“Una voz de las que se alzan una vez cada cien años”, así calificó André Breton la obra del poeta estadounidense Philip Lamantia cuando publicó sus textos en el periódico surrealista VVV. Aunque todo indicaba que las palabras del francés ayudarían a posicionar la carrera literaria de Lamantia, la verdad es que no sucedió así.
Philip se mantuvo activo en las publicaciones desde muy temprana edad. En San Francisco durante la década de 1940 fue uno de los poetas difundidos más jóvenes de su generación y se le empezó a conocer por su contribución al movimiento beat de California. Pese a que se trataba de una de las grandes voces líricas del siglo XX, quedó fuera de un buen lugar en el aparador general literario, quizá por la mala publicidad de su adicción a drogas combinadas con períodos graves de depresión. A esto último se le agregaría su gran habilidad para rehuir de la lupa pública y escabullirse lejos, sobre todo a Europa.
Fascinado por el alucín y los viajes extrasensoriales, Lamantia vivió en México con los indígenas Coras de Nararit, donde experimentó con el peyote.

Escribió una serie de libros de poesía, comenzando con Erotic (1949), al que se refería como una de sus «aventuras en el puro automatismo psíquico», pero siguió siendo desconocido para los amantes de la poesía en general. Obtuvo más amplio reconocimiento cuando se incluyó su obra en Penguin Modern Poets 13 (1969), junto a la de Bukowski y Norse.
Tras una larga batalla contra las adicciones, Lamantia consiguió dejar las drogas. Escribió sobre su lucha en Astro-Mancy (1967). “Me estoy recuperando / de una década de venenos / renuncio a todos los narcóticos / y disciplinas farmacopeicas”, escribió. Se casó con Nancy Peters, editora de City Lights Books, en 1978, y siguió escribiendo intermitentemente. Su recopilación The blood of the air (1979) fue seguida 11 años más tarde por Becoming visible. También dio clases de poesía en la Universidad Estatal de San Francisco y en el Instituto de Arte de San Francisco durante los años setenta. Falleció el 7 de marzo de 2005.
Hoy en Poetripiados te presentamos algunos de sus textos
La condición diabólica
Como las mujeres que viven al alcance de cada cuerpo
descienden de las regiones polares
hacia el círculo de los demonios
Yo me preparo para ofrecerme a las suaves y rojas serpientes entrelazadas en las cabezas de los brujos
Entre los negros brazos llegan sobre la ciénega abalanzándose para abrazarme
y el sol distante en el que habitan los hombres que tienen a su alcance
prístino los Depravados Ojos
entre las tumbas y los hechos de los deshuesados mangos
que trabajaron en el secreto de las torres abandonadas
a pesar de mi cuerpo fugitivo ausente
a pesar de los lagartos arrastrados dentro de los altares en que las potencias tienen preparada la vida
a pesar del antiguo templo Dórico transportado por los amantes del arte
a pesar del nido de mendigos dementes
el canto se oye
y las palabras del canto están escritas en los oceánicos jardines
Los límpidos muros han cantado adiós
Nosotros hemos entrado en la ciudad donde el maestro muerto habla de catacumbas y la cornuda bruja del África
El sortilegio prosigue en las calles y en el cielo
Hemos ascendido hasta el ilimitado cosmos de la arquitectura
Nos hemos arrastrado de espaldas hasta los enormes corazones
aquel salto sobre la nieve hacia la subida a nuestros cuerpos
Llega mi ritual cera y círculos
mi rosa escupida de sangre
Cuando el día es iluminado por nuestros mágicos candiles
y las horas aúllan sus sádicas canciones y succionan con ahínco
en la noche cuando los gatos invaden nuestros cráneos
entonces sabremos que los destructores han surgido
en el mundo para observar nacer el cataclismo
como la ola de fuego final se derrama de sus corazones
Vibración
Hay un viento que tortura a los murciélagos
y están las plantas chamuscadas de los soles muertos
la ciudad hilada con el mar
donde los abismos de pterodáctilo me llaman
hay una espiral de terror animando mi mente
y el zumbido del esqueleto de la soledad
donde florecen cadáveres furiosos en una botella
y armas rojas se desvanecen en espejos
Miro hacia atrás por la hoja de mi doble
allí vuela -a través de su vista- El Ahorcado
donde una pirámide de agua se asoma entre las oscuras
vituallas de la vida interior
Para empezar entonces, no ahora
El tragaluz se anega
cuando tú entras en mi voz
llevando una caja de fuego
completamente silenciosa
te abres a la horquilla encantada
de los misterios del sueño