no terminaría la lista.
-Fíjate que manera tan peculiar tienes… yo me hubiera esperado, como todo mundo, que mencionaras a los cinco poetas, pero más interesante que me digas cinco poemas. Mucho mejor.
-Claro que puedes apreciar la obra de muchos, pienso por ejemplo en Jorge Esquinca; en general, me gusta mucho lo que escribe…
-Es que hay muchísimos muy buenos poetas.
-¿Verdad? O José Javier Villarreal, también tiene una poesía increíble, le da mucho sentido al acompañamiento de los objetos cotidianos: el zapato, el closet, el baño, el comedor; pero, además, en un diálogo con la literatura y con la existencia, es como el pequeño universo que nos hace ver todo y creo que es lo que estamos viviendo. Esta posibilidad de, en lo chiquito, agrandarnos; es posible.
-¿Dónde estás trabajando? ¿Cómo se llama la escuela?
-Se llama Centro Morelense de las Artes, que es como la universidad de las artes del estado.
-Y en cuanto a la 4T, ¿cómo has visto el manejo de la cultura?
-Esa es una de las preguntas interesantes que me quería saltar (risas)…
-Todo mundo se la salta, bueno, intenta saltársela, pero yo me esfuerzo para que la contesten porque creo que como escritores y artistas debemos involucrarnos y tener una postura; no sé, es mi opinión.
-Tienes razón, pero yo tengo mis sentimientos encontrados…
-Y es muy válido.
-Yo pienso que el trabajo importante se hace a nivel independiente, y justo dejo ahí a la 4T porque realmente donde debemos concentrarnos es en el trabajo que hacen y que hacemos todos los poetas, en este caso, para que siga funcionando este universo, todos los editores independientes. Te puedo mencionar la editorial de Armenta Malpica, o el mismo Monte Carmelo de Chico Magaña de allá de Tabasco. Y, aunque no es independiente, pero cierta autonomía de la UNAM, como su proyecto de Material de Lectura, por ejemplo.
-¿Crees que existe una buena crítica literaria en México y para qué sirve?
-Buena pregunta. Te había escrito algunos nombres de críticos que he estado viendo, por ejemplo: Julio Ortega, Juan Domingo Argüelles, que hizo una antología. Ernesto Lumbreras y Hernán Bravo Varela que antes eran más incisivos en su crítica, no sé ahora con que asiduidad sigan, porque ya no les he visto tanta crítica. Lo que me extraña es que no hay mujeres. Te iba a mencionar el trabajo de Pura López Colomé que se llama Imperfecta semejanza, ahí hace críticas, pero de ocho poetas anglosajonas y no sabes qué extraordinario. Ahora, ella no hace eso hacia la poesía mexicana, que, si nosotros tuviéramos los ojos de Pura y esa sensibilidad para ver la poesía mexicana, pues sería otra cosa.
-Entonces sí podría ser una buena crítica mexicana, mujer.
-Pues yo creo que sí. Por ejemplo, está este libro de Armando González Torres, La lectura y la sospecha. Este otro chavo que también es muy buen ensayista y poeta, Luis Vicente de Aguinaga, también hace ensayos muy buenos. Yo no había entendido bien a Mallarmé hasta que lo leí a él, es muy claro.
Pero, ¿sabes que he aprendido, Fidelia? Tómate un proyecto y no importa que vayas poquito a poquito, tenle paciencia y ve gota a gota y no lo sueltes. Mientras estemos vivas vamos a tener pendientes y eso es bueno.
Y terminamos la entrevista platicando de pintura y poesía, fuera de micrófonos, disfrutando de su frescura y agudeza.