La poesía no es un árbol
Lo confieso: no creo en la poesía.
La uso de la manera menos ética, sin amor,
casi con odio.
A veces admiro sus ramas que se elevan hacia el cielo, como árbol, alto, alto,
como anhelo.
Mas no es cierto,
la poesía no es árbol.
Y el árbol, a fin de cuentas, tampoco es árbol.
Sólo es raíces, tronco, hojas, tiempo, gusanos…
sus flores brotan casi sin darse cuenta, sin permiso.
Pero la poesía no es tronco, no es firmeza.
Y si fuera árbol se le marchitarían las hojas
o serían de verdes que no existen.
Si fuera árbol sus raíces crecerían largas, largas, entre la tierra, intentando alcanzar un
[centro que sigue siendo sólo tierra
o no tendría raíces y se caería.
Yo estoy de este lado,
sin raíces.
La poesía no es árbol.
Es sólo el deseo de algo que está entre ser y no ser árbol,
entre asirse bien al suelo o salir volando,
entre florecer o pudrirse.
Y al final
el deseo sólo es deseo,
el nombre sólo es nombre.
Del poemario inédito Migajas (2018)
El mundo de las hadas
Hablan del mundo de las hadas.
Hablan de polvos,
de silencios.
Hablan de risas fragmentadas,
infantiles.
De inocentes voces y de alas hablan.
Hablan de juegos,
de deseos cumplidos,
de verdes que se expanden,
de flores coloridas.
Yo tengo adentro un mundo de las hadas,
es azul como es triste el mar oscuro,
es un mundo noche que se sueña solo, mientras duermo.
Es un mundo musgo que se abraza al miedo
para ir creciendo.
Huele a humedad
como el destierro,
tiene estrellas que se caen al suelo
y se rompen.
Hay veces en que ese mundo no descansa,
permanece el día despierto y susurrante;
su histérica risa en delirio suena
como el eco incoherente de mi oído.
Las hadas vuelan y revuelan en mi estómago,
con el hambre del deseo lo van mordiendo,
poco a poco, cual monstruos, lo devoran,
y generan sus úlceras:
las úlceras del sueño.
Yo camino de día como camina un muerto,
voy contando mis pisadas grises,
voy cantando triste entre los dientes,
como un fantasma va cantando el viento.
Yo llevo adentro la esperanza como un árbol grande,
llevo adentro las flores,
los peces,
las aves,
llevo el agua,
la magia,
los claveles… llevo el amor.
Y todo eso,
tan bello,
se me va pudriendo adentro,
se me va pudriendo lento.
Las hadas en su loco vuelo
se me estrellan siempre contra el cráneo,
contra la pared perenne de la espalda,
chocan siempre en su delirio contra mis talones
y se atascan.
No sirve de nada el mundo de las hadas,
sólo causa dolor, genera angustia,
es la ingenua y perversa angustia
de los sueños,
el terrible dolor del inconsciente.
Pero tampoco sirve de mucho estar despierto,
ignorando a las hadas
mientras se me extinguen dentro
y se agotan las risas
y se seca la tierra
y se mueren las plantas
y se pierde el ensueño.
Y se queda tan solo
el amor sediento.
Del poemario inédito Migajas (2018)
Oraciones
Hablamos en oraciones:
oramos.
Nuestras palabras nacen hermosas,
revolotean,
y van a estrellarse contra vidrios de aire.
Nos hincamos sobre arenas pedregosas,
miramos al cielo de los ojos ajenos
y creemos.
Olemos sudores y perfumes
pensando que olfateamos almas.
Encendemos velas para poder ver fuego,
para poder ver sombras,
figuras que nos digan algo.
Tenemos la fe y el deseo.
Nos enredamos como troncos,
como serpientes,
queriendo absorber los cuerpos,
abrazar los infinitos.
Vamos dejando huellas,
escurriendo sombras,
escondiendo mapas que llevan a nosotros
esperando que nos hallen.
Susurramos pistas entre nuestros besos,
espolvoreamos trozos de nuestras vidas sobre los pasteles,
dejamos migajas al partir deseando que nos sigan.
Escupimos palabras al azar
de azúcar.
Tiramos las cartas con las que perdemos
un segundo antes de que acabe el juego.
Esperamos.
Tenemos la esperanza.
Seguimos tejiendo y destejiendo anhelos…
Enviamos en sobres trocitos de alma,
quedando desnudos ante la intemperie.
Nos jugamos la vida,
la existencia entera.
Hablamos en oraciones,
nos damos en palabras hacia afuera,
ansiando oídos,
añorándolos.
Oramos.
Oramos con toda nuestra fe,
con toda nuestra fuerza.
Luego permanecemos parados,
con miradas suplicantes,
esperando
frente a las imágenes
que callan.
Del poemario inédito Migajas (2018)
Memoria
Llenarme de tus recuerdos húmedos de lluvia,
ahora que la lluvia es de ti.
Llenarme de ti, eclipse contradictorio, cabellos negros.
Eres una mancha de ilusión sobre mi sangre regada por los campos de mis guerras
perdidas.
Eres esperanza sobre mi revolución negada.
Eres una palabra alentadora sobre mi piel marcada por cicatrices de siglos.
He pasado mis infiernos recorriendo los bosques en busca de tu mirada paraíso.
He besado debajo de las raíces de los árboles tu nombre generador de alturas.
Alma libre,
inesclavizable tú.
Yo encerraré tus ojos humo en mi memoria,
tus brazos, creadores de crepúsculos, que nadan mares, en mi mirada,
hombre, tú, ahora, de los espejos de los árboles silueta,
serás eternidad en mi pensamiento,
aunque pase el tiempo quedará grabado en mí
el olor iluminado
de tu presencia.
Del poemario inédito ¿Cómo nos salvaría un faro? (2010)