The Wall es el álbum conceptual más famoso en el rock. Pink Floyd puso en venta este producto el 30 de noviembre de 1979, cuatro meses después de que ya estaba listo, y el éxito llegó en un helicóptero que sonaba en las estaciones de todo el mundo. En los dos primeros meses logró vender un millón de copias, convirtiéndose en la mejor herramienta propagandista del grupo en las audiencias no identificadas con este género musical.
El úndécimo disco de la banda inglesa veía la luz seis años después de haber sido lanzado The Dark Side in the Moon, el álbum que había hecho millonarios a Roger Waters (bajista y vocalista), David Gilmour (guitarrista y vocalista), Rick Wright (teclista y vocalista) y Nick Mason (baterista). Además, el disco estuvo 937 semanas en el Billboard 200, en el que por cierto, Waters había debutado como letrista.
The Wall, igual que otro discos de Pink Floyd, tiene datos extraños sobre cómo fue concebido. Uno de ellos es que dos años antes de que saliera a la venta, en 1977, Roger Waters supuestamente estaba agotado por el acoso del público, debido a que The Dark Side in the Moon los había lanzado a la fama. Ese hartazgo del bajista se vio reflejado cuando en una ocasión le habría escupido a un fan en Montreal. Waters, cuenta la historia, se arrepintió tras esa penosa acción, por lo que en algún momento de reflexión imaginó que debería haber un muro entre el grupo y sus seguidores. Este habría sido el primer impulso a lo que después se sumarían los agregados de su relación familiar con la guerra y su vida personal.
Una vez publicado y en venta, sus seguidores enloquecieron. Algunos encontraron antes que otros los significados que había no sólo en sus letras, sino en mensajes ocultos. El más famoso es el que sucede apenas unos segundos antes de que comience la canción Empty Spaces. Previo a la voz de Waters, los fans notaron algo raro, pues escucharon un efecto que lógicamente los productores, con autorización de la banda, le sembraron al público.
El mensaje que se escucha es: “Hello looker… Congratulations. You have just discovered the secret message” (“Hola, observador… Felicidades. Acabas de descubrir el mensaje secreto”).
En 1980, el tema Another Brick in the Wall fue adoptado como un himno entre los estudiantes negros en Sudáfrica. La usaban para protestar contra el apartheid, que era un sistema de segregación racial consistía en la creación de lugares separados, tanto habitacionales como de estudio o de recreo, para los diferentes grupos raciales, en el que sólo la raza blanca ejercía el voto. El apartheid prohibía los matrimonios o incluso relaciones sexuales entre blancos y negros. Rápidamente fue prohibida por el gobierno sudafricano por considerar que instigaba a los jóvenes a la rebelión, a la sublevación. Varios gobiernos vieron una amenaza con esa canción, entre ellos el de Argentina y su dictadura militar.
Y tenían razón. Waters virtió en esta rola una fuerte crítica al sistema educativo británico de los años 50, al cual el bajista británico tachó de opresivo y demasiado rígido.
Si el álbum rompía con lo establecido, la película The Wall, dirigida por Alan Parker y Gerald Scarfey, realizada con un presupuesto de 12 millones de dólares y estrenada en Francia el 14 de julio de 1982, le puso el acento que redondearía el concepto que Waters tenía en la cabeza.
El filme lleno de metáforas, planos intermitentes y de una crítica al sistema, se convirtió en una alegoría a la libertad y a la rebeldía juvenil. Cabe destacar que los diseños, esos personajes extraños que representaban al profesor, su pareja, la madre y un médico, entre otros, fueron concebidos por la genialidad de Roger Waters y mejorados por varios artistas gráficos.
El personaje principal fue protagonizado por el músico y activista irlandés, Bob Geldof (este artista fue el responsable de haber vuelto a reunir en 2005 a Pink Floyd en el Live Aid), quien le dio vida a Pink, al que imprimió una depresión por la que quizá atravesó Waters en algún momento de su vida.
En ese disco hubo otro himno. Se trata de la canción Comfortably Numb, asociada por sus seguidores a las drogas, aunque Waters siempre ha asegurado que no la hizo por eso, sino por una enfermedad que sintió cuando tuvo fiebre de niño.
¨Recuerdo haber tenido gripe o algo así, con una infección, y aparte una temperatura altísima, y estaba delirando. No era como si las manos «parecieran globos», pero sí parecían demasiado grandes, atemorizantes. Mucha gente piensa que esas líneas son sobre la masturbación. Dios sabe por qué», dijo el inglés en una entrevista.
Tal vez tenía razón, porque no existe un video oficial sobre la canción. Quizá la que fincó esa idea en el imaginario del rock, fue precisamente la película, porque resulta evidente, aunque no se muestre como tal, que cuando Pink es encontrado inconsciente en la habitación del hotel, estaba, como dicen, en pleno viaje.
Debemos terminar este artículo con un punto fuerte. Nos referimos que efectivamente, el álbum construyó un muro, o al menos, los cimientos para que la relación entre Waters y Gilmour fuera desbaratándose poco a poco.
Haya sido como haya sido, The Wall es un himno del rock al cual debemos seguir aplaudiéndole.