Rocío Hoffmann Silva nació en Coyoacán, Ciudad de México, un 15 de octubre de 1963. Es pintora y activista por los derechos del planeta y utiliza su pintura para invitar a la reflexión sobre los graves daños que causamos al medio ambiente con las toneladas de basura y desechos sólidos y tóxicos que generamos diariamente. Hace muchos años que reside en Rosarito, Baja California.
¿Cómo y dónde comenzaste a pintar? ¿Cuáles fueron tus inicios?
Todavía no sabía leer ni escribir cuando ya le daba color a hojas y paredes que se me atravesaban. Siendo la cuarta hija, mi aprendizaje fue precoz. Desde los 4 años, mi mamá descubrió que tenía facilidad y gusto y me compró óleos y pintaba platos de porcelana y ella los vendía. Vivía con mis papás y hermanos en Coyoacán, ahí pintaba y pintaba, hasta que la vida me llevó a mi destino: Baja California.
En Coyoacán pasé toda mi infancia y adolescencia, luego mi papá, que era ingeniero civil, ganó una obra en Mexicali. Yo tenía 13 años y viajé con mi familia hasta acá. A esa edad entré a los talleres de artes plásticas que había en la Casa de la Cultura.
Rocío se fue a estudiar artes plásticas a la Ciudad de México, pero cuenta que no la aceptaron, ni en La Esmeralda ni en San Carlos, porque no tenía la prepa mexicana, (estudió en Calexico, California), entonces entró a estudiar en el Centro de Arte Dramático en Coyoacán. Pero ella quería ser pintora.
¿Cómo ves el ambiente artístico en tu zona y en México en general? ¿Crees que haya solidaridad entre los artistas de cualquier disciplina?
Yo creo que hay mucho seudoartista que invade los medios, artistas improvisados sin lenguaje ni propuesta, ni técnica ni vergüenza.
Como activista, ¿cuáles son algunas de las causas que más te preocupan y en las que te has involucrado?
Principalmente la reflexión sobre el medio ambiente y la basura, y en eso he enfocado mis esfuerzos los últimos años. La basura no debe tener cabida en nuestro entorno, estamos dañando a la naturaleza, a los bosques, a los desiertos y a los mares.
¿Cuál ha sido la respuesta de la comunidad ante tus obras de arte relacionadas con la conservación del medio ambiente?
Yo creo que he podido llegar a algunas sensibilidades, ya que Wildcoast me pidió que pintara dos murales y ahorita estoy trabajando en escuelas públicas para educar a niños a través de una serie de libros que estoy haciendo, de ilustraciones, para educar a los niños a convivir mejor con el medio ambiente. Nosotros, con frecuencia, nos quitamos esa responsabilidad, por eso decidí hacer una serie de cuadros para mostrar a la gente el enorme daño que le causa al medio ambiente el tirar la basura en cualquier parte, y por eso la necesidad reutilizar y reciclar los residuos, porque la basura ha saturado nuestro entorno.
Rocío cuenta con una larga trayectoria artística y es una de las figuras más destacadas de la plástica fronteriza; ha creado galerías e impulsado nuevos talentos. Actualmente es pareja del celebrado poeta y pintor Francisco Morales y una de las impulsoras de Art World Rosarito.
– ¿Cómo ha sido vivir con un poeta? ¿Cómo influye esa relación en tu trabajo artístico?
Vivir con Francisco ha enriquecido mi vida y mi panorama, ya que su intelectualidad se ha permeado en mí, y me ayuda a razonar y ver las cosas desde otro punto de vista. Con Pancho llegaron las letras a mi vida, su poesía me alimenta, compartimos muchas cosas que nos gustan, vivimos con mucha paz, en armonía. Él me empezó a decir RoHo, por mis iniciales, y un día, jugando con la caligrafía, hice un logo y decidí hacer la galería respaldada con todo lo que conocía de las mejores galerías que he conocido en mi vida, y con el apoyo de la Licenciatura en Mercadotecnia de mi hija Laura.
¿Cómo crees que el arte puede contribuir a la concientización y al cambio social?
El arte llega más rápido a la conciencia por lo tanto puede tocar más rápido la sensibilidad y provocar una reflexión. Estoy haciendo una serie que se llama Indiferencia, quiero mostrar lo que está pasando e invitar a la gente para que haga algo por su entorno. Con Costa Salvaje, una asociación ecologista, pinté ballenas rodeadas de basura en uno de los muros de Tijuana, obra monumental que ha llamado poderosamente la atención.
A ellos les gustó un proyecto que he llamado H2O más humanos, que consiste en una exposición de arte orientada a ver lo que estamos haciendo con el agua, cómo desperdiciamos los recursos naturales en general, pensando que nunca se van a agotar; ahorita estoy en eso.
¿Existe el amor en nuestros días? ¿Qué necesitamos hacer para mejorar como sociedad, en todos sentidos?
Sí, creo que existe el amor, pero como todo, ha evolucionado. Pero tenemos que regresar al centro, a la sencillez, a lo rústico, para amarnos como planeta, como humanidad, hay que alejarnos del materialismo y del consumismo, de la frivolidad.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que has experimentado como pintora?
Vivir de mi trabajo. Yo genero imágenes todos los días, debo tener más de mil ilustraciones, hice la serie 2020, un ícono del confinamiento y la pandemia, que me abrió muchas puertas entre ellas la de ilustrar el libro de una escritora en Alemania; además, nos movió a la venta digital y estamos también en galerías del Valle de Guadalupe, de Ensenada, en el Centro Cultural Tijuana (Cecut) y en otros espacios. Soy feliz porque vivo de mi trabajo en el arte.
¿Cuál es tu opinión sobre el arte conceptual, son personas talentosas realmente o solo tienen imaginación?
Yo creo que el «arte conceptual» en su gran mayoría, no es arte, no tiene sustento, para mí el arte es la idea y creatividad sustentados por una técnica, ya sea desarrollada por la academia o por uno mismo, buscando su perfección.
¿Cómo te mantienes tan positiva? ¿Cuál es el secreto?
Principalmente yo creo que es genético, lo agradezco a mis padres y mis antepasados, pero como todo, las emociones y sentimientos se alimentan y yo no alimento las emociones ni sentimientos negativos, los elimino lo más posible y hago lo contrario con lo positivo. Yo pienso que el arte me ha salvado la vida, me fortaleció en el amor y me hizo mejor madre.
Contar con la galería ROHO en Playas de Rosarito le ha dado a Rocío la oportunidad de pintar todos los días, plasmar su creatividad entre colores vivaces e imágenes de aves, fauna marina, nibelungos y rostros familiares. Además de su casa, que está llena de arte, libros, recuerdos, música y amor.