Óscar Limache es un poeta, traductor y editor peruano, nacido en Lima, en 1958. Es autor de Viaje a la lengua del puercoespín (1989), Un año con trece lunas, El cine visto por los poetas peruanos (1995), Vuelo de identidad (2004) y Piedra de doce ángulos (2014), entre otros libros.
Cuéntame un poco de tu vida y tus actividades literarias, para que la gente de México te conozca (quien no te conoce), porque sé que tienes muchos amigos por acá.
Mi abuela me enseñó a leer cuando andaba por los cuatro años y me compró luego una enciclopedia y un atlas que me demoré en explorar hasta los once. Mientras, como tantos niños en Latinoamérica, nutría mi infancia con las historietas (que los peruanos de entonces llamábamos “chistes” y ahora “cómics”) que publicaba la Editorial Novaro de México. Cuando cumplí siete años, mi madre trajo a casa una colección de Libros de Oro de Estampas, de la misma editorial, que devoré de inmediato, y que había adquirido a plazos junto con una colección de Populibros Peruanos, que recién empezaría a leer a los once. cuando nos mudamos a una nueva casa en las afueras de mi ciudad, junto a la zona arqueológica de Maranga, a mitad de camino entre el Centro Histórico de Lima y el Puerto del Callao.
A los catorce años descubrió que habían abierto una biblioteca al costado de su colegio y que podía llevar prestados a su casa hasta dos libros por semana y así fue como leyó por primera vez a Shakespeare, Kafka, Borges, Horacio Quiroga, Maurice Maeterlinck…
Un día, saliendo de clases, encontré, a dos cuadras de mi colegio, un lugar donde vendían libros usados a precios accesibles a mi bolsillo; y así empecé a adquirir libros que hasta ahora conservo en mi biblioteca y que me permitieron conocer a autores que aún hoy aprecio y disfruto como Knut Hamsun, John Steinbeck, Guy de Maupassant, Saki y Dino Buzzati.
A los dieciséis ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Lingüística, y descubrió que, como en su antigua biblioteca escolar:
… la Biblioteca de Letras era una Cueva de Alí Babá, por todos los tesoros que guardaba, pero mucho más grande y con obras y autores que no había en la otra. Allí pude leer a Pirandello, O’Neill, Brecht, Camus, Arthur Miller, Tennessee Williams… Así fue como a los veinte años empecé a colaborar con algunos proyectos editoriales emprendidos por estudiantes de mi universidad que siguen en vigencia y con cuyos impulsores continúo en contacto, fortaleciendo la amistad nacida en esos años mozos: Lluvia Editores, Editorial Colmillo Blanco, Amotape Libros, entre otros. Estas experiencias me llevaron en 2015 a crear mi propio sello: La Apacheta Editores.
El poeta se resistió un poco a responder la siguiente pregunta, pero creo que lo hizo de manera excepcional: ¿Qué cosa es la poesía?
Medio siglo después de haber comenzado a leer a Bécquer y a Neruda, y después de lustros de haber empezado a escribir, aún no sé lo que es la poesía. Habría que consultar algún manual o libro de teoría literaria para averiguarlo. Lo que sé es que escribo poemas por las mismas razones por las que tomo fotografías: para capturar y retener esos instantes de vida que no quiero que desaparezcan en el tiempo. Leo poesía con la esperanza de que algún verso ajeno ilumine cierto rincón poco alumbrado de mi mente o me permita ver con mayor detenimiento algún fragmento del mundo desapercibido para mí hasta ese momento.
Óscar Limache ha traducido a escritores de Brasil, Estados Unidos, Armenia, India, Mozambique y Portugal, y poemas suyos han sido traducidos al portugués, italiano, inglés, hindi, turco y árabe. En 2022, apareció en el Perú su traducción de la Antología mínima, de Fernando Pessoa, publicación auspiciada por el Instituto Camões de Portugal.
¿Qué autores influyeron en tus primeros poemas?
Cada poema que escribo es como un primer poema; así que mejor te digo cuáles poetas me sorprendieron en una primera lectura y a los que luego he regresado a visitar muchas veces a lo largo de mi vida. A los quince años descubrí la poesía de Tagore, Lorca y Pedro Salinas. Después de los veinte fueron César Vallejo, Walt Whitman, Oliverio Girondo, Vicente Huidobro, Jorge Eduardo Eielson, Jorge Luis Borges, Salvatore Quasimodo, Yorgos Seferis, Fernando Pessoa, Saint-John Perse, José Emilio Pacheco…
Nos confiesa que en estos tiempos retorna a menudo a los poemas de los cubanos Eliseo Diego, Fina García Marruz y Luis Rogelio Nogueras, de los argentinos Juan Gelman y Roberto Juarroz, de los chilenos Jorge Teillier y Óscar Hahn, del colombiano William Ospina, de la uruguaya Idea Vilariño y de los brasileños Mario Quintana, Carlos Drummond de Andrade y Cecília Meireles, a quienes ha traducido y publicado.
¿Para quienes escriben los poetas y para qué?
Los poetas escriben para aquellos que leen poesía, ¿para quiénes más podrían escribir? ¿Para quién arroja el náufrago su botella al mar? Para quien pueda descubrir en el texto a un ser vivo, aunque esté ya muerto, y sirva de testimonio de las dudas, las certezas, las alegrías y las penas de otro ser humano semejante o diferente al lector.
¿Quiénes son, para ti, los poetas peruanos vivos más influyentes en la actualidad?
En estos tiempos en que las redes sociales nos bombardean con “influencers” de todo tipo, no sé a qué pueda referirse la etiqueta de “poetas peruanos vivos más influyentes”. En el último medio siglo, han muerto en el Perú poetas de la talla de Martín Adán, Emilio Adolfo Westphalen, Juan Gonzalo Rose, Blanca Varela, Pablo Guevara, Alejandro Romualdo, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, José Watanabe, Tulio Mora, Enrique Verástegui… pero siguen tan vivos como antes en sus poemas y continúan influyendo en las nuevas generaciones de poetas. Carlos Germán Belli, que ya tiene 95 años, es el poeta peruano vivo más respetado, junto con Leoncio Bueno, que ya cumplió 103 años. Marco Martos, Antonio Cillóniz y Juan Cristóbal son ejemplo de trabajo continuo y constante, sostenido indesmayablemente a lo largo de más de medio siglo de producción literaria y que continúan escribiendo y publicando hasta la actualidad.
¿Cómo ves la industria editorial actualmente en Latinoamérica?
De adolescente, luego de mis primeros descubrimientos literarios gracias a los Populibros Peruanos, editados por el poeta Manuel Scorza, descubrí publicaciones que venían de España (Bruguera, Plaza & Janés, Alianza Editorial), Argentina (Losada, Emecé), y México (Joaquín Mortiz, Fondo de Cultura Económica), que adquiría con mi propina semanal en las escasas tiendas de libros usados que había en Lima. Ya como estudiante universitario pude acceder a las ediciones de Seix Barral, de España, Monte Ávila, de Venezuela, o Casa de las Américas, de Cuba.
Óscar considera que en estos días la oferta de libros es amplia y diversa en el Perú y existen libreros conocedores que viajan y los proveen de exquisiteces literarias que suplen la deficiente distribución editorial que aún sufrimos en nuestros países.
Sin embargo, cuando viajo, no logro encontrar ediciones peruanas en las librerías de las capitales de Latinoamérica y compruebo que la producción editorial de El Salvador o de República Dominicana, países que he visitado recientemente, jamás llegará a las librerías del Perú por causa del grave problema de distribución de libros en nuestro continente. Claro que las librerías virtuales pueden paliar en cierta medida esta incomunicación entre países hermanos; pero, para mí, cada vez que visito, por ejemplo, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, me es inevitable sentir que los peruanos seguimos siendo habitantes de la colonia más alejada del Imperio.
¿Cómo decides, según tu percepción de la poesía, cuándo un poema es bueno o malo? ¿Qué elementos debe tener?
La lectura cotidiana de poesía nos brinda cierto entrenamiento que nos permite descubrir el poema logrado y poder diferenciarlo de uno incipiente u otro que se quedó a mitad de camino. En mi caso, prefiero los poemas que me proponen un misterio y una revelación, y donde las sonoridades del lenguaje hacen evidente la lucha eterna del poeta contra la trampa de la rima, los ripios, la cursilería y los lugares comunes.
¿Consideras que vienen generaciones de escritores comprometidas con el arte y la literatura o todo lo contrario?
Siempre ha habido, en todas las generaciones, escritores comprometidos con el arte y la literatura y, también, todo lo contrario; y, como no veo indicios de que esto vaya a cambiar, estoy siempre dispuesto a dar la bienvenida a las nuevas generaciones comprometidas con su arte, sea el que fuere.
¿Qué te hubiera gustado que te preguntara? Hazte la pregunta y respóndela, con toda confianza.
No me hubiera gustado que me hicieras esta pregunta, porque me la han hecho ya varias veces; así que, si me permites, ni me la hago ni me la respondo (con toda confianza).
(Risas…)
Entonces, quisiera que me dijeras cómo fue la primera vez que viniste a México, a quiénes conociste acá.
En el 2002, conocí en el Festival Internacional de Poesía de La Habana a dos escritores de Toluca, Elisena Ménez y Eduardo Osorio, quienes dos años después me invitaron a celebrar en su ciudad los 21 años del Centro Toluqueño de Escritores. Allí dicté un taller de poesía peruana y conocí al Compa Jorge Manuel Herrera, que años después crearía el sello Diablura Ediciones, quien se convirtió en el primer editor de mi libro Vuelo de identidad, que ya lleva más de trece ediciones, una de ellas aparecida en Brasil, traducida al portugués por Alessandro Atanes, y otra publicada en Italia, traducida al italiano por Claudia Piccino.
Regresó a México al año siguiente para la presentación de dos antologías de poesía peruana en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2005 y luego viajó nuevamente en 2008, esta vez a Hermosillo.
Donde me reencontré con Pina Saucedo y Bruno Hernández, a quienes había conocido en La Habana seis años antes, y con René Córdova y Beatriz Aldaco, a quienes había conocido en Lima cuando vinieron, en años distintos, de visita a mi país. En Sonora pude conocer gente tan valiosa como tú, o como Mara Abdala o Felipe Mendoza, poeta de Sinaloa, con quienes sigo en contacto y a quienes he tenido el gusto de recibir en mi ciudad.
¿Proyectos para este 2023?
Retomar las traducciones de poetas de la India, Italia, Brasil y Mozambique que, por mis labores docentes del año pasado, quedaron pendientes de culminación. Seguir publicando, a través de mi sello La Apacheta Editores, la “Colección Primera Piedra”, dedicada a “óperas primas” de poetas noveles, y reiniciar la publicación de traducciones literarias en la “Colección Lengua Ilusa”.
También continuará difundiendo diariamente poemas de todas partes del mundo a través de la sección “Poesía día a día” del Facebook del Centro Cultural Trilce, el cual dirige, y cuyas publicaciones se comparten en las redes de La Apacheta Editores y en su muro personal y que, además, son replicadas a través del Facebook en más de cuarenta grupos literarios de los cinco continentes.
Tomarme un año sabático para culminar un par de libros de poesía que me andan rondando desde hace ya dos décadas. Cumplir, al menos, la mitad de los proyectos antes mencionados.
Dirige la revista de difusión poética Diente de León y el Centro Cultural Trilce de Lima, desde donde difunde y comparte diariamente poesía.