En el principio fue el Covid
El coronavirus SARS-Cov-2 apareció en China en diciembre de 2019 y a partir de ese momento se inició una pronta propagación que obligó al planeta entero a cerrar aeropuertos, suspender actividades habituales, evitar conglomeraciones e, incluso, a evitar las clases presenciales en más de 90% de todos los estudiantes del planeta. Nadie supo, en un principio, que de la ciudad de Wuhan brotarían los primeros casos que pronto crecerían de manera exponencial para luego extenderse a al mundo entero, provocando una profunda crisis humanitaria-médica, económica y educativa.
A casi diez meses de lo que se convirtió en la primera pandemia del siglo XXI, aún no se ven los estragos totales, mas se avizoran (según reportes de la ONU, Banco Mundial, OCDE, RIESE) grandes crisis económicas, médicas, laborales y académicas. Sin embargo, poco hemos preguntado y menos aún se ha difundido la forma en como esta pandemia ha afectado a grupos o sectores, quizá más pequeños, pero no por ello menos importantes: los artistas.
Sin duda alguna, aún falta tiempo para hallar una respuesta a la situación en la que nos encontramos: diseñar una vacuna efectiva, comercializarla de forma accesible para las poblaciones y estratos sociales del mundo; así como dar respuestas concretas a las crisis humanas particulares y colectivas que se han generado a partir de esta enfermedad y sus derivados, es decir, de aquellos efectos colaterales que todavía no están a la vista pero que pronto se verán en la población.
El confinamiento y sus secuelas
Un factor conocido para aminorar el contagio, aunque no vivido por toda la gente, fue el confinamiento al que se sometió a la población preminentemente citadina, la que se concentraba en grandes conglomerados. Así, en diferentes países, se fue implementando poco a poco, la suspensión del turismo, actividades culturales, académicas y laborales. Aunque el resultado ha sido efectivo para evitar un incremento masivo de casos hospitalarios, al mismo tiempo ha generado otras afectaciones, unas más tangibles que otras: económicas y emocionales.
Los reportes en México, por ejemplo, advierten un incremento de problemas mentales, emocionales y psicosociales ocasionados por el encierro, la pérdida del empleo, así como el aumento de adicciones de todo tipo. Para ello, en caso todos los países del planeta (según reportes de la ONU, UNESCO, etc.), los gobiernos han desplegado ayudas diversas, esencialmente médicas; en segundo lugar, de ayuda económica; en tercero, de apoyo educativo, y en cuarto socioemocional y psicosocial.
Sin embargo, los apoyos a creadores o artistas se han visto reducidos, pese a que el arte, los creadores y las obras generadas por estos suelen ser un factor esencial para la resiliencia, como se ha podido comprobar con las agrupaciones civiles que trabajan en la recuperación de personas afectadas por la guerra, los desplazamientos, la violencia de género, persecuciones de estado, terremotos, huracanes, entre otras vivencias negativas de alto impacto que causan grandes estragos en la vida anímica, psíquica y social de las personas. Talleres de poesía para expresar los problemas emocionales ocurridos por un trauma son aliados efectivos para quienes los practican, lo mismo sucede con aquellos que escuchan poesía, música u otras manifestaciones.
Arte para sanar la pandemia
El arte, mucho se repite, es un excelente metabolizador de las emociones negativas. No son pocos los artistas que han explicado cómo es que llegaron a ser escritores, poetas, cineastas, músicos, bailarines. Ante un momento de crisis, tuvieron al arte como un medio para salir adelante. La creación siempre es una poderosa herramienta para cambiar destinos. El caso de Jean Genet (novelista francés) puede ser ejemplo de ello: de ser un ladronzuelo sin destino, logró ser un afamado novelista. Así ocurrió también con Eminem, talento del hip hop, quien creció en un parque de casas móviles en un hogar totalmente disfuncional, con una madre adicta al crack y sin figura paterna. Séraphine de Senlis, pintora esencial del siglo XX, no sólo tuvo una infancia terrible, sino que canalizó muchos de sus problemas mentales a través de obras comparadas con las de Vicent Van Gogh o Edvard Munch.
Sin duda, el arte no sólo permite al artista expresar sus emociones, sus sentimientos, sino que ayuda a que otros lo hagan. De este modo, podemos ver cómo es que hoy en día la pandemia generada por el Covid-19 ha afectado a los artistas actuales y cómo pueden ellos proporcionar pautas a los lectores sobre sus propios actos creativos, los cuales llevan a cabo como aspectos esenciales para sobrellevar la crisis sanitaria ocasionada por este virus. Ante este panorama, Poetripiados, se dio a la tarea de recolectar las impresiones de varios creadores con respecto a su obra y la relación con la pandemia.
Los creadores opinan
Así lo cuenta Tadeus Argüello, poeta mexicano, autor de tres poemarios: Los Perros del Alba, Papeles de la Mancuspia y Teorema de Medusa, a la pregunta expresa: ¿Cómo ha afectado (para bien o para mal) la pandemia tu trabajo como escritor? Dice: “… el encierro, la pandemia en las calles, el desempleo, las fallas en el sistema de salud, me hacen cuestionar mis palabras frente al mundo ¿estoy encerrando mis palabras? ¿hay apertura en mis palabras? Lo abierto, su necesidad, es algo que me cuestiono en función de mi trabajo. Afuera se vive y se muere, te incineran y el olvido se cierne sobre nuestros nombres: un número más en la estadística. […] La pandemia ha cuestionado nuestra comodidad, nuestra conformidad. Sólo intento que mis palabras tengan algún sentido, algún sentir para los demás en esta crisis.”
Y la poeta Lydia Zárate, autora de tres poemarios (Semilla insólita, El lugar de las lámparas y prologuista de El iris de la i) ahonda en lo que ella considera sobre cómo la poesía y los poetas han contribuido a la sociedad en alguna época y en términos específicos su papel en esta pandemia. “Para hablar en términos de contribuir positivamente con la sociedad, o sea, de la poesía como ente activamente transformador de una estructura social corrupta (arte doblemente difícil, pues implica imbricar lo artístico con lo social), solamente atinaría a pensar en la poesía feminista. De no ser por la vida y obra de poetas como la ―tan perseguida y castigada― Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos o Alfonsina Storni, junto con las que las precedieron y las sucedieron, me resultaría casi imposible pensar en la poesía o los poetas como algo que haya contribuido ―de manera demostrable y práctica― a transformar positivamente la estructura corrupta y opresora que conocemos como sociedad.” Es decir que el arte tiene ese efecto de no sólo ayudar a hacerles a las personas la vida más llevadera, llena de momentos emotivos, sino que el arte puede contribuir a transformar una sociedad, aspecto mucho más impactante que hace pensar si el artista contemporáneo no debiera estar también ocupado en preocuparse por contribuir con su obra a palear los males de su tiempo.
Por su parte el poeta René Morales, autor de Notas sobre el fin del mundo y La línea blanca, también brindó su opinión al respecto: “Yo siempre supe que la enfermedad era grave, porque mis padres son médicos epidemiólogos y salubristas poco a poco nos fuimos encerrando, programamos algunas actividades como leer o escribir que es mi oficio; pasamos así del miedo al desinterés, pero sin salir de casa”. Y concluye: “Con el tiempo terminamos enterándonos de familiares y amigos enfermos, hemos sufrido la pérdida de personas entrañables, pero así es la vida cada 100 años vuelven estas pandemias a deconstruir el mundo. La última fue la gripe española que terminó en 1920, año en que mi abuelo nació, pareciera que hoy es ayer y el mundo no ha cambiado en nada, la experiencia de la enfermedad es única y es la misma, somos polvo movido por el viento.”
Ciertamente a todos ha sorprendido la pandemia, su singularidad, alcance y duración. La humanidad actual se sentía lejos de este tipo de crisis debido al imaginario tecnológico en el que vivimos, donde la realidad virtual parece superar a la vida práctica. Muchos pensaron que pronto encontrarían una vacuna. Sin embargo, aunque ya existe la Sputnik V, rusa, entre otras que están en sus últimas fases de prueba, no se ve fecha aún, quizá un par de años (dos o tres) sean necesarios para hallar el remedio adecuado y esperar luego a que llegue a la población común.
A la pregunta: ¿cómo ha afectado la pandemia a tu poesía?, la poeta hidalguense, Tania Martínez nos respondió: “Desde luego que me ha hecho escribir distinto, a otras horas, de otros temas… porque mi casa es el universo que habito, y me gusta este ejercicio porque la cotidianidad es también universal entre los humanos, nos conectan las rutinas a fuerza de hacerlas todos los días.”
En tanto José Landa, poeta multipremiado y autor de Aunque murmure el frío (2919), contestó: “La pandemia, junto con la ineptitud del gobierno federal y los estatales me ha afectado como sujeto social y creador, obviamente ha influido en parte en mis temas literarios, donde, aunque no lo quiera se reflejan los sentimientos de impotencia, de frustración, de coraje a la par con los de tristeza por los estragos que le provoca a una sociedad con bajísimos niveles educativos, económicos y sin derecho a servicios de salud, y que gracias a Dios vamos sorteando a pesar de todo”. A lo que agrega: “Este es un momento en donde podemos afianzar o retornar o voltear hacia nuestro aspecto espiritual, tanto en lo social como en lo estético, especialmente en lo poético.”
La incertidumbre me sorprende, esa hermana del caos, escribe Jean Karen, poeta del norte de México y autora de títulos como Cuaderno de Ariadna o La luna en un tatuaje. Sin embargo, continúa, trato de no caer, trato de sonreír, de hablar con las pocas personas con las que todavía puedo interactuar, la señora de la tienda, las muchachas de la cafetería, la mujer que vende agua y vuelvo a casa, a la escritura, a la fotografía, a la escultura, durante el encierro el tiempo debe ser nuestro aliado para descubrir algo más de nuestra propia naturaleza, he aprendido a concentrarme a pesar del mundo allá afuera, he aprendido a escuchar mi respiración y a tener paciencia, porque no sabemos si volverán los días como los conocimos o tendremos que comenzar desde un punto distinto del paisaje, a caminar, a correr, a dejarnos ir.
Las palabras de la autora son ciertas, aún no se sabe qué camino tomará la “Nueva Normalidad”, cómo cambiarán las relaciones sociales. ¿Cuántas personas no abrazan a sus amigos desde que inició la pandemia? ¿Qué papel desempeñarán los profesores y artistas en estos nuevos años de enseñanza por televisión, presentaciones de libros a distancia, poemas recitados por un artista a través de un video en Youtube?
Al principio la angustia de estar enclaustrado ―declaró el escritor Jaime Martínez Aguilar desde Ciudad de México― hizo aún más la necesidad en mí de la creación literaria para apaciguar el efecto del encierro. Pronto, ya no fue una angustia lo que sentía, sino un motor que me alentaba a elaboración de textos. Me di cuenta que estar solo es la mejor motivación a la creación artística y fue el camino para encontrarme conmigo mismo, como un ascético que camina a paso seguro a un orden natural apacible, en una ataraxia. La convivencia social capitalista y consumista ha sido incrustada por las empresas y gobiernos en nuestro pensamiento y motivó que dependiéramos el uno de los otros. Concluyó el autor.
Falta mucho tiempo para comprender la profunda transformación que ocurre ahora, provocada por la pandemia, además de evaluar la manera como los gobiernos del mundo afrontaron esta enfermedad. Las evaluaciones y diagnósticos serán conocidos con el tiempo. Muchos apuestan que las economías tardarán entre dos y cinco años en recuperarse. Hubo un retraso de entre diez y trece años en el índice de desarrollo humano alcanzado hasta 2018; un año perdido en educación. Sin embargo, a la par de todo esto, los artistas han tomado su puesto, han dejado vestigio en poemas, libros, encuentros virtuales, música, video, películas, documentales, cortos. Todas estas obras de arte, con el tiempo, hablarán de estos días. Y las personas del futuro sabrán que un día hubo un tiempo en el que la vida era otra.