Un genio inagotable
Aristóteles es conocido por su ingente genio que pasó por todas las facetas del saber de su tiempo (incluso inventó disciplinas nuevas), desde la filosofía hasta la poesía, pasando por la biología, matemáticas, metafísica, entre muchas otras disciplinas. Sin embargo, el antiguo filósofo griego no siempre tuvo una vida dedicada a la contemplación y el estudio.
Un filósofo en la corte

En el año 343. A.C., Filipo II le pidió que educara a su hijo: un pequeño carismático y con mucho ímpetu: Alejandro Magno, ya que el padre del Estagirita fue médico en la corte de Amintas III, abuelo de Alejandro. De inmediato Aristóteles enseñó al niño los rudimentos de la filosofía las ciencias y las artes. La influencia del maestro de Grecia fue tanta que se cuenta que Alejandro, en sus correrías por Medio Oriente, llevaba consigo siempre un ejemplar de La Ilíada, misma que en aquel tiempo, era parte de la instrucción para los niños y jóvenes de la Hélade.
La vieja Atenas y su pujante imperio marítimo estaban ya en decadencia, de hecho los macedonios se habían convertido en el eje político de Grecia en ese entonces. Y Aristóteles sería el último de los filósofos clásicos (¿y acaso el más grande?), que aquella edad dorada legaría a la humanidad.
Animales exóticos en Grecia

En su odisea por Medio Oriente y la India Alejandro Magno jamás se olvidaría de su maestro, y se sabe que mantenía diálogo con él, a través de sus mensajeros oficiales. Alfonso Reyes cuenta en su libro La crítica de la edad ateniense, que Aristóteles, pasmado por todas las maravillas que le narraba su alumno, le pidió que le enviara ejemplares de esos animales fantásticos de los cuales le hablaba: monos, jirafas, elefantes, rinocerontes, los cuales jamás habían sido vistos en Grecia.
Alejandro cumpliría los caprichos de su maestro y, ejemplar tras ejemplar, le envió los animales que su viejo mentor le requería, hasta que Aristóteles formó el primer zoológico conocido en el mundo occidental, el cual estaba al lado de su famosa escuela: el Liceo. Así Aristóteles comenzó a definir y clasificar ese reino desconocido hasta formar la primera taxonomía occidental de los animales, más de dos milenios antes que Linneo, acopiando todo ese conocimiento nuevo en su libro Historia de los animales. Así fue como este inagotable filósofo se convirtió en el padre de la zoología y fundador del primer zoológico en Europa.
