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cotidiana. levantarse y no ver la sombra hipnótica dejada por nuestra espalda en las sábanas. Coger el vaso con agua –definitivamente medio vacío- e ignorar el hueco que deja en la mesa de noche –allí donde descansa una grabadora que ha registrado el vacío de mi sueño irremiso-, mesa que de mirarla mucho se hundiría en la ausencia del piso lustroso (y acaso es el lustre lo que sostiene, precario, la escena) y que hace tanto va dejando de existir bajo pisadas. encajar las pantuflas como la respuesta, durísima y fría, encaja en la pregunta; caminar sin ver que las pisadas son sondas huecas que exploran los límites del submundo. abrir la ventana falaz que da siempre al poderoso paisaje de ladrillos marrones y empolvados que parecen –y solo eso- existir más que todo. examinar el cielo embutido de manchones decolorados [acaso el sol se acomoda detrás del edificio aquel que brilla lánguido por un momento] y voltear para ver el cuadro de nadie (¿es una figura, un rayón de color desvaído, una trampa?) aún colgado de la pared color hueso; los restos de una cena más mezquina que miserable, ¡oh ese libro de leiris donde habla del chancro de su espíritu se ha manchado de café!, el estéreo estropeado hace dos años, las pilas de papeles garrapateadas que nadie querría llevarse –y sin embargo se añora el entusiasmo con el que fueron escritos-, las botellas vacías de vino insincero, los palillos de fósforo, la hornilla congelada como la propia mente que acumula infértil tanta imagen para decirse sólo, sola: ‘este libro debe terminar, debe desaparecer también’; pero sin dejar un hueco, porque, tal vez, en realidad sí existió.
[De Poseía (2011)]
Amazonas
Todos los ríos son el Río
y en él me baño dos y mil veces
Dicho esto
quisiera hablar del meandro:
Pulsación helicoide
pugna viva de lechos y sedimentos
discurrir de corrientes incontenibles
sinuoso meneo de las aguas
espasmo del ritmo fluvial —ese
excedente indefinido que define la physis
¿Habré de cerrar los ojos al horizonte
al sol naranja que emerge sobre su cabecera
al afluente que exangüe entrega su caudal?
¿Dejaré en suspenso el tenedor
—la trucha tronchada entre sus dientes—
los oscuros lentes tiraré
para ver pasar el majaz flotando panza arriba?
Y es que
no hay un solo Amazonas hay al menos trece
pero todos son afluentes del Río
Entonces
yo quiero hablar de los meandros
ese regodeo
esa insatisfactoria dilación
que nos distrae
(cada vez menos)
de terminar en el delta letal que sabemos…
Inevitable cita:
Nuestra existencia son los meandros
por donde pasan y no vuelven
las aguas limpias o turbias de nuestras vidas
[De Nada de este mundo (2020)]
Kosmos (2017), de Narcisa Hirsh, Rubén Guzmán y Robert Cahen
Metamorfosis es el nombre
que nuestro cerebro da a la ilusión.
Mudanza, dice Borges: un
tigre es un rayo es un pez es
una piedra brillando
en la laguna
y la laguna es waka es ichu es…
Etc.
Pero resulta que el hombre
no deja de ser hombre [“así nomás
somos” dice la mujer sabia
que limpia la casa].
¿Pediremos mesura a la energía
renovadora a la gama
de imágenes
penetrando en la mente
mientras miente
el falaz imperio del poder?
Si he visto bien (y
visto bien) suponemos
demasiadas cosas y soñamos
cuán poco percibimos
muy mucho
una realidad diversa
cambiante
inasible
Etc.
Tal vez Māyā sólo sea
esa forma peculiar de medrar
en el cambio y olvidar
el olvido…
[Ah!
Por ello las aguas del río
empapan los planos del filme.]
[De la serie Cuatro poemas algo ecfrásticos (2023)]
***
Cuatro cuartetas en b
“Alguien me hizo ver que ‘monada’ y ‘limonada’ estaban muy cercanas.
Esta relación de consonancia no tiene ningún interés”
MESCHONNIC
1
Besen las sílabas mis labios,
bien saben barrenar mis brumas;
si borrado tengo el buen amor,
buenas aún son y bellas para mí.
2
Sílaba sagrada, basalto y bromo,
¿busco el oro en la bodega errada?
¿O son el bambú, el berro, la berza
el verdadero objetivo de mi bien?
3
Oboe de boj abducido,
bajo de bromos bemoles.
Blanca ibis bisbiseada.
Ébano bocio berreante.
4
Reberberizado, enballestado, brioso,
de bols y bacías abarrocado,
barenizo ebriedades, birlo bosta;
bramo bromas, ¡OhBah! ¡Baratijas!
[Inédito en libro]
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Víctor Coral (Lima, 1968) es poeta y narrador; estudió Ciencias Administrativas y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1998 fundó la revista literaria Ajos & Zafiros y ese mismo año fue primer finalista del concurso de cuentos de la revista Caretas. Ha representado al Perú en la FIL Guadalajara 2005. En el 2021 fue finalista del Premio Internacional de Poesía Copé, así como del Concurso Nacional de Poesía José Watanabe Varas. Este año ha ganado el Concurso Nacional de Poesía José Watanabe Varas con su libro, pronto a ser publicado, Aparejos para exhumar la poesía. Tiene publicados los poemarios: Luz de Limbo (2001), Cielo Estrellado (2004), Parabellum (2008), tvpr (2014), Acróstico Deleuziano (2019), Nada de este mundo (2020). Además, tiene dos novelas publicadas: Rito de Paso (2006) y Migraciones (2009).