Sucedió hace casi tres décadas, cuando Ciudad Juárez atravesaba una etapa con bajos índices de homicidio. Era una época en la que el crimen organizado prefería “desaparecer” a sus víctimas, sepultándolas en fosas clandestinas a las orillas de la ciudad.
Los feminicidios ya habían colocado a Juárez en la mira internacional durante los primeros años del gobierno panista de Francisco Barrio (1992-1998); sin embargo, lo peor aún estaba por venir.
En aquellos años, los reporteros de la fuente policiaca aún tenían el tiempo —y la vocación— de cubrir los hechos desde distintos ángulos: entrevistaban a familiares, hablaban con los investigadores y recorrían la escena del crimen como si fuesen detectives al estilo Sherlock Holmes.
Fue en ese contexto cuando se dictó sentencia a José Luis Peña Bautista, quien asesinó a dos hombres en hechos separados. Lo más inquietante del caso fue su actitud: nunca mostró remordimiento. Frente al juez Segundo de lo Penal, Rafael Lomas, repitió varias veces que no se arrepentía de los crímenes y que había hecho justicia por su propia mano.
El 16 de mayo de 1996, fue condenado a 24 años de prisión —y no a los 40 que marcaba como pena máxima la ley en ese momento—. Al día siguiente, medios locales publicaron que la sentencia se desglosó en dos partes: cuatro años por homicidio en riña con carácter de provocado y veinte por homicidio calificado con las agravantes de alevosía, premeditación y ventaja.
El doble homicidio
José Luis Peña Bautista, de 44 años, era bolero de oficio. El 12 de enero de 1996, tras una jornada de alcohol, cometió dos asesinatos. El primero ocurrió en los patios del car wash Roma, ubicado en Plutarco Elías Calles y Henry Dunant, donde mató a balazos a Juan Pérez Benavides tras discutir por una cerveza.
Luego se dirigió a la lonchería El Gordo, en el cruce de 16 de Septiembre y Francisco I. Madero. Allí le disparó a Jorge Chávez Cruz, a quien —según declaró en el juicio— le reclamaba 750 pesos del depósito por una renta. Chávez estaba acompañado de su hijo de 7 años. Peña, antes de disparar su arma calibre .25, apartó al menor para no hacerle daño.
Cuando sucedieron estos hechos, solo para tener un poco de contexto de qué ocurría en México en esa fecha, la Secretaría de Energía anunciaba el establecimiento del horario de verano. Los relojes se adelantan una hora del primer domingo de abril al último de octubre.
El perfil psicológico
La psicóloga Margarita Navarro Castañeda fue quien realizó el estudio psicológico del acusado. Peña había cursado hasta sexto de primaria en Pachuca, Hidalgo, y se independizó de su familia a los 14 años, pues sentía que era tratado con desigualdad respecto a sus medios hermanos.
Su oficio como bolero le permitió desplazarse por distintas ciudades del país. El informe no determinó trastornos mentales, pero sí conflictos de personalidad. Ya había estado preso en Tijuana, de 1994 a 1995, por lesiones.