Víctor Munita Fritis nació en Atacama, Chile, en 1980. Actualmente radica en Guadalajara, México. Algunos reconocimientos que ha recibido son Beca de Creación Literaria del Fondo del Libro y la Lectura, 2018. Reconocimiento al mejor libro de poesía de fútbol, Zapatitos con Sangre, 66 poetas del fútbol, 2017. Beca de Artista Destacado de Atacama en el 2018 y el 2020. Becario de la Secretaría de Cultura de Jalisco, en el taller de narrativa breve, 2022- 2023. Medalla “Pedro León Gallo” al Mérito del Gobierno Regional de Atacama por su aporte al desarrollo cultural y literario en Chile, en noviembre de 2022.
-¿Qué es la poesía?
Hoy, para mí, es un encuentro con la memoria, con la historia íntimamente popular; no sólo vista como un ejercicio del pasado; es una evocación con la vida presente y un testimonio de lo inmemorial. Hoy, con el paso de los años, la estructura del poema, me permite contar en versos, asuntos antiguos y recientes, con el espíritu humano merodeando; en cambio, esto no es tan viable en la escritura de la Historia como tal. A no ser que fueran como las investigaciones de los naturalistas del siglo XIX o como ciertos relatos de Heródoto, que escribía desde el mundo personal sin dejar de lado las diversas opiniones de las personas que conocía en los países que visitaba para investigar, una especie de crónica literaria y periodística a la vez.
El lugar común, o más tradicional de la literatura, dirá que la poesía es meramente expresión —los más puristas— que no tiene relación con el mundo popular por la elevación de su lenguaje, por lo tanto, erróneamente se elitiza desde esa mirada y origen. Hoy, para mí, el poeta debe ser un interlocutor de su propio tiempo, un centinela de los documentos y sobre todo de los muertos olvidados en el tiempo; claramente, sin perder de vista que la poesía es ese encuentro entre el que escribe y lo escrito, lo ocurrido entre el lector y el poema.
Muchos piensan que no hay poesía en las narrativas sencillas, usuales, la vida social rebelada ante las cosas políticas —incluso la misma gente, de clases sociales no acomodadas, cree que no hay poesía en sus palabras o no sabe cómo escuchar su habla como una riqueza—; simplemente porque se ha elitizado de algún modo la literatura en los suculentos premios estatales, en el manejo de las mismas editoriales y el ahora escritor mediático que está siempre pensando en el mercado y en la fidelización de lector-usuario. Esto último no lo enjuicio, todo lo contrario, es un modo de hacer en medio de un proceso mundial en el que el artista compite con un tiktok.
Por otro lado, no es solamente tarea de la novela o la crónica delatar el valor de las personas que sostienen a los pueblos o manifestar el desprecio humano de la burguesía por quienes no alcanzan a describir sus goces o sufrimientos en la historia, es también responsabilidad del poeta actual y su creación; no veo mucho eso en la poesía joven masculina, las mujeres la están llevando en este caso. De que sirve un poema perfecto en su estructura, si al final de todo, no se siente al ser humano que escribe y tampoco la vida —la historia— de las y los otros en el poema, no se siente el aliento de la existencia.
Ojalá se lograra ambas cosas siempre, sería el paraíso literario; incluso algunos ganan concursos, pero está repleto de libros perfectos, que casi nadie lee, porque no se siente que haya un ser humano ahí entre todas esas líneas, o está pensado para un grupo; no hay un habitante con espíritu y tampoco la resurrección de una sociedad pasada, eso se nota.
En mi caso, estoy día a día pendiente del habla, de la voz, de las formas en que expresan una idea y un sentir; todo lo veo como un rico testimonio de la subsistencia en el planeta; además, fuente de información para los poemas, y por ende, para la aproximación a la poesía, que para llegar a ella, tampoco me cierro a otras formas de buscarlas como el teatro, la entrevista, el guion, etc. En este último tiempo he estado muy pegado con el lenguaje y vida de los animales, lo que me ha llevado a un modo muy espiritual y más atento a esas nuevas maneras de atender el mundo.
-¿Cómo ha sido tu relación con México y cómo decidiste instalarte permanentemente en nuestro país?
A México, en un principio, venía por unas semanas y luego al comenzar a viajar cada cierto tiempo, con la intención de investigar sobre las relaciones histórica entre Chile y México; bueno, lo he logrado, he recabado material increíble desde 1605 a la fecha, materiales que verán la luz este año y el próximo.
Al pasar las semanas, aparecieron poetas y gestores increíbles que me invitaron a festivales y ferias como Roberto Reséndiz, Manuel Cuautle, América Femat, Andrés Cisnegro, Arturo Alvar, Samir Delgado, Atenea Cruz, Sofía Cham, Rossana Camarena, Luis Armenta, Sergio Fong, entre tantos, que vi una gran oportunidad de aprender en cada evento literario. También la agregada cultural de Chile de ese tiempo, Claudia Barattini, me contactó y apoyó muchísimo para grandes ferias del país y en el ámbito de la historia y el muralismo, Naín Ruiz Jaramillo, Armando Escandón, Jesús García Ávila y Renato Robert Paperetti y muchos más.
La idea de quedarme definitivamente en Guadalajara, fue cuando comencé una relación con una persona. Hoy veo esta tierra, como un espacio significativo para la creación, de desarrollo en lo humano y un punto interesante para mirar mi país desde la distancia y comparar. Además, los mexicanos, los nicaragüenses, los norteamericanos, los españoles que he conocido me han hecho sentir que lo que hago es bueno, que tiene tradición y experimentación; han sido muy generosos conmigo y, sobre todo, con mi trabajo literario.
-¿Qué diferencias encuentras entre el ámbito cultural chileno y el mexicano?
Siento que hay muchas similitudes entre ambos países, en la tremenda calidad de sus artistas, muchos poetas, cineastas, pintoras, músicos por todas partes. La diferencia que veo, es que aquí en México, sí hay espacios para hacer actividad artística, tianguis culturales, museos, lugares para difundir la cultura, muchas instituciones de educación creativa, leyes mucho más flexibles para la cultura nocturna, el patrimonio es parte de la educación en general o son materias alternativas en las instituciones de enseñanza y eso es fundamental. Hay carreras como la construcción o la nutrición que tienen historia sobre el campo de estudio principal, lo que no veo en algunas instituciones de mi país.
Otra cosa es el desarrollo editorial universitario, como la Universidad de Nuevo León, UNAM, UDG, Veracruz, entre otras. Aquí es una cosa muy seria, están publicados sus académicos, autores nuevos y tradicionales del país. Poseen ferias universitarias propias, por pequeñas que algunas sean y con recursos importantes dentro de los rangos de país. En Chile las editoriales universitarias trabajan con escasos recursos económicos y humanos, lo sé porque conozco algunos editores actuales que por muy buenos que sean, no pueden hacer todo, también viví este proceso.
Lo que hace el Fondo de Cultura Económica de poner librerías en otros países y hacer libros a bajo precio, ha dado gran resultado en las políticas de difusión de las ideas, es un modelo caro, pero visto a largo plazo, siempre es redituable para el desarrollo humano de una nación.
Con una mirada latinoamericana, lo hecho por el FCE estos últimos cinco años, me parece sumamente importante, refuerza la imagen cultural de México en el Mundo a cabalidad; modelo que Chile debería copiar o asociarse, ya que la industria del libro “no funciona”, a no ser que sea mediante las multinacionales, donde no todos llegan y algunos llegan, pero sin la suerte de la difusión.
La cantidad de Ferias del Libro, estilo de ellas de libros nuevos y usados, las actividades son para los chilenos un lugar de ensueño, todos quieren estar, pero son eso, un evento hermoso, pero no hay algo significativo que aporte a la cadena de la industria del libro de las provincias, editoriales independientes, y que deje un plan de difusión profundo para autores.
Roberto Bolaño decía “literatura chilena, tan famosa en Chile”, y en parte se refería a que, con todo el potencial, deberíamos estar en otra, realmente siendo una industria. Por ejemplo, los fondos culturales de Chile son mucho más democráticos y variados, en éstos hay un proceso de selección más claro y algo más justo; aquí en México hay más premios literarios que en Chile, más posibilidades de publicar; más instancias de participación con la obra en ferias y eventos, eso hace muy atractivo de vivir.
-¿Crees que existan grupos de poder, dentro de la cultura mexicana?
En todas partes los hay; en cualquier institución, movimiento social, creativo, etc., porque es una representación de la sociedad, una muestra del mundo en su máxima extensión histórica. Imagina, que cuando el ser humano descubrió el fuego, luego vino la idea de que este no se apagara y tenía que existir un grupo que supiera el cómo mantener la llama encendida o tuviera la técnica de prender y apagar éste; para eso debieron dejarlo en manos de un vigía (sacerdote o sabio) del fuego y comenzar a mantener a su familia por sus labores exclusivas; y estos secretos pasar de un amigo a otro o de una familia y su linaje.
En todos los lugares que he visitado he podido saber de personas que se elevan del resto por apoyos del poder político y de jóvenes y no tan jóvenes que ven en ellos el ascenso rápido de prestigio artístico, cosa que no es así y ni siquiera hay ascenso, todo es una ilusión, algo que se desmorona rápidamente. Hay una entrevista a Roberto Bolaño que con una lucidez enorme dice que: “El oficio de escribir es un oficio poblado de canallas haciendo todo por perdurar y de tontos que no se dan cuenta de su fragilidad inmensa, que creen que van a perdurar…”, no creo que todos estén en eso, pero sí, en las lógicas del poder muchos critican a los grandes escritores, pero si llegan a esos lugares siempre me pregunto ¿cómo serían?, si con pequeños asuntos actúan poniendo el pie a otro.
A final de cuentas, da lo mismo todo, como dice un poeta: “Da lo mismo ser Jesús, Bill Gates o tarro de Nescafé”.
-¿Crees exista solidaridad entre poetas?
Sí, lo hay, conozco mucho poeta solidario y buena onda. De esos que no les interesa el poder por el poder, incluso en la idea de la autoría de sus textos, porque “autoría” viene del espacio de la autoridad que impone el modelo para la industria y viceversa. Les interesa otras cosas; como el compartir, el estar, el convivir. El otro día conocí a dos poetas nicaragüenses de tremenda trayectoria y trabajos académicos en Europa y EU, Carlos F. Grigsbye y Alain Pallais, son tremendamente solidarios, si fueran unos plomos, ni me hubiera interesado hablar con ellos, aunque fueran el premio Nobel; pero eran tremendamente solidarios, sin ganas de mostrar que sabían un chingo de cosas, realmente muy sencillos, es una gran enseñanza.
Por ejemplo, el poeta infrarrealista Rubén Medina, Sergio Fong, Roxanna Camarena, Ismael Romero, Mario Martz, son tremendamente generosos con otros escritores, por nombrar a algunos. También hay otros que no lo son, uno los identifica, pero no me interesa estar en esos grupos de diversos países y cuando he estado, agradezco que, por una u otra razón, se han ido de mi entorno, no me interesa el rollo del poder, el pisotear por un libro leído más que otra persona, etc.
Mucho artista se vuelve “loco” con el poder político cuando le pasan un puesto, cuando piensan que logró cosas personales y son labores institucionales obvias que deben realizar, propias de la gestión y los recursos, no son gestiones propias; pero bueno, es política y un mundo ideal que no pega ni junta finalmente.
-¿Para qué sirve la poesía? ¿Para qué escribir?
Yo diría mejor, para qué sirven los poemas y aparentemente, no sirven para nada; porque estamos acostumbrados a que todas las cosas tengan una utilidad, sea práctico como cualquier objeto, y no funciona así este asunto. La poesía es otra cosa, intenté explicar mi visión anteriormente de ella en las preguntas anteriores. El sistema nos obliga a NO darnos cuenta, de los procesos de la vida; y los poemas son un proceso y no un hito, todo el tiempo, y los hitos, se parecen mucho a los objetivos y a las metas que impone el sistema como logro para una recompensa, y casi nunca hay recompensa.
En pandemia, la gente se dio cuenta de que tenía “una vida” en el trayecto de la casa a su trabajo, y se estresó, casi enloquecieron al quedarse en su hogar, al no vivir conscientemente ese trayecto… Eso ocurre porque no hay reflexión en la vida cotidiana, no hay poemas que permitan la exhortación de un proceso, de un transitar. No hay nada más hermoso, cuando nos sorprendemos hablando solo de algo que nos parece importante y sonreímos o nos vemos a nosotros mismos como locos; eso es un ejercicio de proceso histórico con uno mismo, pensarnos en un lugar y tiempo.
En el caso de escribir, es bien potente, porque yo estoy convencido de que es un mensaje contra el olvido, un diálogo eterno con la memoria, con los que no alcanzaron a contar sus miserias y alegrías, porque otro grupo, generalmente de poder, no deja que otros cuenten su historia. Por ejemplo, sabemos que hay un montón de años luz que preexisten en nuestras vidas —personal y del universo—, está ahí toda esa información de la historia de la humanidad, dando vueltas en el aire, en nuestro cuerpo, en los asteroides, cometas, estrellas que ya no existen; y no las viviremos ni hoy, ni mañana, tampoco otras generaciones, pero las podemos reflexionar, escribir y volver arte o ciencia, en el mejor de los casos.
-¿Consideras válida la experimentación en la poesía? ¿Romper las reglas de la escritura?
Absolutamente válida, pero ya no sé qué se puede experimentar o romper, como dices, sería demasiado pretensioso decir algo así. Siento que casi todo está hecho o me falta creatividad, no más; pero asumo todo lo que he realizado —bien o mal— tanto como el teatro, clown, la radio y TV, fotografía, guion y diversos trabajos de subsistencia como un insumo para crear. Cuando escribo no estoy pensando si es un poema, una crónica o un monólogo, escribo y todo lo que se va sumando, es parte de mi escritura, de mi poética. Tengo libros experimentales como En Guerra con Chile, en el que el lector puede escribir su propia versión de la historia de la guerra entre Chile, Perú y Bolivia, una intervención del libro Burros de Mauricio Toro Goya, que habla de la vida de cinco presidentes chilenos muy vagos del siglo XIX y XX, que no tiene nada que ver con lo que plantea el autor original; también un libro para bordar, de páginas en tela llamado: Una novelita sobre mi madre, estos dos son libros únicos, y Un síndrome mesiánico, que es la vida de un muchacho que se lanzó a los leones en Santiago de Chile, y los juicios de internet con él; lleva fotos, cartas y dibujos, es más el rollo de la documentación real en paralelo al poema.
En sí, para llegar a un punto agradable de la técnica empleada, es importante pasar por todas las experimentaciones y aprendizajes posibles, pero para eso hay que leer, jugar con los materiales, estudiar y ver lo que han hecho grandes maestros en diversas áreas del arte y la poesía visual y sonora, de Joan Brossa, Pierre D. La, los poetas visuales argentinos y brasileños, Julio Cortazar, Guillermo Deisler, Raúl Zurita, Juan Luis Martínez, Nicanor Parra, Cecilia Vicuña, Rocío Cerón, Vivian Abenshushan, Ludwig Zeller, Gonzalo Henríquez, Mario Bellatín, George Perec, entre muchos y muchas.
-¿Qué ha sido lo más difícil que has tenido que enfrentar en la vida?
Es la pregunta más compleja de todas, porque no habla de la escritura como tal; porque implica manifestarse sobre asuntos profundos; lo económico, comprender la tristeza y la soledad de las distancias, que muchas situaciones están dadas por depresiones no bien tratadas; las obsesiones sociales y dejar entrar en uno la fe.
Este último año y medio, ha sido difícil, pero lo que hoy valoro, es darme cuenta de que siempre tuve frente a mí lo bueno y no lo veía, lo que es genial y sencillo de vivir.
Hoy me siento un ser humano común, un tipo que hace el aseo, vende cervezas en un bar y escribe lo que se le da la gana; más que un escritor que debe tener opinión de todo y ser uno de los referentes de su pueblo, eso ya no me interesa; mi país es altamente politizado, no me alejo de eso, pero hace bien no estar en la discusión tonta del poder, que además ejercen otros.
Todo lo artístico que hago, lo siento como un regalo que me permite estar bien, algo que me mejora el día a día, porque es muy potente escribir un poema; aunque escribo con intención, sobre todo pensando que un libro debe salir lo mejor posible, sin duda; no escribo azarosamente.
Aun cuando a diario estamos tomando decisiones difíciles, en las pequeñas y grandes cosas también; hay gente que tiene depresiones muy fuertes, que no se pueden ni parar de la cama y nadie los entiende; gente que no come porque no tiene dinero ni posibilidad de conseguirlo, algunos no tienen una red de agua potable en estos tiempos, esas cosas son difíciles; hoy he aprendido a vivir con mayor templanza.
-¿Hay que escribir todos los días o solo cuando la mente o el cuerpo lo pida? ¿Se crean los grandes poemas escribiendo mucho o esperando la inspiración?
Sí, soy de los que cree que hay que tallar la madera a diario, no sé para qué, pero alguna figura saldrá bien. Yo creo en el proceso creativo, en las preguntas, en la búsqueda de proyectos e historias de la vida popular y/o universal. Escribo, veo documentales, leo, entrevisto por las mañanas unas cuatro a seis horas dedicado a eso, luego voy a mi otro trabajo, trato de mantener una rutina con lo que me gusta hacer, con el fin de sentirme bien.
La inspiración para mí no existe como tal, solo es la primera idea, es como la eureka; luego viene todo un trabajo de saber que vas a decir, no me agrada tanto la poesía de momentos; a algunos les debe salir muy bien, pero genios no aparecen todo el tiempo y cuando hay cosas así, me parecen sospechosas en su disparidad.
Pienso en el mal de Diógenes de los textos, algo de valor existirá entre tanto material acumulado, pero tampoco es chido que estén otros escritores diciendo cada cuanto publicar y cómo hacerlo, como si los procesos personales fueran una totalización de las situaciones; aun cuando tienes toda la vida para tu primer libro o disco, pero para el segundo, si estás pensando en hacer una carrera, tienes poco tiempo. Todo lo agarra el mercado, por eso, es importante que cada proceso creativo sea con muchas preguntas, no un verso que salió bonito o un sentimiento atrapado y ya, hay que pensar en nuestro rol en la sociedad, en nosotros; escribir sin pensar en esa locura de la trascendencia o ser el winner porque sí; lo relevante es hacer algo serio, bien y que reconforte.
-¿Qué planes tienes para el 2024?
Tengo tres cosas claras en cuanto a la literatura, pero el resto son posibilidades, nada más, más bien son cosas que ya están hechas desde hace mucho. Durante este semestre, viene la publicación de dos libros de poemas que escribí hace más de diez años; uno es Yo, entre todas las Mujeres, que publicará Editorial Punto Ciego de EU, México y Canadá, y que está en manos del escritor nicaragüense Mario Martz; el libro trata de una virgen maría aburrida de ser una mujer sin tanta opinión en la historia de la humanidad y se rebela ante lo establecido; el otro es El Libro de Asistencia, que describe el reiterativo y abúlico día a día de los funcionarios públicos, que publicará la Universidad Autónoma de Nuevo León, que dirige el escritor mexicano Antonio Ramos; ambos han sido muy generosos, me han apoyado y creído en mi escritura. A la vez, sigo con la tercera temporada de entrevistas a personas del mundo cultural en la Red de Televisión de las Universidades Estatales de Chile, UESTV.
De sus libros publicados destacan: La Patria Asignada (Ed. Cuarto Propio) Poesía, 2010. Zapatitos con Sangre, 66 poetas del Fútbol (Cuarto Propio), 2017. Inventario (Mago Editores) Poesía, 2019. México, Paisaje de Copiapó (Ediciones Tierra Culta) Historia, 2020. Yo, entre todas las mujeres (Mago Editores) Poesía, 2021. Introducción a la Historia (Editorial Cuarto Propio) Poesía, 2022.