“Sufro,
muda e inerte,
observando la partida”
Susana Chávez
Susana Chávez Castillo, la poeta juarense asesinada en Ciudad Juárez hace poco más de diez años, se convirtió desde entonces en uno de los estandartes del feminismo mexicano. Su rostro al alto contraste, poemas y reclamos hechos en vida contra el sistema de Gobierno, han sido parte fundamental del movimiento que lucha por aumentar la igualdad de género, disminuir la discriminación, frenar los feminicidios y la violencia de género que permea en nuestro país.
Antes de ser víctima de la violencia, lo fue del establishment literario. Aunque desdeñada por el Intituto Chihuahuense de la Cultura (Ichicult), cuyos representantes en Ciudad Juárez se perpetuaron en los cargos y se olvidaron de Susana (y muchos autores más), su poesía, activismo y capacidad para ver más allá del retrato social, le alcanzó para brillar en medio de esa oscuridad.
«Vociferantes, terrestres, feroces», como describió Cristina Rivera Garza, son sus poemas reunidos en Primera Tormenta, que inicialmente fueron difundidos en su blog y después vieron la luz en un libro editado por Canal Press.
Ni antes ni después de su muerte, las instituciones se encargaron de publicar su material. La dejaron sola porque la veían como una rebelde sin causa, era un peligro para la mafia del poder literario que se repartía becas y todo tipo de apoyos, y que ahora algunos de ellos, ganan polémicos premios nacionales. Todos sabemos quiénes son.
Chávez tuvo la capacidad de interpretar desde el corazón la angustia de las mujeres tras la violencia en los peores años de Ciudad Juárez. La última publicación en su blog el 29 de julio de 2010, el año más violento en la historia de la antigua Paso del Norte, nos asoma a una emoción que la atosigaba constantemente y que trataba de amortiguar con un poco de fe:
«Sentí dolor antes de que se recrudeciera toda la violencia que estamos viviendo los ciudadanos de esta, mi natal Juárez. Pero ahora siento vacío, desamparo e impotencia, supongo que como muchos. Pensar en mejorías para mí está en verde, pero la esperanza la tengo aun porque soy mujer de fe. ¡Viva Juárez!».
En la poca literatura que dejó, esa voz no deja de retumbar. Va y viene en casi todas sus letras (igual que su famosa frase Ni una más), con las cuales parecía dibujar la sombra de su muerte ocurrida en enero de 2011.
Hoy en Poetripiados ofrecemos algunas de sus creaciones literarias:
OCASO
Para Linda Escobedo
He perdido la cuenta de tus huesos
introduciendo mi palabra al tiempo
entonces me fui a alguna parte
con el apetito dormido.
Fuiste tú el sitio del crimen,
quién me volvió clandestina melodía,
a quien contemplo mezclada de imágenes
sentada en una butaca del cine
para ver mí sombra.
Nos enredamos en el vacío
y de la nada surge tu boca
a desprenderme a Dios del aliento
en un espejismo que me brota
por un rumor indefinido.
Surges despuntando tu lengua
liberando a Sofía de tu interior.
Aquí estás, embalsamada,
casi real entre los árboles.
Pareces un chacal,
un alebríje que me conquista
más allá de lo intocable.
Te veo desatada en una ventana
alrededor de mi otra parte
dándole a mis ojos el cierre final.
A veces, también te veo
atrapada en un secreto
que duele entre mi carne.
Así voy avanzando paso a paso
tomando de una mano tu ruptura
y acariciando con la otra
los cabellos de alguien
por quien toco la magnánima vehemencia.
Así voy en mi misma
perdiendo la cuenta de tus huesos.
LA RAIZ DE TU SALIVA
Poema a Arminé Arjona.
Ciertas palabras vendrán un día
a mover tu laberinto de imágenes
para robarle a el lecho tu cuerpo
estremeciendo otras palabras.
Tu pelo más largo atravesará el silencio
de un viento que levante el agua del mar
He escuchado tu rostro
solventar tus argumentos
donde hay frases de recuerdo
que peinan remolinos
Por eso escucho tus sitios
antes que mi frase se encorve
y tan sólo quede un zumbido
Ciertas palabras buscan tu boca
y devoran tu respiración
al sentirlas en la carne tomando vida,
ciertas frases te reconocen
contra ti misma. Por otra sangre,
por otros libros, por otras frases.
Amanece y te buscan luchando
doblando esquinas
rompiendo el vidrio de tu ventana,
están aquí como un fantasma
en busca de un deslumbrante nacimiento,
te aman y se dejan caer sobre ti
como un hombre cegado por el deseo
de tu cuerpo,
deseando tocar tu fondo
para producir el vértigo.
No quieren ser susurros
no quieren otro espejo,
quieren arrojarse a tus manos,
detener la noche,
separar tus muslos,
quieren romperse en tu voz,
para despertar la raíz de tu saliva.
Ciertas palabras te miran
como un niño perdido y lloroso,
ciertas palabras ven en ti su vuelo,
rondan el alrededor
de su propio deseo.
MADRE ENVIDIA
Toda tarde, según tú
fue extrañar esos ojos,
según tus reglas
no sentir soledad.
Según tú
disfrute a la vida serpenteando.
No puedes reconstruirte con otra ideología
menos con la emoción de una palabra.
Según toda tú
te llena la televisión,
te reencuentra el lenguaje,
mereces los instantes ajenos.
Madre desquiciada y sorda
donde cae una lagrima
donde no se distingue la remenbranza.
Madrecita envidia.
Traes la noticia de mañana,
encontrando ausencia en ese intante de ti,
cubriendo huecos muertos de años.
Madre envidia
me ire, exiliada con un protocolo mejor
que el de tu morada.
SANGRE NUESTRA
Sangre mía,
de alba,
de luna partida,
del silencio.
de roca muerta,
de mujer en cama,
saltando al vacío.
Abierta a la locura.
Sangre clara y definida,
fértil y semilla,
Sangre incomprensible gira,
Sangre liberación de sí misma,
Sangre río de mis cantos,
Mar de mis abismos.
Sangre instante donde nazco adolorida,
Nutrida de mi última presencia.