Imanol Caneyada es un narrador y periodista de origen vasco, nacido en San Sebastián en 1968, pero radicado desde hace 30 años en México, inicialmente en Sonora. Adoptó la nacionalidad mexicana y aquí ha desarrollado su trabajo periodístico y literario. Actualmente radica en Aguascalientes.
-Sabemos que tienes muchos años viviendo en México. ¿Cómo fue tu proceso de adaptación al llegar a otro continente?
– He de decir que mi adaptación a México fue sorprendentemente rápida y sencilla. Llegué con veinte años, de mochilero, a la aventura, con el deseo de conocer el país, sin ninguna expectativa de quedarme… para cuando me di cuenta ya habían pasado varios años y me había integrado a la cultura mexicana de forma total. En algún punto me di cuenta de que cuando regresaba al País Vasco a visitar a mi familia, me sentía como un extraño y al aterrizar de vuelta en México, tenía la sensación de llegar a casa.
– ¿Desde qué edad escribes?
– Escribo desde la adolescencia, poemas, cuentos; pero durante algunos años se me cruzó el teatro y luego el periodismo, por lo que dejé de escribir hasta finales de los noventa, época en que regresé a la literatura y asumí la escritura con un compromiso total.
Ha publicado los libros de cuentos La nariz roja de Stalin (ganador del Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández 2011), La ciudad antes del alba (ganador del Premio Regional de Cuento Ciudad La Paz 2009), Los confines de la arena e Historias de la gaya ciencia ficción.
– ¿Crees que novela negra sea una buena descripción para lo que escribes?
– Literatura negra, criminal, policíaca, pero también ciencia ficción y fantasía, literatura de acción que la llama Taibo II, literatura de género (subgénero para algunos eruditos y académicos, cada vez menos, por fortuna). Sí, es lo que hago, lo que me apasiona, lo que disfruto y con lo que me identifico.
El trabajo de Imanol ha evolucionado, ha ido cambiado, al menos en aspectos como la construcción de los personajes, las voces narradoras, el uso del lenguaje; afirma. Dice que también ha intentado explorar nuevas formas de utilizar éstas y otras herramientas del hecho de narrar. En cuanto a definir mi estilo, me parece difícil, me atrevo a señalar algunos elementos que lo caracterizan: la elipsis, la desnudez y una estética de lo grotesco y lo decadente.
– ¿Cuál es tu opinión sobre el papel de la literatura en la sociedad actual? ¿Crees que los escritores tienen una responsabilidad social en su obra?
– No sé si tengamos una responsabilidad social en tanto escritores, sí la tenemos en tanto ciudadanos, por supuesto. Lo que tengo claro es que todo texto literario es también un texto político que impacta en la esfera pública; creo que debemos ser conscientes de ello, negarlo es una manera de darle la espalda a la historia y a nuestro presente. Durante los años noventa y principio de los dos mil, coincidiendo con el auge del proyecto neoliberal en Latinoamérica, hubo un serio intento de desarraigar la literatura, es decir, de despolitizarla. En gran medida, gracias a la generación de escritoras latinoamericanas que ha despuntado en los últimos años, pero también a las literaturas en lenguas indígenas y a las literaturas LGBTQ, se ha frenado esta despolitización promovida desde los círculos más privilegiados de la academia y de quienes poseían el poder cultural, y se le ha devuelto a la literatura su sentido social, político, histórico, además de estético, por supuesto, que desde los griegos tuvo.
Hablando de premios literarios, a los que Caneyada se ha hecho acreedor en varias ocasiones, ya sea en cuento o novela, considera que éstos ayudan mucho en términos económicos, que son válvulas de oxígeno en un oficio de precariedad total, y también influyen en el ánimo para continuar por este difícil camino que es la escritura, pero nada más.
– No puedes volverte loco porque ganas un premio; se trata de disfrutarlo por unos días, celebrar con los seres queridos, pagar las deudas y seguir trabajando con la conciencia de que no eres mejor escritor porque lo ganaste ni peor porque no lo ganaste.
– Una pregunta casi personal, sólo por curiosidad: ¿tienes comunicación con tu familia en España? ¿Has regresado alguna vez?
– Sí, por supuesto, constantemente estamos en comunicación (y más ahora con las nuevas tecnologías) y procuro ir todos los años un par de semanas al menos a estar con ellos, sea en Navidad o en verano.
– ¿Cuál es tu proceso de escritura? ¿Tienes algún ritual o hábito que te ayude a escribir?
– Café y cigarros (aunque llevo unos meses tratando de dejar de fumar), y aprovechar las primeras horas de la mañana, que es cuando mi cerebro está más despierto y trabaja mejor. Nada más. En cuanto a la escritura en sí, la primera hora la dedico a corregir lo que llevo escrito, y el resto a llenar nuevas cuartillas; si no fluye la escritura, entonces sigo corrigiendo, que es como salgo de los baches creativos.
– ¿Existen momentos de bloqueo creativo, entonces?
– Claro que existen, en novela me atrevería a decir que son necesarios y positivos, pues te obligan a detenerte, corregir, revisar, ver qué funciona y qué no, reescribir, pulir. Es así como los enfrento.
Imanol ha escrito las novelas Un camello en el ojo de la aguja, Tardarás un rato en morir, Espectáculo para avestruces, Las paredes desnudas y Hotel de arraigo, acreedora al Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares en 2015. La fiesta de los niños desnudos (Tusquets, 2017) y 49 cruces blancas (Planeta, 2018). En 2020 obtuvo el Premio Bellas Artes de Novela “José Rubén Romero” 2020, por su novela Nómadas.
– ¿Cómo sientes la salud de la narrativa en México y España en la actualidad?
– La de México, muy buena; la de España la sigo poco, lo que sí tengo claro es que lo que nos llega de allá es blando y edulcorado, muy prescindible. Estoy mucho más atento a lo que sucede en América Latina, me parece mucho más apasionante.
– ¿Consideras que existe una buena crítica literaria en México?
– Creo que no, en parte porque mucha de la “crítica” está en manos de los propios escritores que se manejan a partir de filias y fobias. Pero sobre todo porque el papel de la crítica literaria en el sentido tradicional ha entrado en crisis y está siendo desplazada por otros espacios en los que se habla y se analiza la literatura. La idea del experto que tienen un lugar prestigiado para alabar o destrozar un texto ha entrado en conflicto con el hecho de que cualquier lector con acceso a las redes sociales puede hacer más o menos lo mismo. El crítico profesional como intermediario entre el texto y el lector tiende a desaparecer, creo.
En 2022, Imanol Caneyada presentó su más reciente novela titulada Litio, sobre el descubrimiento de yacimientos de este mineral en un pueblo del norte de Sonora, generando explotación laboral, impunidad y crimen organizado. Con un tema muy actual, Litio es una novela desoladora, que muestra una realidad que ya conocemos muy bien los mexicanos: el imperante mundo de la corrupción en todos los niveles.
– ¿Tienes algún proyecto literario en el que estés trabajando actualmente? ¿Puedes compartir algo sobre eso?
– Sí, traigo una idea para una trilogía, pero está muy en pañales, muy embrionaria aún, puedo adelantar que tiene que ver con la violencia brutal y despiadada en el ciberespacio.