1.- Hay que re-colonizar la cultura en Chihuahua, reinterpretarla en el idioma de Oscar Wilde. Si el parque El Palomar se caracterizó por ser un lugar habitado por palomas, de ahora en adelante será un lugar habitado por golondrinas importadas de Inglaterra.
Hay que re-colonizar la cultura, volverla de altos vuelos. Una golondrina si hace verano, y también hace otoño e invierno, aunque se muera a los pies de un espectáculo que no logra convertir a la ciudad de Chihuahua en el Londres de la época victoriana…
2.- La cultura chihuahuense debe nutrirse de una inspiración lo suficientemente inglesa o francesa o norteamericana. Hay que enaltecer la obra del escritor inglés Oscar Wilde. Chihuahua no tiene artistas locales de altura. No existen Nellie Campobello, ni Aurora Reyes, tampoco Víctor Hugo Rascón Banda o Carlos Montemayor. No existe la abundante genealogía de poetas, narradores, dramaturgos, músicos, bailarines, pintores y cineastas que han convertido al arte y la cultura chihuahuense en un semillero de creación que apenas comienza.
En la cultura chihuahuense solo existe la genealogía de Oscar Wilde, junto a sus hermanos e hijos putativos. Hay que convertirse en feligreses de la cultura eurocéntrica alabada por el crítico estadounidense Harold Bloom. Si no se puede ser inglés por adopción, se puede ser inglés por adhesión. Si Texas fue devorado por los Estados Unidos, hay que hacer lo necesario para que los chihuahuenses seamos devorados por la cultura inglesa que nos llega a través de montajes teatrales…
3.- No es suficiente convertir la catedral de la ciudad de Chihuahua en una simulación de la catedral de Notre-Dame de París, montando una obra de linaje eurocéntrico (“Llegará París a la Plaza de Armas con el musical Notre-Dame de Víctor Hugo”, Portal del Municipio de Chihuahua, 24 de octubre de 2019). No es suficiente convertir el Teatro de los Héroes en una mala copia de los parques de Walt Disney, montando la obra “La Bella y la Bestia” y entrando en un litigio por los derechos de autor (“El día cuando el gobierno del estado defendió a Alberto Espino de Walt Disney”, Norte Digital, 31 de octubre de 2022). El afán de Alberto Espino por convertir a la ciudad de Chihuahua en locaciones de Londres, París o Estados Unidos, resulta encomiable.
Hay que repetir la colonización cultural del territorio chihuahuense en el siglo XXI. Chihuahua puede ser el Londres de Oscar Wilde, el París de Víctor Hugo o uno de los parques temáticos de Walt Disney. La narrativa histórica de Chihuahua no está en el Septentrión de Rogelio Treviño, el Híkuri de José Vicente Anaya o el desierto de Jesús Gardea. Podemos aspirar a ser ingleses, franceses o estadounidenses a través de montajes teatrales que cuestan 35 millones de pesos…
4.- Chihuahua no merece ser Chihuahua. La cultura chihuahuense puede quedar convertida en un reciclaje de manufactura eurocéntrica. Hay que convertir al parque El Palomar en una copia de la ciudad de Londres, montando una escenografía que terminará en las básculas de fierro viejo de Kalish Acero. Los ciclos de la globalización están hechos de reciclajes que desembocan en los patios donde se deposita el fierro viejo que se compra por kilo. El proceso de reciclaje de la cultura inglesa debe cerrar su círculo. El metal de la escenografía de un montaje teatral, puede ser reciclado para convertirse en el acero con el que se fabrican los tornillos de un Rolls-Royce…
5.- Para re-colonizar la cultura hay que hacerla perder piso cultural e histórico. La ciudad de Chihuahua no se parece lo suficiente a El Paso, Texas. Los centros comerciales de Sendero y Plaza del Sol no tienen la grandeza de Cielo Vista. El Periférico de la Juventud no se parece a los “free way” que atraviesan El Paso. Nos faltan más McDonald, Burguer King y tiendas con nombres en inglés, para terminar de convertirnos en una caricatura anglosajona.
Por eso es necesario, rememorar la obra de Oscar Wilde y cambiar los nombres de las calles del centro en la ciudad de Chihuahua. En adelante, la calle “Juárez tendrá por nombre “George Washington”, y la calle “Independencia” se llamará “Cuatro de julio”. Que las barras y las estrellas que unen a Inglaterra con los Estados Unidos, se estampen en la ropa interior y los calcetines de los chihuahuenses. Esa será nuestra bandera…
6.- Hay que retirar la escultura de José Vasconcelos de la Plaza del Maestro, y colocar en su lugar la escultura del príncipe de uno de los cuentos de Óscar Wilde. Hay que aprender a hincarnos ante el poder, de la misma manera en que se hinca la escultura de un príncipe importado de Inglaterra. Las rodillas se colocan sobre el piso con un estilo suficientemente inglés. No se permite estar de pie, no se permite separar las rodillas del suelo.
Si un príncipe puede durar hincado varios días, mientras mira hacia El Chuvíscar, nosotros podemos durar hincados un sexenio completo. Que la moral de la era victoriana llegue intacta hasta nosotros. Los chihuahuenses podemos ser los victorianos del siglo XXI. Esa será nuestra teatralidad utópica…
7.- Tal como lo plantea Héctor Jaramillo en las redes sociales, en la cultura chihuahuense ya no existen “autores” sino “proveedores”, ya no existe el “público” sino los “usuarios”. El contrato que se le otorgó a la compañía AEFE por la obra “La golondrina y su príncipe” es un negocio que mercantiliza la cultura. Una obra de teatro puede ser concebida como un motor para producir dinero. Aunque el dinero se quede en pocas manos. Aunque esas pocas manos pertenezcan a los amigos de una gobernadora y un presidente municipal del PAN.
Hay que hacer lo necesario para convertir la cultura en negocio. Y de la misma forma en que un “autor” se convierte en “proveedor” de la Secretaría de Cultura y, un “público” se convierte en “usuario” con calidad de “cliente”, un “presidente municipal” o una “gobernadora” se pueden convertir en “compadres” de los empresarios beneficiados por el poder en Chihuahua…
8.- Una golondrina es un pájaro, no deja de ser un pájaro. En los libros de zoología y los bestiarios de la política, los gallos pertenecen a la misma familia que las golondrinas. En los manuales de dramaturgia y narrativa las golondrinas pueden ser domesticadas, de la misma forma en que fueron domesticados los gallos. De hecho, la golondrina de uno de los cuentos de Oscar Wilde es un pájaro domesticado. Todo proceso de re-colonización puede ser re-sumido en las palabras de un viejo albur donde el actor principal tiene plumas y pica con el pico, o tal vez de otra forma:
“Este es el gallito inglés,
míralo con disimulo,
quítale el pico y los pies
y…”
No cabe duda, las maneras de re-colonizar la cultura en Chihuahua pueden llegar hasta lo más profundo de la escatología…