Hinostroza
Hematomas
que nunca entenderás como aparecieron.
El desborde
ahora úlcera
Una competencia que juras mínima
electricidad en los dedos -bravatas adolescentes-
Una canción que persigues en una lista borrosa.
Las carcajadas de rostros
fundiéndose con el neón y una chica drogada que deja todo en la pista de baile.
Todos los días
calles a rastras que se difuminan
y las conversaciones
-trasnochadas-
en habitaciones de una ciudad sitiada por el miedo.
Un auto te saca de ahí rumbo a un aeropuerto.
Otra vez asfalto
tapizado por luces rojas y vendedores de fritanga en las esquinas.
El neón
y la espuma derramada ayer
lo más cerca que llegarás a tentar la suerte – un éxito de los ochenta, perfecto para un montaje
de alguien entrenando para una pelea.
–Hacía seis años que no escribía, siete que nada publicaba, y ya comenzaban a mirarme oblicuamente
los amigos, y aquellos que estaban en el asunto, como si a mis 34 años fuera ya un has been, una vieja gloria
literaria.
Corte de escena (Aquí me tienes, recortando unos grillos de papel, cortar figuras es lo que mejor se me daba en
la escuela. Podría pasar horas haciendo eso para ti y viendo como haces una mueca – una especie de bostezo
al mirar con extraña atención una pantalla-
-Qué pasó con Gary Cooper. El tipo fuerte y silencioso. Él no estaba en contacto con sus sentimientos.
Sólo hacía lo que debía hacerse.
Luis Hernández
El nuevo apartamento llegó como una nave de rescate
-tiene refrigerador y lavadora pensamos-
cuesta la mitad de lo que vale un arriendo en Chile /
-hay que tomarlo-
El refrigerador luce abarrotado por las compras del mes
Hiede a algún tipo de ají
y tú
envuelto en una manta, bebes complacido un café a sorbos
repasando artículos académicos sobre Bordieu y Adorno
-un cliché universitario-
el típico becario estúpido.
Este país aún no muestra la violencia de la cual es capaz
-por qué habría de hacerlo-
no sales de las cuatro cuadras que trazan la simetría de la rutina
de tu casa a la casa de estudios
López mateo y Alonso de Torres, un radio seguro
en la esquina hay un Starbucks y unos metros más allá
-Sears y Walmart-
si les contarás la cantidad de hipsters que has visto desde que llegamos
si les contarás de la cantidad de autos de lujo que casi nos han atropellado.
El frío te despierta, es la falta de costumbre a la lluvia.
En la calle opuesta
como una invitación a dejar de lado tus pendejadas
un gran campo abierto
hectáreas de árboles, un bosque seco de ramas y cosas muertas
y allí
junto al OXXO
esperando ¿qué?
una inmensa hilera de taxistas que nunca abandonan su puesto
solo comen tacos, ríen, miran pasar a las chicas, gritan día y noche y nunca se mueven de ese sitio.
O sea que cualquier movimiento, cualquier cosa que escribas no es nada. Las cosas suceden igual, sin ti o contigo, escribas o no escribas, hables o no hables, eso es la gran verdad; nada más.
Hace una semana
al pasar rumbo a clases,
viste un sostén
y unos zapatos de taco tirados entre los matorrales
sólo miraste hacia el Starbucks y preferiste abandonar la escena
llevabas bajo el brazo libros de teoría literaria y estética –una novela rusa y el poemario que te regaló
un chico del taller.
La imagen,
una bofetada
eso que todos te advirtieron
una invitación a dejar la soñada coherencia,
llegas a casa / escuchas al vecino gritarle a su mujer
-ya vez como siempre apendejas todo-
Martín Adán
Trazar movimientos.
Escoger armas.
Con inocente pretensión se suplanta toda épica
-agenda en blanco-
el correcto doblez de la muñeca
un músculo en éxtasis
y la distancia precisa
entre el objeto
ante el mecanismo destinado al simulacro.
Todos los mapas mienten al fijar la emoción
como una navaja condenada a untar la mantequilla
“cuando muera
no quisiera estar presente”
La mentira
comparte la misma marca
que ella en su rostro.
Para muchos
-la tarea-
se resume en apilar cuerpos sobre la repisa
Así como el que corta el poema
y decide cuándo corren las prensas
el sujeto ensaya viejas estrategias
para sumirse ante el fuego y la katana.
Al igual que la señora
barriendo los trasnochados pasajes.
Algo de vida resta en la resaca de polvo y plástico.
Repetir el doblez de un músculo
es pretender la historia.
Simular una ficción
tan solo esconde
la escritura bajo la materia.
Gonzalo Rose
Pensar
en los comentarios sobre tu temprana muerte.
Las veces que te vi ebrio en una boda
o fiesta familiar.
Las veces que gritaste
apelando a que no fuese una mediocre
por no saber cómo terminar la tarea de ciencias,
no comer o mascar la frustración de los juegos en que no era incluida.
Tus comentarios que se supone eran un consuelo
y la pena la pena por dejar que mis compañeros pasaran por encima mío.
Tu rabia por quitarte tiempo con mamá
por no poder dormir
y pedir un cuento más.
Tus argumentos rebuscados
para invalidar mi interés en los juguetes de los anuncios
o la falta de decoración en casa cada navidad
o noche de brujas,
así y todo te disfrazaste conmigo
y fuimos año a año hasta que perdió la gracia
el pedir caramelos a desconocidos.
Recordabas en el camino cuantos vidrios rompiste de niño
lanzando piedras como respuesta
a tu propia frustración
ante el padre que nunca tuviste,
el abuelo que jamás conocí.
Las sobremesas tan aburridas con tus amigos.
Las promesas no cumplidas de una tarde en el parque
pero siempre estuviste ahí
de un modo u otro
en el cinismo compartido,
la costumbre heredada de morderme las uñas
y el mismo tonto sentido del humor: La facilidad para colocar apodos a los demás.
Yo creo, más bien, que en la semilla, que en el espíritu, está la derrota esperando.
Las circunstancias trabajan una arcilla ya hecha, ya cuajada. En esa arcilla ya estaba escrita la derrota. Yo nací para ser derrotado.
Escribo esto en la lejanía
para refrendar tu presencia
y la dificultad de amarnos tanto.
Watanabe
Hoy llevamos la vía láctea en nuestras manos
atrás
quedan los distraídos conductores
ese rio de rostros apurados
y nosotros
sin la simetría
de los animales bellos
vamos riendo mientras me hablas
de Fobos y
Deimos
y como en 50 millones de años
terminarán por estrellarse contra Marte.
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Daniel Rojas Pachas (Lima, 1983) Escritor y Editor. Actualmente reside en México dedicado a la escritura y a cargo de la dirección del sello editorial Cinosargo. Ha publicado los poemarios Gramma, Carne, Soma, Cristo Barroco y Allá fuera esta ese lugar que le dio forma a mi habla y las novelas Tremor, Random, Video Killed the radio star y Rancor. Sus textos están incluidos en varias antologías –impresas y virtuales– de poesía, ensayo y narrativa chilena y Latinoamericana. Más información en su blog www.danielrojaspachasescritor.com o en www.cinosargoediciones.com