José Luis Martínez S., es originario de la Ciudad de México. Periodista, editor, y autor de libros como La vieja guardia, Protagonistas del periodismo mexicano y El día que cambió la noche. Memorias de un noctámbulo en la Ciudad de México. Es director fundador del suplemento cultural Laberinto, del periódico Milenio, en el que publica su columna “El Santo Oficio”.
-¿Cómo te definirías a ti mismo, como persona y como profesional?
Como profesional, el periodismo me ha hecho disciplinado, tengo el hábito de entregar puntualmente mis colaboraciones y en la extensión solicitada. Como editor, soy exigente en la misma medida, no me gusta la gente que da pretextos cuando no puede cumplir sus compromisos.
Como persona, trato de ser cordial con toda la gente, pero convivo con pocos amigos y con frecuencia prefiero estar solo para leer, escribir, escuchar música.
-¿Crees que los escritores mexicanos hayan dejado huella o estén influenciando a los escritores de otros países latinoamericanos?
Los escritores mexicanos han dejado huella desde hace muchos años, como lo han hecho Son Juana Inés de la Cruz, Amado Nervo, López Velarde, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Elena Garro, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, y más recientemente Cristina Rivera Garza, Valeria Luiselli, David Toscana o Juan Villoro. Sobre su influencia en otros escritores latinoamericanos, lo ignoro, pero en la pasada conmemoración del 8M fueron leídos en Italia fragmentos del libro El invencible verano de Liliana, de Rivera Garza.
-¿Cómo ha sido mantenerte actualizado, escribiendo una columna por tantos años? ¿Qué haces para no perder dirección o para sentirte motivado?
Como te dije: soy periodista, tengo la obligación de saber lo que pasa, de leer lo que se publica en Milenio y en otros periódicos, incluidos algunos del extranjero, de escuchar noticiarios y mantenerme al tanto de las novedades editoriales, eso me lleva varias horas cada día, pero me hace conocer lo que pasa en México y en otras partes. Como periodista y editor, la curiosidad es un motor para todo lo que hago, incluida la escritura de mi columna.
-¿Qué significó Horas de Junio en su momento? ¿Cómo definirías ese encuentro?
Horas de Junio, en Hermosillo, Sonora, fue un encuentro de escritores en el que participé durante varios años, en ocasiones proponiendo invitados como Elena Poniatowska, Emmanuel Carballo o Ignacio Solares, colaborando con las presentaciones de José Emilio Pacheco o Ernesto Cardenal, y al mismo tiempo conociendo, observando qué se estaba escribiendo en el norte del país. En ese sentido fue una gran experiencia que me permitió conocer a poetas como tú y Paco Luna, o narradores como Carlos Sánchez, Carlos Velázquez, Miguel Ángel Avilés, Raúl Savín e incluso a historiadores como Alfonso Torúa. Fue una gran experiencia en este sentido.
-¿Cómo ves el futuro de la industria editorial en el mundo?
Estamos en un momento de cambios y definiciones. Pienso que la industria editorial se tiene que reinventar ante la presencia cada vez más poderosa de los libros digitales, aunque los libros impresos se siguen vendiendo bien. Es necesario, más allá de los grandes conglomerados editoriales, ver lo que están haciendo las editoriales independientes con propuestas tan interesantes como las de Vaso Roto, Antílope, De Conatus, Nórdica Libros, con catálogos impresionantes de autores mexicanos y extranjeros.
-¿Cómo es un día ordinario en tu vida? ¿A qué hora te levantas?, ¿a qué hora escribes?
Soy rutinario. Despierto a las 5:30 y comienzo a revisar los periódicos en el celular; me levanto a correr a las 6, regreso a las 7, me tomó un café y sigo revisando periódicos y revistas hasta las 8. Desayuno, me baño y comienzo a revisar y responder mensajes, después hago llamadas a los editores de Laberinto para planear el día. Leo trabajos y propuestas.
A las tres de la tarde como y después de descansar media hora, me pongo a leer algunos libros, entre los que siempre hay uno de poesía. Entre las 7 y 8 de la noche bajo la cortina y veo televisión, programas policiacos y noticiarios, que es prácticamente lo mismo, hasta las 11 o 12 de la noche. Los viernes cambio un poco, porque después de comer me dedico a escribir mi columna.
Un día de la semana salgo a la oficina, alrededor de mediodía. Además de resolver cuestiones de la edición del suplemento, firmo nóminas, me reúno con algún o algunos amigos, asisto a presentaciones o conferencias. En fin, es un día completo fuera de casa, a donde regreso generalmente tarde.
-Si te hubiera tocado nacer en otro país, ¿dónde te ubicarías?
Me gusta Perú, en especial Lima, donde pasé algún tiempo en mi juventud. Me gustan la ciudad, la gente, la comida, el mar al alcance de la mano, y desde luego su literatura con exponentes como César Vallejo, Blanca Varela, Mario Vargas Llosa o Alonso Cueto.
-¿Ha cambiado el enfoque o los intereses de los periodistas en México y el mundo, desde principios del siglo pasado a la fecha? Con tanta desinformación, ¿qué leer y a quién creerle?
Me declaro incompetente para responder esta pregunta. Podría responder por mí y por lo que leo. Pero creo en los valores perdurables del periodismo: fuentes confiables y contrastantes, comprobación de datos, escribir sobre lo que se ve, escucha o investiga, sin pensar en otro interlocutor que no sean los lectores. Me fastidia el periodismo de causa, ideológico, al servicio de intereses ajenos a la sociedad.
-¿Cómo te gustaría ser recordado?
Preferiría no ser recordado. No me interesa.
-¿Cuáles son tus proyectos para este año? ¿Tienes algún libro en preparación?
Tengo ideas, siempre tengo ideas y proyectos, pero lo importante es tener tiempo para llevarlos a cabo, de lo contrario sólo se quedan en el aire. Espero tener ese tiempo, y seguramente te diré de qué se trata.
Es coautor de los libros De la región al mundo (Gobierno del Estado de México, 2005) y País de muertos (Debate, 2011).
Ha sido docente en la Facultad de Estudios Superiores Aragón de la UNAM y en la Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”; también ha impartido talleres de crónica, reportaje y periodismo cultural en diferentes ciudades del país. Estudio periodismo en la UNAM y administración de la educación en la Universidad de Lima, Perú.