En el poblado, el chisme actual era la historia de Julia. Al parecer, la que todos consideraban la solterona del pueblo, tenía un visitante nocturno. En sus propias palabras, aquel hombre era diferente a todos los que había conocido.
-¿Qué lo hace distinto de todos los demás?
-Es muy simple, además de venir únicamente a mi cuarto por las noches, es su físico.
-¡Su físico! ¡Será muy guapo!
-De hecho, no.
-Entonces, te metes con el hombre más feo del mundo.- Aquellas palabras desataron una serie de burlas para Julia.
-No, él no es de este mundo.
-¡Oh, por Dios! ¿Tu amante es un hombre del espacio?
-Así es, eso es lo que él me ha dicho.
-Ja, ja, ja, ¿y cómo nadie ha notado su existencia?
-Solo puede salir de noche, nuestro aire es tóxico.
-¿Y qué paso con su nave?
-Chocó en aquellas montañas, este es el poblado más cercano.
-Mmmm ¿Y, cómo es?
-No se parece en nada a nosotros: su piel es gris, aunque creo que en el pasado era completamente blanca y se ha ensuciado y de ahí el color de su piel. En el lado derecho tiene un tatuaje con muchas estrellas, anda completamente desnudo, o al menos eso me parece, porque no veo que se quite la ropa. Y lo principal es un cíclope.
-¡Un cíclope!
-Sí, únicamente tiene un gigantesco ojo que abarca casi toda su cara, y su pupila cubre totalmente su ojo, dándole un color negro, aunque también creo que es debido a la suciedad.
-Así que te revuelcas con un cíclope espacial, que no conoce el baño.- Las burlas continuaron.
-Es verdad.
-¿Y su planeta?
-Dice que está muy lejos de aquí, y que, muy probablemente, debido a una guerra ya no exista. Él venía en una misión colonizadora, pero su nave chocó y toda su tripulación está muerta.
-Entonces ¡él venía a conquistarnos!
-Me dijo que no sabían que existíamos.
-¡Basta! Inventaste todo esto para justificar tu soltería. Y nosotros pensando que ya dejabas de ser una solterona, y sales con esto.
Julia partió hacia su casa, en medio de risas, con una consigna en mente: aquella noche se le entregaría a su cíclope como nunca y lo convencería de que la raptara. Pues prefería una aventura con el hombre del espacio que seguir con la vida que llevaba.
Al caer la noche esta cubrió con su oscuridad la totalidad del poblado, solo Julia continuaba despierta, esperando a su visitante nocturno.
Próximo a la media noche, el visitante entró por la ventana de Julia, su piel grisácea a penas se distinguía en aquella oscuridad.
Lentamente Julia atrapo entre sus tentáculos al astronauta, que sin esperar la hizo suya.
-Hoy contacté con los de la Tierra, mi planta natal. Enviarán muy pronto por mí.
-¡Llévame a ese planeta Tierra! Ya no soporto más estar aquí.
Los dos desaparecieron del pueblo en las primeras horas de la mañana.
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Reyna Romyna Olmos Hernández originaria de Pachuca, Hidalgo; México. Es egresada de la licenciatura de Ingeniería civil por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, y de la Maestría en Enseñanza de las Ciencias por la Universidad Digital del Estado de Hidalgo. Ha sido colaboradora de las revistas literarias Espejo Humeante, Fantastique y Sirena Varada. Coautora del libro Capitán Sueño en Librerío editores.