Nihilismo
Me gustaría creer que Dios existe.
Real como el amigo que me visita,
se sienta en mi mesa
y habla de lo terrible que es vivir.
Le diría sí es terrible,
fúmate un cigarro.
Estaríamos horas en silencio
como dos tontos.
Si tan sólo fuera real como la guerra,
las bombas nucleares
o el hambre de miles de niños.
A veces, quiero que exista.
Verlo a la cara,
como a un perfecto idiota
que se masturba frente a la computadora,
se emborracha, busca pelea por puro placer,
y se va a llorar en una esquina.
Lo vería de vago por las calles,
voyeurista en los moteles.
Chutándose una raya de cocaína.
Si de alguna forma
olvidara mi nihilismo
y naciera otra vez siendo el más fiel devoto,
lo traería a mi lado,
rostro a rostro,
sin rezos padrenuéstricos,
le daría un fuerte puñetazo en su cara,
en el suelo, rompería sus costillas
mientras le grito sin parar…
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?…
Opio
La miseria religiosa es a un tiempo expresión de la miseria real y protesta contra la miseria real. Es el opio del pueblo.
Marx
1
Temes vivir sin esperanza,
que toda la violencia sinsentido de esta vida
te alcance y dios no esté donde antes lo encontrabas.
Temes haber creído y vivido por una mentira,
un apartheid,
un muro de Berlín derrumbándose en tu alma.
Temes que ante tu mirada surja otra vez un holocausto,
una guerra civil bañando en sangre la tierra de Ruanda,
un once de septiembre,
una dictadura en pleno Mayo
y a tu dios se le hayan acabado los milagros.
2
Cuando tus ojos, como dos semillas secas, se cierren,
no busques a dios.
Cuando veas morir a Martin Luther King, a Lennon, al Che Guevara, a Federico y Víctor Jara,
no busques a dios.
Cuando de hambre mueran doce niños por minuto.
Y el reloj sea tu enemigo,
no busques a dios.
Cuando en tu mesa los platos vacíos se alimenten de tu hambre,
no busques a dios.
Cuando un tirano cerque con púas tu libertad
y la corona de espinas se encaje en todo tu cuerpo político,
no busques a dios.
Cuando la poesía tenga el sabor injusto de un feminicidio,
no busques a dios.
Cuando en la tv las noticias lleguen con vientos de huracán dejando mil muertes en New Orleans,
no busques a dios.
Cuando sin querer un día seas feliz,
le sonrías a tu familia antes de ir a trabajar
y tengas dinero y te olvides de los emigrantes,
de un continente ahogado en el Mediterráneo.
No busques.
No supliques.
No levantes tu puño contra el cielo.