“Y aunque no queremos ser personajes patéticos,
nos sentimos por las mañanas viejos y enfermos.
Nuestros maestros son nuestros poetas”
Roque Dalton
En Taberna y otros lugares (1969), Roque Dalton abre con las siguientes palabras: “Querido Jorge: Yo llegué a la revolución por la vía de la poesía”, seis años antes de morir asesinado. Así como para Dalton, para muchos poetas en el acto poético propio se configuró el concepto revolucionario, tanto en sus palabras como en su labor política (Maiakovski, Revueltas, Martí) o en la misma revolución de la poesía (Mistral, Baudelaire, Huidobro). El espectro social ligado a la lucha de clases, reconfigurada desde la óptica latinoamericana, es ya una tradición amplia que tiene sus antecedentes en la época de las guerras de independencia, y como tal ha tenido siempre un impacto e influencia sustancial en el numen de la poesía en español escrita en América.
La línea de escritura se puede observar en la plaquette del poeta mexicano Miguel García Ramírez (CDMX, 1993) titulado “El corazón afiebrado” (Granuja, 2022), configurado por seis poemas incisivos e invocantes, afiebrados con la intensidad de la proclama furiosa y el grito encabronado. Como el mismo autor lo señala en el pequeño proemio que abre la plaquette, los textos que lo construyen son consecuencia de la fiebre poética que adquiere el poeta (cuyas causas nos son desconocidas) y que mediante el trabajo literario las logra apalabrar, abatidx y desilucionadx tras dejar en la escritura una experiencia vital que parte de su generación ha apropiado desde la palabra: la lucha de clases.
El poemario labra un camino de exploración a través del foco de enunciación de la clase obrera, “esos/esas/animales rencorosos” que también habitan las calles y que tienen el mismo derecho de habitar los versos. Y es que Miguel ya lo dijo en una entrevista, a propósito de su obra: “Yo escribo esto desde una incierta comodidad, en un rincón latinoamericano, sí, pero tranquilo y privilegiado, que me permite escribir en vez de martillear, golpear, cazar, migrar”.
El trabajo poético de Miguel busca redimir y visibilizar, mediante una labranza poética genuina, a las periféricas sombras que los “hombres blancos” han ocultado durante siglos de tradición bajo sus dientes y sus camisas blanquísimas, en una lucha de clases que irremediablemente construye ese monstruo deforme que es el ambiente literario:
“así pues el hombre blanco tachará de resentido o desquiciada
a todo ser vivo que denuncie
que el hombre blanco
es egoísta y torpe por naturaleza
y apostará por la pólvora y los muros
cuando se sepa invasor
en una patria inventada”
La mirada de Miguel es la de quienes se sienten extraviados y refugiados en su patria, el odio que alumbraba la cara de Dalton, y desde donde Miguel grita:
“miro al porvenir y lagrimeo
orino en nombre de quienes se saben
perdidos
entre las cifras
del gran laberinto universal”
pues es el sitio de donde la voces poéticas que empiezan a surgir ya no tienen miedo de salir, combatientes y afiebrados a las páginas; voces rodeadas de cuerpos muertos, hinchadas de cachetadas y puñetazos infernales.
Es la sombra beligerante de Dalton con la que el joven poeta se cobija, pues así como el salvadoreño desde La Habana empezaba a dudar de su inmortalidad a sus veintisiete años, el mexicano desde la tumultuosa capital ve como van perdiéndose los amigos, ambos jóvenes militantes del presente, ambos latinoamericanos en el naufragio de una guerra contra sí mismos.
Ya en el quinto poema, Miguel decide recoger toda su vergüenza y labrar la palabra, como intermitente solución a esa guerra, pues no hay otro camino que la poesía. Así como Dalton, armarse de palabras y morir dignamente tras orinar en el monumento a la patria.
Y eso es todo lo que puedo decir por ahora.
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Miguel García Ramírez (Ciudad de México, México, 1993). Escritor y fotógrafo. Autor del libro Poemas mal-habidos (Pez Ciego, México, 2020) y de la plaquette El corazón afiebrado (Granuja, México, 2022). Le han publicado poemas, cuentos cortos y ensayos en diversas revistas literarias
independientes como Monodemonio, Ek Chapat, Escrófula, Granuja, Estrépito, Revista Tóxicxs (Santiago del Estero, Argentina), Revista Carcaj (Valparaíso, Chile), entre otras. Actualmente es estudiante de la licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) e instructor de talleres de fotografía en Casa del Lago (UNAM).
Andrés Gómez (Silao, 1996). Editor.