¿Qué es verde y te mata?
-Son ocho dibujos. Nueve si tomas el vacío como símbolo
Koo 23 en Gizmo
La pregunta resuena en Gizmo (escrita y codirigida por Everardo Felipe y Eduardo Padilla), primero en la voz de un policía dirigiéndose a otro tras la misteriosa muerte de su excompañero y la desaparición de una joven; luego en la del vendedor de un supermercado al entregar al protagonista una cajetilla de cigarros marca Time color verde. El contraste de ambas situaciones en que se formula la pregunta abre paso al mundo oracular de los sentidos. ¿Qué es verde y te mata? Una entidad desconocida llamada Gizmo, podría responderse, un lago con sus rocas enmohecidas, tal vez, el tiempo, un accidente doméstico, el diablo, el vacío. Cualquiera de estas respuestas valdría.
La palabra gizmo nos recuerda tres acepciones. Por un lado, el nombre de un personaje de las películas Gremlins, esos viscosos y verduzcos goblins que mueren por exposición a la luz o se multiplican por su contacto con el agua, y que toman su inspiración de una criatura mitológica, traviesa y malévola, de la tradición popular inglesa del siglo XV. La segunda acepción proviene de la jerga de la Fórmula 1 y se refiere a los problemas que surgen en algunos componentes de los vehículos de carreras, ya sean mecánicos o electrónicos. En tercer lugar, el término es usado en el mundo editorial para referirse a los errores ortográficos, gramaticales y tipográficos, en textos ya publicados, desviando los sentidos de los textos.
En todos estos casos, los gremlins -o en este film, el Gizmo- nos remiten a esas fuerzas que habitan las zonas de opacidad creadas en torno a una región fluctuante: las grietas, las mismas que son capaces de sabotear las maquinarias que se les pongan enfrente, sean mecánicas, escriturales o relacionadas con el flujo de las formas de vida.
En el filme, Gizmo aparece también como un saboteador. En este caso, del mundo planteado aquí a partir de la figura del protagonista, el policía Jerry Naranjo (Julián Herbert): radiografía del sujeto contemporáneo, especialista en nihilismo y la vida separada, espectador del mundo y burócrata gestionador de sus catástrofes, que acumula en su escritorio una serie de casos sin resolver.
En sus investigaciones lo acompañan Juan Olmos (Ramón Izaguirre) y Rosita Rosas Gold (Bianca González). Aunque estos personajes son constantemente arrastrados inercialmente por la pasividad de Jerry Naranjo, también es cierto que están cargados de cierto patetismo y por eso mismo relacionados al mundo a través de sus obsesiones y pasiones: el primero, con los videos en los que una youtuber (Carolina Duran) prueba galletas de distintas partes del mundo; la segunda, provista de una desesperada tristeza tras la muerte de Verduzco, un ex compañero del cuerpo de policía.
Las manifestaciones de Gizmo motivan que el trío se vea apelado a volver al mundo a partir de encuentros radicalmente metafísicos: llamadas telefónicas desde ultratumba, el resurgimiento de mitos urbanos como la desaparición de personas en el Lago Verde (que hace recordar los míticos cráteres de Villagrán, Guanajuato) o el encuentro con personajes con formas de vida dotadas de sentido y metafísicas propias y singulares, como un campesino que fotografía al diablo manifestado en verdosas rocas o una secta llamada N.I.M.O. (Nueva Iglesia de la Materia Oscura) cuyos fanáticos rinden culto al vacío y lo que mana de él.
No es detective ni mago sino quien puede, sólo hay que tener cierta desesperación de poner un pie afuera de las situaciones o estado de las cosas, de ir más allá de uno mismo, o mejor dicho, más acá, así como es necesario algo de olfato. Sobre todo algo de olfato.
Rosita Rosas Gold se deja llevar por la voz de su ex compañero muerto que le pide reunirse, sólo debe dejarse guiar por su automóvil que pareciera tener vida propia para llevarla al lugar de encuentro. Juan Olmos se adentra en una máquina de N.I.M.O., desesperado por ignorar los hechos y por descubrir el misterioso origen de un tatuaje marcado en su costado, que al parecer fue diseñado por un escritor años atrás. Ambos personajes retornan su presencia al mundo a partir de lo que sienten más cercano, los mitos que fundan su presente.
Ambos parecieran abrir los ojos en medio de la oscuridad, tentar con mano temblorosa, sólo para darse cuenta de que ciertamente no hay un significado inmanente detrás de las cosas, no hay un teatro de significados en lo que algunos llaman “subconsciente”, jalando las acciones o destinos de los personajes, sino la posibilidad de la plasticidad del pensamiento, la renovación de los mitos personales y colectivos que sostienen la vida, esos que pueden ser puestos en juego y modificados una y otra vez.
La vuelta al mundo de estos personajes, patéticos y graciosos, es la vuelta a aquello imposible que deviene de lo que pareciera el vacío, la antimateria de la sociedad de consumo.
Gizmo parece estarnos escupiendo en la cara: Hay que estar muy alucinado para creer que se está libre de alucinación en todo momento.
Pero Jerry Naranjo prefiere no ver esto.