NADIE. Así es como Polifemo se hace llamar por el chat. Y es que así se siente, como un hueco dentro del mundo a quien no comprenden, un cero a la izquierda, un ser de quien todos en el colegio se burlan por gordo y “dos ojos”. Y es que desde chico, y por herencia de sus dos padres, él no ve bien con su único ojo, por lo que ha tenido que usar un lente cada vez de mayor graduación. De hecho, no tiene amigos más que sus libros, le encanta leer e imaginarse que se convierte en personajes fantásticos y mitológicos capaces de vivir aventuras increíbles.
Sus padres lo quieren mucho, es el único hijo al que miman y protegen de cualquier peligro. Son ellos quienes le regalan en cada oportunidad una historia nueva que lo haga soñar. Sin embargo, del único del que no han podido protegerlo es de Ulises, el líder de su salón y a quien todos tienen miedo por su mal carácter. No hay día en que no golpee a algún chico del colegio, robe dinero de alguna de las mochilas o intimide a cualquiera que le provoque, incluso con la mirada. Fue él quien le dio la idea del apodo cuando, mientras lo golpeaba para quitarle el lunch que le prepara su madre, le decía: “Y si el director te pregunta quién fue, le dices que Nadie” y esa palabra le sonó bien, iba perfecta con la sensación que tenía en ese momento: Nadie que le ayudara a su alrededor, golpeado por Nadie y siendo Nadie en medio de aquella vergüenza y dolor por no saber defenderse.
Aparte de la lectura, Polifemo tiene otra afición: el Internet. Terminando sus tareas del día, entra a navegar tranquilo, porque sabe que ahí ninguno lo conoce. Visita los sitios más comerciales del momento, incluso aquellos “prohibidos” en donde salen ninfas con poca ropa balanceándose en sus hamacas, y sí, con las que fantasea de vez en cuando a la hora de explorar las reacciones de su cuerpo. Pero lo que más disfruta es platicar con cualquiera que quiera leerlo a través de la pantalla.
Hace unos días abrió un blog en donde ha ido subiendo sus propias historias, todas ellas surgidas de la imaginación. A veces ha sido un poderoso pirata sin parche que sale triunfante de grandes tormentas y ataques enemigos; otras, es un gigante que vive en la paz de una isla lejana y cada mañana sale a pastorear sus ovejas, mientras que tantas más, es sólo un cíclope enamorado de alguna ninfa que vive en las profundidades del océano y sale montada sobre un delfín para socorrerlo de la soledad en la que se siente.
ALGUIEN ha leído los relatos de NADIE y le ha contestado unas palabras amables. Desde entonces Polifemo y ese ser virtual se escriben a diario, se ha dado cuenta que es una chica que comparte sus mismos gustos por la escritura y con quien puede enriquecer sus historias. Ella le ha enseñado que es posible convertirse en lo que uno desea con tan sólo concentrarse en ello de corazón.
Él no conoce su rostro ni siquiera su verdadero nombre, pero la imagina dulce y hermosa. Poco a poco se convierte en su confidente y amiga, le cuenta ya no sólo de sus aventuras fantásticas sino de su vida cotidiana: de que ha pasado al siguiente grado con buenas calificaciones, de que tiene la mayor colección de rocas y que ha superado su propia marca en los videojuegos. Se siente enamorado.
Pero un día, ocurre lo inesperado, ALGUIEN le confiesa que ha conocido a un chico por quien siente cosas especiales. A Polifemo se le empaña su lente por el llanto, no puede creer lo que está leyendo, es como si aquellas palabras le hubiesen clavado una estaca en el ojo dejándolo ciego por completo.
¡No puede ser, no puede ser!, cierra el ojo deseando estar lejos de ahí… La brisa del mar le hace despertar de aquel trance. Las olas se estrellan con fuerza sobre las rocas cercanas. Aquel paisaje le devuelve la tranquilidad de saberse en su hogar sin un tal Ulises que lo moleste ni un amor que lo haga sufrir. Ya despierto de aquel extraño sueño lleno de libros, Internet, videojuegos…¿qué cosas eran esas? Lo único que apetece en ese instante es un rico coco y pasear sobre la arena, en absoluta paz.
Polifemo camina hacia su cueva sin percatarse que un barco ha anclado a la otra orilla…