Para ser poeta, afirma Gary Snyder, es imperativo conocer todo lo que puedas sobre animales y dominar al menos una magia ancestral: la adivinación, la astrología, el tarot o el misterioso I Ching. Esa premisa, recogida en uno de sus textos, sintetiza la profunda conexión que el autor mantiene con la naturaleza y lo místico, la cual podrás explorar en su totalidad más adelante.
Nacido en San Francisco en 1930, Snyder es poeta, traductor, ensayista, conferencista y activista medioambiental. Su lugar en la Generación Beat y el Renacimiento de San Francisco lo vincula con una corriente de pensamiento que se rebela y trasciende. En 1975, su poesía recibió el Pulitzer, una merecida consagración a su compromiso lírico y existencial.

El budismo zen le sirve de brújula espiritual, y entre los muchos matices de su vida destaca haber sido el modelo para Japhy Ryder, el caminante luminoso de The Dharma Bums (Los vagabundos del Dharma), de Jack Kerouac. La infancia, esa sentencia que suele revelarnos todo, marcó su destino cuando, con apenas dos años, su familia se mudó a una granja lechera en Washington. Así, su niñez transcurrió en el regazo de la naturaleza, un preludio de lo que sería su cosmovisión.
Kerouac lo describió como “el hombre más feliz del mundo y el próximo Buda”, una definición que, de alguna forma, parece haber prefigurado su vida. La Cordillera de las Cascadas, esa inmensa columna vertebral de montañas que se alza desde la Columbia Británica hasta California, se convirtió en su primera escuela de espiritualidad durante su adolescencia. En sus caminatas y exploraciones, la naturaleza se volvió tanto su refugio como su maestro.
A los 23 años, ya envuelto en la efervescencia de la juventud y la espiritualidad, abrazó el budismo. Su inmersión académica en idiomas de Asia oriental, en la Universidad de California en Berkeley, fue un paso natural. Mientras tanto, pasaba los veranos construyendo senderos en Yosemite o combatiendo incendios forestales. Aquellos días solitarios en cabañas remotas, lejos del bullicio, se convirtieron en un terreno fértil para su meditación Zen y la poesía que más tarde iluminaría al mundo.

En 1953, Gary Snyder inició un programa de posgrado en idiomas de Asia oriental en la Universidad de California en Berkeley, esa fábrica de intelectuales inquietos que mezclan erudición y contracultura. Según relatos del propio poeta y observaciones de especialistas, sus veranos transcurrían entre dos escenarios emblemáticos: las cuadrillas que abrían senderos en el Parque Nacional de Yosemite y los equipos del servicio forestal que combatían incendios.
La labor, físicamente agotadora y espiritualmente intensa, lo sumía en largas temporadas de soledad en cabañas remotas, esos refugios temporales donde el mundo se desdibuja y la mente encuentra terreno fértil. Fue ahí, en la lejanía de lo cotidiano, donde la práctica del Zen encontró su templo improvisado entre montañas, silencio y la sempiterna lección de los árboles.
Hasta entonces, si algo definía un punto común en su vida, era la naturaleza. Sin embargo, en 1955, a los 25 años, alcanzó el momento decisivo que marcaría un antes y un después: conoció en San Francisco al poeta Allen Ginsberg y al novelista Jack Kerouac. Eran los días del “halcón que navega sobre el tejado” y de la “serpiente que se desliza bajo el piso”, metáforas de una era en la que la poesía y la rebeldía se entrelazaban con la intensidad del viento y la tierra.

Cuando hablamos del punto de no retorno, nos referimos a que, ese mismo año, Snyder compartió vivienda con Kerouac y, lo más trascendental, participó en una lectura de poesía en la legendaria Six Gallery de San Francisco, un lugar considerado uno de los templos de las letras estadounidenses.
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Según datos periodísticos, Snyder presentó el poema “A Berry Feast” en aquella velada histórica, donde compartió escenario con figuras como Michael McClure, Kenneth Rexroth, Philip Whalen, Philip Lamantia y, por supuesto, Allen Ginsberg, quien, por primera vez, dio voz pública a su obra maestra “Howl”. Aquella lectura, bañada en el aura de lo irrepetible, no solo consolidó un momento cumbre en la literatura estadounidense, sino que marcó para siempre la vida y el rumbo de Snyder.
Al año siguiente, el poeta emprendió un viaje decisivo a Japón, donde transcurrió la mayor parte de la siguiente década. En Kioto, entre templos y la rigurosidad del zen, profundizó en el budismo hasta 1968, interrumpiendo su estancia solo para regresar esporádicamente a Estados Unidos. Durante ese tiempo, continuó escribiendo poesía, tejida con hilos de espiritualidad y naturaleza.
Cuando finalmente retornó de forma definitiva, lo hizo como un héroe contracultural, una figura magnética que atrajo multitudes a las letras beat. En sus lecturas, repletas de un público ansioso de cambios y libertades, encarnaba el espíritu de una generación que buscaba nuevas formas de habitar el mundo.
Poetripiados te presenta algunos de sus poemas.
Lo que debes saber para ser poeta
todo lo que puedas sobre animales y personas.
los nombres de árboles y flores y hierbas.
nombres de estrellas y los movimientos de los planetas
y la luna.
tus propios seis sentidos, con una mente observadora y
elegante.
por lo menos un tipo de magia tradicional:
adivinación, astrología, el libro de los cambios, el tarot;
sueños.
los demonios ilusorios y los resplandescientes dioses
ilusorios;
besarle el culo al diablo y comer mierda;
coger con su verga caliente y barbuda,
cogerse a la bruja
y a todos los ángeles celestiales
y doncellas aromáticas y doradas—
& entonces amar lo humano: esposas maridos y amigos.
juegos de niños, historietas, chicle-bomba,
las rarezas de la televisión y la publicidad.
trabajo, largas secas horas de trabajo devoradas, aceptadas
y vividas y finalmente amadas. agotamiento,
hambre, descanso.
la salvaje libertad de la danza, éxtasis
solitaria silenciosa iluminación, éstasis
peligro real, juegos de azar, y el filo de la muerte.
(Regarding Wave, 1970)
Los niveles
los gatitos salvajes
nacieron en el techo
juegan a los dioses del cielo
retumbando sobre el cuarto.
¿era claude en la noche?
¿eran ladrones?
nuestros pasos van al norte y encima
la camada se encamina hacia el oeste
un halcón navega sobre el tejado
una serpiente se desliza bajo el piso
¿cómo hacen los halcones para cazar en la lluvia?
Camino por el corredor:
el alma de una ventruda nube.
(The Back Country, 1968)
Deslumbramiento
para Richard y Michael
el deslumbramiento, la seducción el
diseño
intoxicado y trémulo,
¿flores? ¿abejas? por qué gira
esta semilla en todos lados,
lo uno
se divide a sí mismo, se divide una y otra vez.
«todos sabemos a dónde lleva»
cegadoras tormentas de polen dorado.
—¿ir a tientas por ahí?
el deslumbramiento
y el barro azul.
«todo lo que se mueve, canta»
las raíces trabajan,
y no se ven.
(Turtle Island, 1974)
Civilización
Ésta es la gente que complicó las cosas.
nos pescarán por miles
y nos pondrán a trabajar.
El mundo se va al infierno, con todas estas
aldeas y caminos.
Las parvadas de patos silvestres ya no son
lo que solían ser.
Escasean los bisontes.
Denme mis plumas y ámbar
*
Un grillo diminuto
en la página mecanografiada de
«Kyoto nació en la canción de primavera»
se acicala
al compás del Clavecín bien temperado.
Dejo de escribir y lo miro a través de un cristal
¡Qué bien articulado! ¡Qué limpio!
Nadie comprende el REINO ANIMAL.
*
Cuando los arroyos crecen
Los poemas fluyen
Cuando los arroyos se vacían
Apilamos piedras.
(Regarding Wave, 1970)
Quema
7
Absorto en la curva de su cuello
palpo el pulso de una vena
Piel suave, senos fríos
Completamente desnuda en el amanecer
«pajarillos
que lanzan su canto desde todas las ramas»
dónde están ahora
Y soñé que vi al Duque de Chou
La Madre cuyo cuerpo es el Universo
Cuyos pechos son el Sol y la Luna,
la estatua de Prajna
En Java: la sonrisa serena,
Los senos desnudos.
«¿Me amarás todavía cuando mis
pechos crezcan?»
dijo la chiquilla—
«Las Madres Terrenales y todos aquellos que maman
en los pechos de las madres terrenales son mortales—
pero inmortales son los que se nutren
en el seno de la Madre del Universo.»
10
el voto de Amitabha
«Si, después de obtener la naturaleza del Buda, alguien en
mi tierra
cae en la cárcel acusado de vagancia, que yo
no adquiera la más alta y perfecta iluminación.
gansos silvestres en el huerto
escarcha sobre el pasto joven
«Si, después de obtener la naturaleza del Buda, alguien en
mi tierra
pierde un dedo juntando vagones de carga, que yo
no adquiera la más alta y perfecta iluminación.
el ojo de la yegua se sacude
tensado por la brida
los zapatos con brillo de piedra espolean
los tobillos tiemblan: al bajar la roca empinada
«Si, después de obtener la naturaleza del Buda, alguien en
mi tierra
no puede tomar un aventón hacia cualquier rumbo,
que yo
no adquiera la más alta y perfecta iluminación.
húmedas rocas que zumban
en el suroeste lluvia y relámpagos
pelo, barba, comezón
el viento fustiga las piernas desnudas
deberíamos volver
no lo hacemos.
(Myths & Texts, 1978 ed. rev.)
(Los poemas fueron traducidos por Luis Cortés Bargalló y Andrés King Cobos, Universidad Autónoma de México, Coordinación de Difusión Cultural, Dirección de Literatura (2011)